jueves, 7 de agosto de 2014

CAPITULO 74




El escenario para el tercer Round de Sofia vs. Nicolas (Conocido en los círculos convencionales como la fiesta de Navidad de Moni y German) comenzó en el segundo en que Nicolas apareció con una nerd sexy. ¿Una nerd sexy?, te preguntarás. Permíteme retroceder un poco…


Sofia conoció a un tipo en un concierto benéfico de la sinfónica.


Bernard Fitzsimmons, profesor asociado de física aplicada en Berkeley y vicepresidente de la Sociedad de la Apreciación Musical en el Área de la Bahía de San Francisco, tuvo el placer de conocer a Sofia en un musical en las escuelas del programa de recaudación de fondos en el que se presentó. Siendo increíblemente talentosa al igual de hermosa, ella era a menudo llamada para presentarse en funciones caritativas, especialmente las que se inclinaban musicalmente.


Compartieron un taxi y un beso después del evento y Sofia lo invitó a la fiesta. Él era endiabladamente inteligente y endiabladamente lindo, dos atributos que se complementaban muy bien entre sí.


Nicolas se enteró de ese evento, orquestado a propósito y muy cuidadosamente por Moni para ser claros - Oh, ahora le gusta los nerds sexy, ¿eh? - Y él fue a la caza de su propia nerd sexy. Terminó conociendo a Polly Pinkerton, la jefa de un laboratorio de investigación en el Centro Médico de la Universidad de California de San Francisco, especialista en los efectos de pesticidas e insecticidas en el desarrollo infantil. Se presentó en el programa de la mañana en el canal local afiliado a NBC, y Nicolas pasó todo el tiempo en la sala verde coqueteando con ella sobre un pote de avellana de café torrado.
Ilusionado con la cafeína, la vio como la nerd sexy perfecta para traerla a la fiesta. Pero genuinamente también disfrutó de su compañía y la había visto un par de veces antes de la fiesta. 


Ambos trajeron a nerds a una pelea de ex y ninguno estuvo listo para el resultado.


¿Bernard? Lindo, sí. Inteligente, sí. Aburrido, sí. Estuve atascada en la cocina con él y Sofia durante casi treinta minutos discutiendo sobre las paredes de color beige y su lugar en el interior de la casa, porque a Bernard le encantaba el canal de televisión HGTV, no me digas. 


Sofia me daba la mirada de “disculpa” toda la noche, pero yo comprendía. 


Él era lo que Carrie Bradshaw nombró como un chico “genial en teoría.” 


Desafortunadamente también era tan aburrido como la teoría. Me encontraba en medio de la discusión de arena vs piedra e intentando detenerme de morder mi propio brazo así tenía algo con qué golpearlo, cuando escuché la voz de Nicolas desde la entrada.


Sofia se paralizó. Yo me paralicé. Bernard se puso poético sobre la belleza de una tabla periódica pintada en el más suave de los tonos de masilla y hueso.


- Masilla y Hueso - le dije a Sofia . - Qué gran nombre para una…!



- Oh, shhhh con tu gran nombre para una banda, aquí viene Nicolas -  siseó Sofia, envolviendo el brazo alrededor de Bernard, que fue persuadido de su discurso sobre el beige por unos senos muy suaves presionados en su costado.


Sus ojos se ensancharon y movió los pies nerviosamente. Casi sentí un poquito de lástima por él; el pobre chico no tenía ni idea en lo que se encontraba atrapado.


- Masilla y Hueso es un gran nombre para una banda - murmuré, saliendo y tomando un buñuelo de camarón de la mesa donde se hallaba la comida que trajeron todos.


La fiesta se hallaba en su máximo esplendor; hermosas parejas se movían con canciones country de Navidad al estilo del rock and roll en el estéreo, con ponches calientes y sidra siendo vertidas generosamente por German, mientras Moni disponía bandeja tras bandeja de dulces.


