Oh, Dios.
Pum.
Oh, Dios.
Pum, pum.
-Paula, no me digas esas cosas cuando estoy tan lejos.
Pedro se rió entre dientes, su voz baja. Y siendo tan emocionante como lo era siempre.
-Tonto Pedro, estoy simplemente reaccionando a los golpes al otro lado de la pared.
-¿Quién está al otro lado de la pared?
-El tipo con el martillo. Deberías verlo. Es enorme.
-Voy a tener que pedirte que no hables sobre el martillo de otro tipo.
-Entonces, ven a casa e impresióname con el tuyo. Me reí, cerrando la puerta de mi oficina para reducir el ruido. Sin embargo, no sería mi oficina por mucho más tiempo. Estaba haciendo mi lugar en el mundo, o al menos al final del pasillo. Esa era la causa de los golpes: la renovación de mi nuevo espacio. Una oficina más grande, la oficina de la esquina, muchas gracias, justo al lado de la de Josefina, mi jefa y propietaria de la compañía. La mejor vista de la bahía y casi dos veces el tamaño de mi antigua oficina, con una pequeña antesala para un posible futuro interno.
Algún día podría tener a algún interno. ¿Cómo era esta mi vida?
-Estaré en casa mañana. ¿Crees que puedes mantener tus pensamientos en mi martillo hasta entonces? preguntó.
Eché un vistazo al calendario en mi escritorio, la llegada a casa de Pedro rodeada con marcador.
-Voy a hacer mi mejor esfuerzo, cariño, pero deberías ver qué tan grueso es su cinturón de herramientas. Sin promesas. Pedro gimió y me reí más fuerte. Me encantaba torturarlo a través de múltiples zonas horarias . Y no te olvides de mí regalo.
-¿Lo he hecho alguna vez?
-No, eres una persona muy detallista, ¿no es así?
-No te olvides de mi regalo tampoco dijo, su voz bajando de tono de nuevo.
-El camisón rosa está listo; voy a estar en él cuando llegues a casa.
-Y luego voy a estar en él, sobre él, en virtud del mismo, voy a… ups, tengo que irme, el taxi está aquí.
-Vamos a continuar la charla sobre el camisón en persona.
-Te amo -le dije.
-También te amo, nena dijo, y colgó.
Me quedé mirando el teléfono por un momento, imaginándolo al otro lado del mundo en Tokio. Solo este año, había registrado más millas de viajero frecuente que lo que la mayoría de la gente acumulaba en su vida, y ya estaba completamente reservado para el resto del año.
Todavía me encontraba sonriéndole al teléfono cuando Josefina golpeó y entró campante, luego se sentó en la esquina de mi escritorio.
-¿Tienes algo en mente, Josefina? le pregunté, sacando un pétalo marchito del florero de rosas teñidas de coral al lado de donde ella descansaba su culo revestido en cachemira.
-Puedo ver que tienes algo en tu mente. ¿Era Pedro al teléfono? preguntó mientras le sonreía . Solo él puede hacer que tu rostro se ilumine así.
-Tengo algo en mi mente que podría hacer que te ilumines aún más brillante, aunque estás de un interesante color de sopa de tomate en este momento-bromeó.
-¿Tu prometido te encuentra tan molesta como todos los que trabajan para ti lo hacen?
-Mucho más, mucho, mucho más. ¿Lista para escuchar la gran noticia, o quieres seguir faltándome al respeto?
-Adelante le dije con un suspiro.
Amo a mi jefa, pero en serio tiene un gusto por lo dramático. Al igual que cuando jugó a ser casamentera el año pasado con Pedro y conmigo,haciéndose la tonta todo el tiempo.
Pero su corazón se encontraba en el lugar correcto.
También le pertenecía al cien por ciento, total y completamente a Benjamin, un capitalista de riesgo. Habían estado juntos durante años y finalmente atarían el nudo en unas pocas semanas, en una boda de la que todo San Francisco estaba hablando. Benjamin era un bombón certificado que hacía que mis mejores amigas y yo nos comportásemos como unas colegialas siempre que estaba cerca. Josefina sabía que todas teníamos un flechazo no-tan-secreto por su hombre, y lo usaba, a modo de broma, contra nosotras tan a menudo como era posible. Ahora ella finalmente se casaría con nuestro hombre ideal, y saldría a una luna de miel de ensueño en toda Europa.
-Entonces, ¿recuerdas el trabajo que hicimos la pasada primavera para Max Camden? ¿El paseo marítimo Victoriano que hicimos antes de que su hija se casara?
