viernes, 1 de agosto de 2014

CAPITULO 60



Fui al parque solo el tiempo suficiente para ver que Sofia de hecho volvió de su coma. Dudaba que hubiese superado la situación con Nicolas, pero a veces tienes que pretender sentirte mejor para sentirte mejor. Es por eso que comprar ropa deportiva te hace sentir como si quisieras hacer deportes.


Aún esperaba para que eso se hiciera realidad...


Me disculpé por no poder quedarme toda la tarde con la excusa de que tenía un Wallbanger en mi cama, lo que no necesitaba explicación. Mientras giraba en la esquina de mi calle después de bajar del autobús, pensé en lo que
dijo Moni más temprano, sobre necesitar ver a German todos los días. Podían hacer eso fácilmente: ambos tenían trabajos en la ciudad y rara vez viajaban por trabajo. Moni era una organizadora por profesión, ayudando a familias a eliminar cosas y limpiar, mientras German dirigía una empresa sin fines de lucro que ayudaba poniendo computadores en colegios de zonas de bajo ingresos.


¿Me gustaría ver a Pedro todos los días? Claro que sí, sus geniales abdominales por si solos valen la pena el precio de admisión. Pero más que eso, nosotros solo... funcionamos bien juntos. Existe una facilidad en nuestra relación que no tuve con nadie más, quizás porque primero fuimos amigos. Y aunque teníamos nuestra cantidad de cejas levantadas como todas las parejas, rara vez peleábamos. Tal vez porque pasábamos menos tiempo juntos que la mayoría de las parejas.


Negué con la cabeza mientras subía las escaleras. No importa por qué funcionábamos, simplemente lo hacíamos. Y como Pedro continuaría teniendo mucha demanda profesional, seguiríamos haciéndolo funcionar a larga
distancia. Me gustaba la idea de un romance no convencional, especialmente ya que nuestro comienzo fue así.


Estuve en una sequía de citas luego de pasar una noche con El Que No Debe Ser Nombrado  véase Carlos Weinstein asustara mi orgasmo a la clandestinidad, desapareciendo de la faz de la tierra. Ido, ido, ido estaba; sin despedida, sin es un placer conocerte. Simplemente ido. Traté de recuperar a la O trayendo de vuelta a unos compañeros probados y eficaces, pero no funcionó. Y por supuesto traté de reconectar usando la Santa Trinidad de los Amantes de
Fantasía  el Leto, el Damon y el Santo Clooney , pero incluso con mi propia mano, la O abandonó el edificio. 
Finalmente Pedro y yo fuimos capaces de conjurarla de nuevo en un puf de harina en el suelo de mi cocina, rodeados de pasas y miel.


Y hablando de no convencional, Pedro nunca salió con nadie en el sentido tradicional. Cuando lo conocí era el rey de los Amigos con Beneficios, con un harén real. Mientras él y yo nos hacíamos amigos en esos días lejanos, me confesó que todas las mujeres con las que salió  parecían querer la misma cosa: una cerca blanca. Lo convencí de que en realidad no todas las mujeres quieren eso, especialmente esta mujer en particular. Le dije:  La mujer correcta para ti no querría cambiar nada sobre tu vida. No agitaría tu bote, saltaría en él y lo navegaría contigo.


Solía salir con alguien que quería que fuera su cerca blanca, su personal Señora Acéptalo Todo. O Señora James Brown, en este caso. El abogado, no el Padrino del Soul, para ser claros.


¿Cercas blancas? Gracias, pero no.Me gustaba mi vida, me gustaba nuestra vida, era bastante genial.


El ejemplo perfecto era nuestra situación de vida. Mientras puse el seguro, miré por el pasillo hacia la puerta de su apartamento. Cuando se encontraba en casa tendíamos a pasar la mayor parte del tiempo en mi casa, pero me gustaba que aún teníamos nuestros apartamentos. Viví con compañeros de cuarto la mayor parte de mi vida adulta, y aun cuando técnicamente me subarrendaba Josefina  de ninguna manera sería capaz de pagar por este increíble apartamento sin su control de renta , seguía siendo mi
propio lugar.