Mientras comía buñuelos de camarones, escaneé la multitud en busca de Pedro. Hablaba con uno de los amigos de German del trabajo. Atraje su atención y señalé hacia el pasillo, donde Nicolas caminaba hacia la cocina. La chica que lo acompañaba era encantadora; con ojos penetrantes y una curiosa mirada en su rostro mientras observaba a la multitud. Se encontraban en un rumbo de colisión con Sofia y Bernard Beige. Metí otro buñuelo en mi boca y caminé en modo de espía de regreso a la cocina, encontrándome con Pedro, quien también había alertado a Moni y a German, en la esquina.


- Sabes, esto se está poniendo ridículo - dije mientras los cuatros adoptábamos una posición de mirar y esperar, flanqueando cada entrada de la cocina.


- Sólo vigilamos a nuestros amigos - dijo Pedro, recostándose contra la pared. ¿Cuándo esto se convirtió en Misión Imposible?


Justo cuando Sofia y Nicolas posaban sus ojos uno en el otro por primera vez desde la Noche de Juego y recordaban que mientras que Bernad Beige y Linda Polly estuvieran perfectos, ellos nunca iban a volver a voltear sus mundos de cabeza. Nunca iban a ser el “único”. Pero eso no los detenía de intentarlo.


- Sofia.


- Nicolas.


Qué dramáticos, estos dos. 

- ¿Bernard?


- ¿Polly?


Espera, ¿qué?


Nosotros cuatro echamos un vistazo alrededor de la esquina como tótems, observando cómo colapsaban Linda y Beige en el centro de la habitación en una maraña de brazos y risas.


- ¡Guau, Polly! No te he visto desde la conferencia sobre la rehabilitación genética en el Hilton en Anaheim - dijo Bernard, luciendo emocionado de verla.


- ¿Ha pasado tanto tiempo? Te busqué en la Cumbre de Quantum en San Diego; pensé que estarías allí de seguro - respondió Polly, levantando la mirada tímidamente a través de sus pestañas.


- Me encontraba en Suiza… con el Hadron - dijo él, sacando un poco el pecho. No lo entendí, pero ella se veía impresionada.


- El Gran Colisionador de Hadrones, está en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, conocida como CERN en Suiza - susurró German al otro lado de la entrada. Moni también se veía impresionada. Junto con German. 

- Eh, Bernard, ¿por qué no me presentas a tu amiga? - intervino Sofia, tirando de su brazo. Él no se dio cuenta. Ella sacó sus lolas. Él se dio cuenta.


- Oh, lo siento, Polly. Estas son, quiero decir, esta es Sofia - dijo, sonrojándose . Sofia, esta es Polly. Ella dirige un laboratorio en la UCSF…


- Toco el chelo en la orquesta sinfónica de San Francisco - espetó Sofia, viéndose sorprendida ante su propio vómito de palabras.


Me mordí mi puño para evitar reírme.


- Es un placer conocerte, Sofia. Este es Nicolas. Nos acabamos de conocer; él…


- Hola. NBC. Canal 11 - dijo Nicolas, dándole un fuerte apretón de mano a Bernard con furia .- ¿Deportes? - terminó, cuando Bernard lo miró con perplejidad .- Soy el locutor deportivo.- Ya sabes, Nicolas hace el llamado todos los días a las seis con once minutos - terminó con su mejor voz de radiodifusión.


- Ah, claro, hola. Gusto en conocerte…  Nicolas?


Pedro contuvo su risa. 

Polly y Bernard continuaron hablando en el centro de la habitación mientras Nicolas y Sofia retrocedían hacia sus propias esquinas, confundidos.


Regresé a los buñuelos de camarones con Pedro, contenta de que esta noche se resolvería por sí misma.
***

 
Una hora más tarde me encontraba en el baño con Sofia y Moni, debatiendo los beneficios de mostrar un seno a propósito. Bernard y Polly continuaban rememorando las conferencias a las que asistieron, quién había publicado tal artículo en tal periódico, y ahora hablaban sobre un tipo
encantador llamado quark que era un ¿fondo? German había intentado explicar lo último, pero cuando se introdujo en fuerzas fundamentales y decaimiento departículas, no pude escuchar más. Principalmente porque Moni jadeaba muy fuerte; le encantaba cuando German daba buena ciencia.