-Sí, él se lo dio como regalo de bodas. ¿Quién hace eso?
-Max Camden, él es quién. De todos modos, es dueño del viejo Hotel Claremont en Sausalito, y está buscando una nueva empresa de diseño para actualizarlo y darle un toque moderno.
-¡Fantástico! ¿Hiciste ya tu propuesta? le pregunté, imaginando la propiedad. Justo en la calle principal en Sausalito, el Claremont había estado allí desde el comienzo del siglo pasado, uno de los pocos que sobrevivieron el
Gran Terremoto.
-No, porque tú harás la propuesta. Serás la diseñadora en jefe de este proyecto, si lo consigues aclaró . ¿Crees que puedo tener algo como esto? ¿Justo antes de mi boda? No voy a renunciar a mi luna de miel por el trabajo; he renunciado a demasiadas vacaciones en los últimos años de por sí.
-¿Yo? No, no, no, no estoy lista para eso, tú no estás lista para eso, ¿qué estás pensando? balbuceé, mi corazón saltando en mi garganta. Esto era a lo grande, bebé.
-Por favor, tienes esto. Me pateó suavemente . ¿Sientes eso? Ese es mi pie, pateándote fuera del nido.
-Um, sí, he estado fuera del nido un tiempo ahora, pero esto es diferente protesté, mordiendo mi lápiz.
El cual me arrancó de la boca. -¿De verdad crees que te daría esto si no estuvieras lista? Y dime la verdad, ¿no estás ni un poquito intrigada en lo más mínimo?
Me atrapó con eso. Siempre había querido hacer un proyecto de este tamaño. ¿Pero ser realmente la diseñadora en jefe de todo el rediseño de un hotel?
-Me doy cuenta de que estoy pidiendo mucho; de por sí, ya vas a estar dirigiendo todo por aquí mientras estoy en mi luna de miel. ¿De verdad crees que esto es demasiado para sobrellevarlo al mismo tiempo?
-Vaya… solo… vaya le contesté, tomando una respiración profunda.
Cuando inicialmente me había preguntado si me gustaría mantener las cosas funcionando mientras ella estaba en su luna de miel, eran cosas como asegurarse de que la alarma se programara cada noche y que Romina se asegurara de pedir crema para el café. La lista había crecido de forma constante mientras proyectos más grande se apilaban, pero todavía muy manejables. ¿Ahora esto?
Dejé que la idea se asentara por un momento. ¿Podía hacer esto? Josefina parecía pensar que sí.
Mmm…
Me imaginé el hotel: gran luz, excelente ubicación, pero necesitaba una reforma importante. Ya estaba pensando en paletas potenciales cuando ella me dio un golpecito en la cabeza con su lápiz.
-Vamos, Paula.Hola dijo, agitando la mano delante de mi cara.
Le sonreí. -Estoy dentro, vamos por ello le dije, mi cabeza ya llena de ideas.
Me devolvió la sonrisa y me ofreció chocarle el puño.-Voy a dejarle saber al equipo que estarás presentando.
-Presentando mi vómito, lo más probable le dije, solo bromeando a medias.
-Solo asegúrate de que coincida con las cortinas y estamos fuera de peligro. Ahora, vamos a celebrar eligiendo una canción para caminar hacia el altar. Sacó su iPod de su bolsillo y comenzó a desplazarse a través de él.
-¿Eso es parte de mi trabajo?
-¿Qué me complazcas? Sí, revisa tu contrato. Así que, cuando camine hacia el altar, la cancion que debería…
Nadie podía detenerla una vez que se ponía su sombrero de boda, así que me relajé un poco, a pesar de que mi mente daba vueltas. Este sí era a lo grande, bebé, pero tenía esto.
¿Cierto?
***
Pasé la tarde enmarcando los inicios de un modelo para Max Camden.
Mientras sacaba fotos archivadas del hotel y sus alrededores, las ideas empezaron a presentarse. Todavía no se habían formado completamente, pero hacía alusión a lo que podría ser un enfoque suficientemente interesante como para darle una oportunidad a una joven diseñadora. Sabía que la fuerza de mis ideas se vería reforzada por la reputación de Josefina; a cualquiera que era lo suficientemente buena como para trabajar con ella, generalmente se le concedía un pase de indulgencia. Sin embargo, todavía se reducía a quién tenía las mejores ideas, y quería que este concepto fuera épico.