El cuál compartía con un muy peculiar felino. Me permití entrar, buscando a Olaf pero sin verlo. Sin embargo, tenía una idea de dónde podría estar. Quitándome los zapatos, caminé silenciosamente de regreso a la habitación, asomando la cabeza por la puerta.


Metido en la esquina de la cama, donde típicamente lo dejaba, se encontraba Pedro, aun durmiendo de su largo viaje a casa. Envuelto en una bola detrás de las rodillas de Pedro, Olaf abrió un ojo y registró que me encontraba en casa. Movió una oreja y estiró su espalda, metiéndose más en su punto favorito.


Susurré: -Oye,Olaf,como está mi dulce…


Me detuvo con un bajo pero muy corto miau.


Y me dio una mirada muy específica, dejándome saber que mis chicos necesitaban su sueño y que debería dejar las cosas como estaban. Me reí para mí misma mientras Pedro dejaba escapar un ruidoso ronquido, luego retrocedió.
Olaf permaneció detrás de las rodillas.


Las rodillas de Pedro… Qué nombre tan genial para una banda.


Mientras los chicos dormían, lavé algo de ropa, trabajé en algunos bocetos para el nuevo proyecto del hotel, y horneé. Hornear me centraba, me ayudaba a enfocarme y ver mi camino a la vuelta de las esquinas, especialmente cuanto trabajaba en algo nuevo. Dos panes de calabacín después, me encontraba encaramada en la isla de la cocina con un lápiz de color en la boca cuando escuché movimiento.


Pedro vino a la cocina, oliendo primero. Contuve el aliento, casi inhalando mi lápiz cuando lo vi en sus pantalones de pijama sueltos, cabello desordenado, y expresión dormilona. Sabía que si presionaba mi rostro en el centro exacto de su pecho, olería a Downy y chico caliente. El corazón, como siempre, se saltó un latido.


-¿Calabacín?  preguntó mientras olía el aire, sus ojos aún a media asta, pero buscando el pan. Sus ojos no eran exactamente lo único a media asta…


-Calabacín ,afirmé, asintiendo.


Una lenta sonrisa se deslizó por su rostro; nada podía hacerlo más feliz que pan casero. Bueno, casi nada.


-¿Quieres un poco?  pregunté.


Caminó hacia mí, y el pan detrás de mí, con una mirada determinada en su rostro. -Estás bromeando, ¿cierto? preguntó, descruzando mis piernas para posarse entre ellas . Siempre quiero un poco.


-¿Seguimos hablando de pan de calabacín?  pregunté, mientras sus manos se agarraban a mis caderas. Acercándome más a la orilla de pronto, presionó un beso mojado debajo de mi oído.


-Estoy hambriento, sí susurró, con una voz que instantáneamente le dijo a mis muslos que se separaran .-Y el pan de calabacín puede esperar.


Gemí. Digo, por supuesto que gemí.


Todo bajo mi delantal se fue en sesenta segundos, lo cual fue volteado y sacado del camino. Se puso de rodillas, jalando mis caderas exactamente al borde del mostrador, mis piernas más o menos lanzadas sobre sus hombros


-Cristo Pedro, qué trajo esto…  oh!


Perdí el tren de mis pensamientos mientras su boca abierta se presionaba contra mí, su lengua fuerte y buscando. Con una lamida, me perdí. Con una segunda lamida, me encontraba cerca de lo estúpido.


Con la tercera… Aquí está lo divertido de mi orgasmo. Una vez que estoy fuera de mi camino, era feliz de venir. Ejem.


-Oh Dios, tú… eso es… tan… vaya… mmm  gemí. Se movió, me moví. Él vibro, temblé. Se hundio , yo… Oh, demonios. Fallé.