Así que ahora aquí nos encontrábamos, debatiendo el resbalón de dicho seno y si sería suficiente para reencaminar la noche de Sofia. Un poco borracha por demasiados ponches y todavía impactada por el hecho de que no iba a ir a Rio, perdí el interés rápidamente.


- Oh, por el amor de Dios, sólo ve a mostrarle un poco de escote al profesor aburrido de allí, ¿quieres? - espeté, regresando a la fiesta. Linda Polly y Bernard Beige se encontraban en el sofá, con las narices prácticamente
tocándose y tenía la certeza de que más partes del cuerpo iban por el mismo camino.


Su química era del tipo que era cultivada en una placa de Petri y cocida a fuego lento sobre un mechero Bunsen hasta que estuviera caliente y cachonda.


El hadrón de alguien iba a colisionar esta noche, eso era seguro.


Espié a Nicolas dirigiéndose hacia donde Sofia acababa de aparecerse desde el baño, y rodé los ojos.


- ¿Cómo estás, cariño? - preguntó Pedro, agarrando mi brazo.


- ¡Genial! ¿Qué hay de ti?


- ¿Seguro que estás bien?


- ¿Por qué no lo estaría? - Me tomé mi ponche y miré alrededor en busca de otro.


- Porque la mitad de tu seno está fuera de tu camisa - respondió, girándome hacia la pared y lejos de algunos invitados bastantes encantados.


- Mierda - exclamé, metiéndolo de regreso . -Demostraba como… oh, no importa.


- Tal vez deberíamos pensar en irnos a casa - sugirió.


-Iba a decirle lo que yo pensaba sobre eso cuando escuchamos un golpe desde la cocina. Todos llegamos allí al mismo tiempo para encontrar a Nicolas usando un tazón de ensalada de papa y a Sofia sosteniendo un plato de
buñuelos de camarones sobre su cabeza. Con un seno afuera a propósito. Los ojos de Nicolas se encontraban fijos en el seno y la rabia ardía a través de la ensalada de papa.


- ¡Cúbrete! - gruñó él.


- ¡Cubre esto! - gritó ella.


- ¡Mis buñuelos de camarones! - gimió Mimi.


- ¿Qué tan lejos está tu coche? - preguntó Polly mientras Bernad y ella salían por la puerta principal.


Sacudí la cabeza, recogiendo mis galletas y mi Wallbanger, y dirigiéndome hacia Sausalito.


Pedro y yo habíamos estado juntos aproximadamente un año y por supuesto que había noches en las que no teníamos sexo cuando él se encontraba en casa. ¿Dolor de cabeza? Algunas veces me daban. ¿Esa época del mes?
Definitivamente no pasaba. Pero esta era la primera vez que decía que no porque me sentía irritada.


Y ahora él se sentía irritado porque yo estaba irritada.


Es justo decir que culpé a Rio.

CAPITULO 73




Una vez que volamos de regreso a la costa oeste, la planificación de las vacaciones se encontraba en pleno apogeo. Estaba tan ocupada como siempre, tratando de hacer tanto como pudiera antes de que los equipos de trabajo comenzaran a tomar su descanso de Navidad. 


Trabajamos en la decoración de Navidad en algunos hogares clave y hoteles en los alrededores de la ciudad, y  el proyecto de Sausalito me mantuvo ocupada. Estábamos adelantados y el señor Camden parecía muy satisfecho con, no sólo la construcción, sino el interés que se generaba alrededor de la ciudad.  


Moni y German planeaban su fiesta navideña una semana antes de Navidad y prometía ser una noche fabulosa. Teniendo lugar en su nuevo apartamento, habían invitado a amigos y compañeros de trabajo de los dos lados. Y Sofia y Nicolas estarían presentes. Por supuesto, ambos llevarían citas. Tenía la esperanza de que la falta de Pictionary los mantuviera un poco más en línea. Que ilusión:Fiesta para uno.  