Aun meditando sobre el proyecto cuando giré la llave en mi puerta, oí un golpe distinto, seguido por un clic-clic-clic dirigido hacia mí.
Olaf.
Empujando a través de la puerta, recibí con los brazos abiertos a mi gato maravilla, mi pequeño pedazo de cielo felino. En un arranque de piel gris, mis tobillos estaban rodeados de ronroneos y pequeños empujones insistentes.
-Hola, chico dulce, ¿fuiste un buen niño hoy? le pregunté,
inclinándome para rascar su sedoso pelaje.
Arqueándose en mi mano, me aseguró que sí, que era en realidad un chico dulce, y también un buen chico.
Reprendiéndome por haberlo dejado solo durante mil años, arrulló y gorgojó, arreándome hacia la cocina.
Reprendiéndome por haberlo dejado solo durante mil años, arrulló y gorgojó, arreándome hacia la cocina.
Hablamos mientras preparaba la cena para él, que por supuesto era el propósito por el que vine al mundo, y nuestra conversación cubrió los temas regulares. Qué pájaros había visto desde la ventana el día de hoy, si alguna mota de polvo había salido de debajo de la cama, y si iba a encontrar algún juguete enterrado en la punta de mis pantuflas. No quiso responder esta última pregunta.
Una vez que su comida estuvo en su cuenco, me ignoró por completo, y me dirigí de nuevo a la habitación para ponerme algo de ropa cómoda.
Quitándome mi suéter de cuello alto, me fui a la cómoda con espejo para tomar unos pantalones de yoga. Mientras tiraba de las mangas del suéter, mi corazón saltó hasta mi garganta cuando vi el reflejo de alguien sentado en mi cama. El instinto se hizo presente y me di la vuelta, con los puños apretados, un grito listo para darle rienda suelta.
Mi cerebro solo procesó que era Pedro después de lanzar mi primer puño.
-¡Espera, espera, espera! ¡Qué demonios, Paula! gritó mientras agarraba su mandíbula.
-¿Qué demonios, Paula? ¡Qué demonios, Pedro! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? le grité.
Bueno saber que si alguna vez fuera realmente
Bueno saber que si alguna vez fuera realmente
atacada, no me congelaría.
-Llegué a casa temprano para sorprenderte se las arregló para decir,frotándose la mandíbula y haciendo una mueca.
Mi corazón aún latía en mi pecho, y mientras trataba de calmarme, me di cuenta de la maleta en la esquina. La que me había perdido cuando entré a la habitación. Bajé la mirada y vi mi suéter todavía colgando de mi cuello como una bufanda.
-¡Podría simplemente matarte! grité de nuevo, arremetiendo contra él y empujándolo sobre la cama . ¡Casi me matas del susto, idiota!
-Pensé en gritar para hacerte saber que estaba aquí, pero entonces me hubiera perdido toda la conversación con Olaf. No quise interrumpir.Sonrió debajo de mí, enganchando sus manos alrededor de mi cintura y dentro y fuera de las presillas de mi cinturón.
Me sonrojé. -¡Traidor! grité por el pasillo . Podrías haberme avisado que alguien estaba aquí… Eres un terrible gato vigilante!
Un maullido desinteresado flotó de vuelta.
-Difícilmente soy solo alguien. Creo que califico un poco más alto que eso,dijo al lado de mi cuello, que ahora estaba llenando con los más pequeños y ligeros besos .-Así que, ¿vas a saludar a tu novio que voló todo el camino a lo largo del mundo solo para mostrarte su martillo, o vas a pegarme otra vez?
-Todavía no lo sé; sigo un poco asustada. Mi corazón está literalmente corriendo, ¿puedes sentirlo? le pregunté, presionando su mano sobre el lado izquierdo de mi pecho.
Solo para que pudiera sentir mi corazón. Sip. Esa es la única razón. Mi corazón estaba de hecho encantado de tener a Pedro en casa temprano; amaba un buen reencuentro romántico. Otras áreas se deleitaron también.
-Ves, ahora pensaré que estaba corriendo por mí,dijo con una risita baja, sumergiendo su nariz a lo largo de la clavícula mientras “sentía mi corazon”.
-Sigue soñando, Wallbanger ,le dije, fingiendo indiferencia.
¿La verdad? Mi corazón ahora se encontraba en modo Pedro, y latía por él. Y hablando de golpes.
¿La verdad? Mi corazón ahora se encontraba en modo Pedro, y latía por él. Y hablando de golpes.