-Sensible, ¿eh?  murmuró, levantando su cabeza y perversamente lamiendo sus labios. Enrosqué mis manos en su cabello y no muy gentilmente lo empujé de nuevo hacia abajo.


-Si te detienes ahora, te mataré con este temporizador de huevo logré decir, agarrando la única cosa que se encontraba cerca. Que solté tan pronto como él regresó a mí, mi respiración era rápida y difícil de controlar. Enterré mis talones en su espalda, temerosamente flexionando mis caderas para acercarlo más a dónde lo necesitaba. Dando una larga lamida por dentro de cada uno de mis muslos, extendió sus manos debajo de mí y alrededor de mis
caderas, manteniéndome quieta lo mejor que pudo y abriéndome más para él.


-Como si pudiera detenerme. ¿No sabes que sueño con esto cuando estoy lejos?  preguntó, empujándome con su nariz, exactamente donde necesitaba que estuviera su boca.


-Tú… sueñas con… esto? pregunté, arqueando la espalda. Me encontraba tan, pero tan cerca.


-Joder, sí, ¿bromeas?  Aplastó su lengua y la arrastró por todo mi sexo, sumergiéndola en el interior y continuando hacia arriba, cerrando su boca ahora y rodeándome con sus labios. Liberándome con un gruñido suyo, bajó una mano, usando sus dedos para presionarme por dentro .-Pienso en esto, y los sonidos que haces cuando te vienes, la forma en que sabes. Mmm… dulce Paula, me vuelves loco.


Sus palabras arremolinaron mis pensamientos. Me levanté en mis codos, con la piel en fuego, mi mirada difusa en este hermoso hombre, con su boca en mí. Montando su mano, mis caderas ondularon mientras su lengua y labios me
consumían. Sus ojos ardiendo en los míos, jadeé cuando mi orgasmo me golpeó como un tren de carga. Temblando, caí de espaldas en el mostrador.


Se levantó, una mano seguía acariciando mi piel mientras me estremecía, la otra empujando sus pantalones de pijama abajo. Pasó su puño arriba y abajo por su longitud, luego la presionó dentro de mí, pero solo apenas. Su cabeza cayó hacia atrás mientras envolvía sus manos alrededor de mis caderas, usando mi peso como palanca mientras lentamente… se hundi … dentro.


Estaba perfectamente quieto.


Yo perfectamente no.


Simplemente no podía estarlo. Eso era demasiado; él era demasiado.
Nunca me acostumbraría a sentirlo dentro de mí, expandiéndome y llenándome y estando perfectamente ahí. Azoté, oscilé, me arqueé, flexioné. Y permaneció quieto. Los músculos en sus brazos se fruncieron, su cuello con cuerdas, su torso brilló con la dulce tensión de no moverse. Él era como un travieso trabajo de arte.


Luego levantó la cabeza y abrió los ojos. Singularmente enfocado, oscuro, y del conjunto de una mente.


Pedro iba a coger.


Saliendo casi completamente, empujó bajo. Y duro. Y serio.

Y me vine


Me montó, montó mi cuerpo y mi sexo, y cuando se inclinó pesado sobre mí y cantó las palabras más sucias imaginables en mi oído, me vine de nuevo. Igual que él. Bajo. Y duro. Y tan serio.


Envolviendo mis brazos a su alrededor, lo mantuve dentro tanto como pude. Aun cuando me levantó del mostrador luché contra la pérdida, manteniendo mis piernas envueltas alrededor de su cadera mientras se reía. Me desenvolvió, me lanzó sobre su hombro de una manera tipo bombero y palmeó mi trasero.

Luego comió todo el pan completo de calabacín con sus pantalones alrededor de sus tobillos mientras se inclinaba en el mostrador, descansando su cabeza en mi trasero.



***



-Entonces recuérdame nunca dejar de hornear para ti dije quince minutos después, cuando finalmente se me permitió ponerme de nuevo los pantalones y comenzar a limpiar la cocina.