Y ¿Pedro? Bueno, no sé cómo describir como estaba Pedro. Estaba...cerca. No puedo explicarlo mejor que eso. Él sólo parecía siempre estar cerca. Canceló un viaje que planeó a Vancouver; canceló un viaje que planeó a
Honduras. Se suponía que iba a estar fuera casi todo el mes de diciembre, pero ahora lo único en sus libros era nuestro viaje a Río. Él no había tenido tiempo de inactividad como este en, bueno, no sé cuándo. No desde que lo conozco. 


Andaba en bicicleta casi todas las mañanas y luego pasaba la mayoría de las tardes estudiando detenidamente viejos discos compactos de sus fotos, catalogándolos y fechándolos.  


Él estaba… cerca.  


La cuestión era que yo no. Pensé que debía sentirme mal por trabajar tanto, pero no era así. Es decir, esta era mi temporada alta y si él estuviera de viaje como de costumbre, no estaría tanto tiempo cerca para notarlo. 

¿Debería sentirme mal?  


Dijo que entendía. Me trajo el almuerzo casi todos los días, intentó una vez más persuadirme a volver a la cama por la mañana con la promesa de cosas sucias...  


Y Dios mío, lo amaba, pero casi me alegraba cuando...  
Bueno, voy a decir lo que se supone que no se puede decir.


Me alegraba cuando tenía la cama para mí sola otra vez.  

Odio decirlo, pero a veces dormía mejor cuando él se encontraba en la carretera. Pero se supone que no se debe decir eso, ¿verdad? Se supone que debes acurrucarte todas las noches durante ocho horas seguidas abrazándose y
haciéndose mimos... Pero ¿la verdad? Necesitaba mi propia cama de vez en cuando. Me gustaba un tiempo a solas. 


¿Eso es malo?  

Pero sabía que tenía trabajo que hacer. No había manera de que fuera capaz de salir para nuestro viaje de Navidad a menos que realizara todo mi trabajo. Y no había manera de que me perdiera eso: Esta chica se va a Ipanema.  


La mañana de la fiesta de Navidad de Moni, planeé un poco de tiempo de calidad a solas con mi KitchenAid. Moni me pidió que hiciera galletitas para su fiesta y aproveché la oportunidad, a pesar de que estaba estúpidamente ocupada.  

Toda mujer necesitaba un poco de cariños de vez en cuando. ¿Tengo razón? Y mi máquina de amor propio era de acero inoxidable, de gran alcance y venía con un dispositivo opcional para hacer salchichas. Ejem.  


Casi terminaba el día cuando llamó Josefina. Cuando contesté, al principio casi no la escuché con todos los estornudos y soplos de la nariz.  

- ¿Qué demonios, Josefina? ¿Reapareció la peste bubónica?


- Ugh, nunca te enfermes en Europa; vas a pasar horas tratando de explicar tus síntomas. Pero eso no importa, ¿qué tienes para mí?


- ¿Qué quieres decir? - le pregunté, hojeando mi agenda. Necesitaba que Marisa corra a la casa de un cliente en Pacific Heights y le entregue una corona, y había dos entregas más después de eso, y…


- Paula. Oye, Paula, ¿oíste lo que dije?  


- Lo siento, es un día ajetreado. ¿Qué pasa?  


- Pregunté que tenías para mí… ¿tu lista? ¿No tienes alguna pregunta? ¿Algún incendio que apagar? Soy toda oídos; ¿qué tienes?  


- Oh, lo siento. Um, vamos a ver. En realidad, las cosas están bastante bien, bajo control. Me voy pronto; Moni y German están organizando una fiesta esta noche y debería ser divertida - le dije, mirando el reloj debajo de la mesa.


De verdad necesitaba ir por Marisa para que hiciera sus mandados para que pudiera salir a tiempo . Las cosas están funcionando bastante bien.


- Oh. Oh, bien, eso es bueno. Sólo pensé en revisar si necesitabas algo, pero parece…


- Lo siento, Josefina - la interrumpí cuando Marisa entró por la puerta . -Oye, Marisa, ¿puedes pasar por la casa de los Nelson en tu camino a dejar los cubiertos? ¡Gracias! - La saludé con la mano .- Bien, ¿dónde estábamos?