-¿Así que viniste a casa temprano para verme? suspiré en su oído, furtivamente dejando un beso húmedo justo debajo de él. Sus manos se hundieron un poco más en mis caderas mientras se movía en la cama.
-Lo hice.
-¿Crees que me puedes ayudar con este suéter?
-Claro.
-Y después de eso, ¿quieres mostrarme tu martillo? le pregunté a la parte delantera de su camiseta, acariciándolo, colocando mis piernas a cada lado de él. En respuesta, se presionó contra mí y me hizo sentir ese mismo martillo. Me reí entre dientes .-Mmm, ¿voy a ser clavada?
Levantó el suéter para sacarlo, luego me desabrochó el sujetador y mis pechos se desplomaron, causando que sus ojos destellaran, y luego se centraran con precisión.No más preguntas ordenó, sentado debajo de mí mientras me atraía hacia sí.
Hice una mímica sellando mis labios justo antes de que me diera vuelta sobre mi espalda. Dios, amaba a este hombre.
Sus labios bailaron a lo largo de mi clavícula, pellizcando de vez en cuando con sus dientes de una manera que siempre supo me ponían toda caliente, rápido. Lo capté; lo había echado de menos. Arqueando mi espalda, apreté mis pechos contra él, retorciéndome y balanceándome para tener tanto contacto como fuera posible, mi piel necesitando sentir la suya. Después de un año, todavía me podía traer a mis rodillas en segundos con un solo toque, un beso, una mirada.
Me empujé contra él, volteándonos una vez más y tirando de sus pantalones vaqueros. -Fuera, ahora le indiqué.
Cuando su cinturón estuvo fuera, sus botones desabrochados, tiré de sus vaqueros para encontrar que mi hombre no llevaba ropa interior.
Es como que él fue puesto en la tierra solo para hacerme salir de mi piel.
Metí una mano en el interior, agarrándolo con firmeza, sintiendo lo caliente que estaba; listo para llevarme a mi propio viaje alrededor del mundo.
-Joder, te extrañé susurró, su cuerpo delgado y tenso. Me deslicé por la cama, besando y lamiendo su piel con avidez.
Sus manos se acercaron a mi cara, sus dedos revoloteando a lo largo de mis pómulos, cepillando mi cabello hacia atrás. Así podría verme.
Sus manos se acercaron a mi cara, sus dedos revoloteando a lo largo de mis pómulos, cepillando mi cabello hacia atrás. Así podría verme.
Lo llevé a mi boca, por completo. Sus manos se aferraron a mi cabello, manteniéndome en mi lugar, sosteniéndome exactamente como me quería.
-Mmm, Paula gimió, empujando ligeramente. Ligeramente ni de broma, esta no era la forma en que este espectáculo se desarrollaría.
Me retiré y luego lo tomé en mi boca de nuevo, con fuerza. Usando mis manos para acariciarlo, alternando mi tacto, por lo que nunca sabría de dónde venía, utilizando mi lengua y mi boca para provocarlo y tentarlo, persuadirlo a que dijera las más dulces y sucias palabras con esa boca enviada-desde-el-cielo suya. Esa boca que sabía que iba a exigir la más dulce y sucia venganza por todo mi cuerpo.
Lo amaba de esta manera, amaba que pudiera volverlo así de loco. Pero justo antes de que llegara demasiado lejos, me levantó de su cuerpo y me quitó la ropa interior antes de que pudiera decir: oye, esas son mis bragas.
Luego levantó mi falda, separando mis rodillas con las
suyas. Mirándome con esos penetrantes ojos de zafiro, pasó sus dedos por mí, a través de mí, haciéndome gemir y gritar y temblar y retorcerme.-Tan hermosa así ,jadeó mientras grité.
-Te necesito, Pedro… te necesito, por favor! Estaba lista para arrancarme los cabellos de la cabeza y lanzárselos, si creyera que así lo tendría dentro de mí más rápido.
Cualquier otro pensamiento se desvaneció mientras se deslizaba a casa.
Grueso, duro, y diez clases de fantástico fueron todo lo que supe al segundo que Pedro presionó dentro de mí. Dios, eso es increíble gemí, el sentimiento de él dentro de mí llenándome me abrumaba.
Y cuando nos hizo rodar para estar encima de él, y empujó con fuerza dentro de mí, fue la perfección.
Hasta después, cuando nos acostamos en un montón de miembros sudorosos, y me preguntó si me gustaba su martillo.
Eso fue más allá de la perfección.