-¿Alguna vez pasará?  Pedro parecía afligido. Ante la idea de que yo tal vez dejara de hornear, ¿o porque se acababa de comer el pan entero?


-Lo dudo. Es el tipo de cosa de beneficio mutuo, obviamente.


-Debería decirlo.  Sonrió y le serví algo de café y lo llevé hacia el sofá . ¿Por qué estoy en el sillón?


-Porque estoy limpiando y estás en medio. Además acabas de regresar, así que déjame adularte un poco.


-Pero principalmente porque me encontraba en medio, ¿cierto?


 -Cierto.  Agarré una escoba y barrí algunas pasas. Olaf ya desapareció algunas; imaginé que las encontraría en la cama esta noche. Le encantaba esconderlas una por una. Dejé de hacer preguntas.


Pedro se relajó en el sillón, mirándome barrer y comentando cuando mi parte trasera lucía particularmente atractiva. Mirándome por la parte superior de su taza de café, preguntó: -Oye, ¿por qué hacías bocetos en sábado? ¿Tienes que trabajar hoy?


-Algo así.


-¿Algo así?


-Sí, un gran trabajo que Josefina me dio. Lo presentaremos la siguiente semana, y si obtengo este trabajo significará… Bueno, es algo grande.  Dudé, ni siquiera queriendo decirlo en voz alta. Esto sería grande, gigante, enormes bolas


-¡Eso es genial! ¿Qué tipo de trabajo?


-Un hotel en Sausalito. Josefina me está dejando liderarlo, debido a la boda y su luna de miel. Así que sí, una gran semana de trabajo.  Terminé de barrer y lancé las pasas a la basura. Agarrando mi cuaderno de bocetos, me dirigí a la sala y me senté a su lado, levantando mis pies a su regazo.


-Suena grande. Es bueno, nena.


-Además, estoy como haciéndome cargo mientras ellos se encuentran de luna de miel. Estaré repleta de trabajo.

- Puedes manejarlo. Estoy orgulloso de ti.


-Bueno, enorgullécete de mí si obtengo el trabajo. Hasta entonces solo es una oferta. Pero dedos cruzados, ¿cierto? Me reí, recostándome contra los cojines mientras él frotaba mi talón.


-Tengo un buen presentimiento con esto. Tal vez tendremos algo que celebrar la siguiente semana  dijo, meneando mi dedo gordo del pie . Hablando de celebraciones, ¿te gustaría venir conmigo a Río en diciembre?


-¿Qeh? 

-Digo otra vez, ¿qeh?


-Amo cuando sueltas consonantes .murmuró, acercándose más e inclinándose sobre mí.


 -¿Lo dije en voz alta?


 -Seguro que sí.


- De acuerdo. Bueno, entonces, mi respuesta es qeh.


 -Nadie en el planeta ha dicho esa palabra exacta antes.  Se rió, dibujando una línea con la punta de sus dedos hacia abajo de mi nariz y presionándola contra mi boca.


 -¿Río? ¿En diciembre?  murmuré. 

 -Para Navidad.


 -¿Qeh?



Mientras se reía, trepé por debajo de él.-Explícalo, por favor.


-Nada que explicar. Fiché un trabajo en Brasil. Caliente y sensual brisa del océano. Bebiendo caipiriñas, debajo de las linternas del festival. Aceite de coco. Bikini. Pedro.


-¿Segunda Navidad lejos de casa al hilo?


Regresé a Navidades pasadas, creciendo. Tenía una tía y tío favoritos…
¿no lo tienen todos? Técnicamente mi tía abuela y abuelo, Lidia y Luciano eran leyendas en nuestra familia. Nunca tuvieron hijos, y si eso era destino o naturaleza, nunca lo supe; nadie nunca habló de ello. Pero tuvieron una vida con la que siempre soñé.