- ¿Le pediste a una interna que se encargue de las decoraciones de Navidad para uno de nuestros clientes más importantes?


- No, le pedí a Marisa que deje una corona floral. Este año me ayudó a diseñar toda su sala de estar y el comedor y la aman. La señora Nelson prácticamente la adoptó la última vez que estuvimos allí. ¿Por qué, hay algún problema? - le pregunté, confundida. Ella me puso a cargo, ¿no?  


- No, no hay problema, sólo me sorprende que lo haga una interna. Pero supongo que cada uno tiene su manera de hacer las cosas, ¿no?  


Apreté los puños bajo la mesa. Las dos nos quedamos en silencio. Aspiré, odiando esta tensión. - De cualquier manera, ¿cómo va la gira mundial? ¿Dónde vas a pasar la Navidad?


- Benjamin tiene algunos amigos en Múnich que quieren que pasemos las vacaciones con ellos, así que mañana nos dirigimos allí.


- Suena bien.


- Sí. Así que siento enterarme lo de Rio, tal vez ustedes puedan ir el año que viene.  


- Sí, yo también… espera. ¿Qué?  


- Río. Benjamin dijo que no se concretó, que iban a pasar la Navidad en ¿San Francisco? Eso es importante, ¿cierto? ¡Bien hecho, Pedro! Eso es una novedad para él.


- ¿Eh?


Marisa volvió a aparecer en la puerta y le susurré que la atendería en un minuto.  


Josefina lo pilló. - Parece que tienes las manos ocupadas, así que te dejo. ¡Diviértete en tu fiesta de esta noche!


Colgó. Colgué. Bien podrías haberme derribado con una sandalia Ipanema.  

***


 
Me dirigí a mi apartamento tan pronto como terminé con el trabajo, la conversación se reproducía una y otra vez en mi cabeza. Realmente necesitaba un tiempo tranquilo. Le envié un mensaje a Pedro y le dije que me encontrara en mi apartamento justo antes de la fiesta. No mencioné nada acerca de Rio; Quería ver su cara cuando lo trajera a colación. No entendía que rayos pasaba.  


Entré en mi apartamento con un gran suspiro de alivio, el sonido se me escapó antes de que me diera cuenta. El aire era un poco sofocante. Había pasado un tiempo desde que estuve aquí. Abrí un par de ventanas y pasé la mano por los profundos alféizares de las ventanas. Olaf amaba un alféizar profundo. Miré los adornos cuidadosamente escogidos, recordando cómo me deleitaba al seleccionar todas las piezas. Era el primer apartamento que tuvepor mi cuenta. Al otro lado de la puerta de la cocina vi el metal reluciente, todas las curvas y el cielo. Mi batidora KitchenAid.  


Hice crujir mi espalda, rodé mi cuello y pensé en todas las galletas que estaba a punto de hornear. Me quité los zapatos de tacón, que molestaron mis pies todo el día. Y mientras lo hacía, también me quité la falda lápiz ajustada.  

Horneaba mejor cuando me sentía cómoda.  


Había trabajado, literalmente, durante cada hora del almuerzo y me quedaba hasta tarde casi todos los días, sólo para poder salirme unas horas temprano y hornear las galletas que le prometí a Moni. Anoche traté de mezclar
unos pocos lotes de masa en donde Josefina, pero no era lo mismo. Batidora sin marca. Palas mediocres. Eh.  


Sintonizando mi equipo de música en una estación toda-Navideña, me amarré el delantal, coloqué mi pelo en un moño en la cima de mi cabeza y me puse a trabajar. Acaricié mi KitchenAid, sintiendo que el frío metal calmaba mis nervios crispados.  