Viajaron cada año, y me refiero a que viajaron. Tío Luciano hizo buen dinero, invertido sabiamente, y cuando se retiró a los sesenta y cinco agarraron camino.
Poseían una casa en San Diego, pero solo la usaban como una base. Tenían amigos por todo el mundo y pasaron el tiempo en lugares como Madrid, Atenas, Roma, Lisboa, Ámsterdam, Caracas y San Paolo. Río de Janeiro. Fueron a donde quisieron, y a donde el viento les dijera que fueran. Solo se encontraban ocasionalmente cerca para Navidad, y me encontraba emocionada de ver de dónde provenía mi regalo cada año, de qué lugar lejano sería mi postal.


¿Amaban menos a su familia porque eligieron viajar por todo el globo para Navidad? Nunca lo pensé, aunque algunos de los miembros más tradicionales de la familia sintieron que era raro y un poco egoísta que no quisieran estar cantando villancicos en casa de la abuela y comiendo pavo con todos los demás.


Pensé que era romántico, emocionante, y un poco impresionante.


Murieron hace pocos años, en un rango de tres meses entre uno y otro.
Después de que sucedió ayudé a sacar algunas de sus cosas y encontré sus pasaportes. Estaban maltratados, usados y estampados con ciudades de todo el globo, algunas de las que nunca escuché.


Y cuando fui a Salzburg el año pasado para acompañar a Pedro en Navidad, no me sentí egoísta o extraña. Pensé que era romántico, emocionante, y más que un poco impresionante. Lo más alejado de lo tradicional, pero, ¿tal vez una tradición de Pedro y Paula?


Mentalmente calculé si las responsabilidades de mi trabajo adicional me permitirían tomarme un tiempo. Las vacaciones eran un período ocupado para nosotros, pero la semana entre Navidad y año nuevo era muy manejable. Su invitación era inesperada, pero no fuera del mundo de lo posible


Comencé a canturrear. -La chica de Ipanema .una sonrisa lentamente se extendía por mi rostro.


 -¿Es un sí a Río?  preguntó.



-Es un diablos sí, Wallbanger, ¡diablos sí a Río!  chillé, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura y viendo su mirada de emoción en su rostro antes de halarlo para un gran beso mojado. El último año me invité sola. Este año me quería con él. Joder, amaba a este hombre.
Nos besamos un momento, luego regresó a su lado del sillón y siguió frotando mi pie y yo regresé a mis bocetos.


Unos minutos después, tuve un texto. Bufé, luego le dije a Pedro: -Oye, este es de Central de Bodas, necesitas ir por tu esmoquin, pronto. Josefina dijo que se supone que tú y Benjamin vayan juntos; se está volviendo loca.

-Lo sé, padrino y todo; necesito lucir bien. Rodó los ojos.


Benjamin le pidió a Pedro que se parara a su lado en la boda, era como perfecto. Ya que yo era una de las damas de honor de Josefina.

-Te verás bien, a nadie le preocupa eso. Me reí mientras presionaba la parte inferior de mi pie .-Por la que me preocupo es Sofia. Está deprimida desde esta mañana, y lista para comprar el vestido más sexy que pueda encontrar para esta fiesta.


 -Ajá.respondió, concentrándose en mi empeine.


- Creo que todo lo que quiere es asegurarse de que se verá bien si Nicolas viene, ¿ya sabes? Digo, ¿viene? ¿Seguro?
-Ajá .respondió de nuevo, un ceño más pequeño apareciendo en su frente. Lo dejé frotar mi pie otro minuto.
-Entonces, ¿traerá a alguien a la boda?  pregunté en el tono de menor interés posible.

-Paula-  advirtió. 

 -¿Qué? Si traerá a alguien, es algo que sería bueno saber de antemano, ¿no lo crees? No es como si estuvieras traicionando el código de chicos solo por decirme si trae a alguien, ¿cierto?  pregunté, golpeándolo en la panza con mi dedo gordo del pie, provocando una sonrisa.


- Sí, traerá a alguien.aceptó, mirando mi rostro cuidadosamente.


Exhale igual de cuidadosamente.


-De acuerdo, ves, no fue tan malo, ¿o sí? pregunté, empujando mi pie en su mano otra vez. Reanudó su amasado. Dejé pasar un minuto.

-Así que, ¿es bonita?

-No voy a hacer esto  dijo, sacando mi pie de su regazo y levantándose.


-¿Qué? Solo estoy preguntando si es bonita.insistí mientras se giraba de espalda hacia mí.


- Te lo he dicho, no es algo de lo que podamos hablar. Te pones demasiado exaltada para ser racional, y yo…

-¿Me exalto? ¡Por supuesto que me exalto! Mi mejor amiga tiene el corazon destrozado porque tu mejor amigo fue un idiota que la engaño, y…


 -Por última vez, ¡no la engañó!  espetó.


 -¡Besar es engañar! ¡Por supuesto que es engañar! espeté en respuesta, levantándome para afrontarlo.

-Besó a su ex novia una vez, pasó una vez. Y le dijo. ¡No tuvo que haberle dicho nada! Pudo habérselo ocultado, ¡pero le dijo! 

 -Oh, ¿ahora se supone que obtenga puntos por ello? ¿Por decirle después de que la engañó?  grité.


Cuando dije que Pedro y yo no peleábamos, realmente no lo hacíamos. 

Excepto por este asunto.


Así que aquí está toda la historia. Cuando la ex novia de Nicolas vino a la ciudad y su cena terminó con un beso, Nicolas se lo dijo a Sofia, y ella lo dejó. Y desde entonces, se rehúsa a hablarle, a verlo, a tener nada que ver con él. Borró correos electrónicos y textos. No quería que él intentara explicar nada, porque en su mente no había nada que explicar.


El problema es que los chicos concordaron que lo que Nicolas hizo, tan malo como era, no era suficiente para una ruptura. Por supuesto, las chicas concordamos que besar era engañar: las pollas no necesitaban ser insertadas
para engañar. Sofia tenía todo el derecho de terminar las cosas con Nicolas, y como engañador, no tuvo mucho que decir sobre cómo fueron las cosas.


Por lo tanto, sus argumentos.


Moni y German también pelearon por esto, era algo en lo que todos tenían una opinión. Opiniones que Pedro y yo concordamos no valía la pena compartir, ya que nos hacía discutir cada vez que hablábamos de ello, aun así el asunto seguía saliendo.


¿Qué era un engaño? ¿Dónde se situaba esa línea de la que, si era cruzada, ya no podías regresar? ¿Era diferente para cada pareja, o era blanco y negro?


- No merece puntos por eso. 


-Eso no es lo que quise decir, y sabes que…


 -Ese tipo de cosas no solo suceden, Pedro. Tomo una decision… 

- ¡Un beso!  ¿Y eso tenía que terminar con todo? ¿Qué hay de Sofia?
No le dará al chico una oportunidad para explicar, ella…

-No hay nada que explicar, ¿no lo entiendes? grité, lanzando mi cuaderno de bocetos por la habitación.


Silencio.


 -No quiero hablar ya de esto murmuré, cruzando la sala para levantar mi cuaderno. Él atrapó mi mano mientras caminaba.


- Esto es exactamente el por qué no quería hablar del tema desde el inicio. No hay bueno o malo aquí.  Levantó un dedo a mis labios cuando comencé a explicar que sí, de hecho lo hay, o al menos hay un área gris . -Pero no importa lo que sea, no vale la pena que peleemos por ello, ¿cierto? 

Suspiré, dejándolo jalarme hacia su pecho. Presioné mi cara exactamente en el centro. La esencia de Downy me calmó.
- Correcto. 

Me mantuvo cerca.


 -Te amo  dijo en la cima de mi cabeza.


 -También te amo.


Ser la mitad de un nosotros algunas veces es difícil.