Mientras que Bing me daba serenata, hice bolas de chispas de chocolate y las puse sobre una bandeja de horno cubierta con papel pergamino. Mientras que Frank me dijo que mejor me cuidara y no llorara, mezclé un lote de galletas, rodadas en azúcar con canela extra. Mientras Judy me cantaba que tuviera una pequeña feliz Navidad, bañé las galletas de nuez en azúcar en polvo, colocándolas a enfriar suavemente sobre los bastidores de alambre que cubrían la mesa del comedor. Y cuando Elvis estaba triste, glaseaba galletas de azúcar rojas y verdes, cortadas en muñecos de nieve, ángeles y en forma de pinos.  


Mientras rodaba y sumergía, azucaraba y glaseaba, mi mente no dejaba de reproducir la conversación con Josefina. ¿Por qué diablos Pedro habría cancelado el viaje sin preguntarme? Tal vez ella lo había entendido mal. Tal vez no había oído correctamente a Benjamin. Pero, ¿por qué Benjamin tendría la idea de que pasábamos aquí la Navidad?  

Me sentía enojada. Más que enojada. Si esto era cierto, estaba francamente más cabreada. Si bien no hay lugar como el hogar para las fiestas (gracias, Perry Como ), y no quería nada más en el mundo que llevar a mi novio a casa para dichas fiestas, ¡estas vacaciones quería Rio!  


Mientras horneaba, me irritaba cada vez más. La Paula adulta decía cosas como: “Habla con Pedro; averigua lo que está pasando”. La Paula cabreada decía cosas como: “Ya he comprado un bikini nuevo, maldita sea, ¡y quiero usarlo!”


Adivina, ¿cuál iba ganando? En el momento en que llegó Pedro, apreté a un pobre hombre de pan de jengibre justo donde hubieran ido sus genitales de jengibre.  


- ¿Crees que así luce el paraíso? - preguntó alegremente. Pedro, no el hombre de pan de jengibre sin genitales.  

 -¿El paraíso de galleta?


- No, mi paraíso: Las galletas y tú en bragas - respondió, tomando una galleta e inhalando profundamente.  


Me sonrojé. Me había olvidado de las bragas. Me di la vuelta para tomar la última ronda de los hombres de pan de jengibre salidos del horno. - Hoy hablé con Josefina. Dijo la cosa más graciosa acerca de… 

- Me estás matando, inclinada así ¡y con galletas! De ensueño, estoy soñando - bromeó, viniendo detrás de mí y de forma inesperada agarrando mis caderas.  


Sorprendida, se me cayó el molde para hornear, los hombres de pan de jengibre se derramaron por el suelo y se destrozaron. Parecía una escena desastrosa; piernas rotas, brazos cortados, incluso algunas decapitaciones.  


- ¡Maldita sea! - Bajé el molde un poco más fuerte de lo necesario y luego me volví para mirar a Pedro con las manos en las caderas y las cejas arqueadas.  


- Oh, lo siento, Paula. No era mi intencion… guau. Son un poco tenebrosos de esa manera, ¿no es así? - dijo, mirando alrededor de mis pies.  

Tomé aire, lo contuve, conté hasta trece y luego lo solté.  

- ¿Cancelaste nuestro viaje a Brasil?


- ¿Brasil? - preguntó, luciendo culpable.  


- Sí, Brasil. Cuando hablé con Josefina, me contó de una conversación que tuviste con Benjamin, que cancelaste nuestro viaje. ¿Lo hiciste?


Guardó silencio durante un minuto, con los ojos ilegibles.  

- Sí.  


Él tuvo que hacerlo. Realmente tuvo que hacerlo.  


- ¿Quieres decirme por qué?


- Iba a sorprenderte - comenzó, caminando hacia mí y esquivando las piezas de jengibre.  


-La mayoría de los chicos sorprenden a sus novias con viajes, Pedro, no lo contrario - le espeté, tirando la bandeja de galletas en el fregadero y enjabonándola. La froté con furia, salpicando espuma por todas partes .- ¿Por qué en el mundo harías eso?


- Quería hacer…


- ¿Tienes alguna idea de cuánto he estado trabajando? ¿Cuánto planifiqué ese viaje?


- Lo sé; pero pensé que…


- ¡No puedes cancelar algo así sin hablar conmigo! Literalmente, no puedo creer que tú…


- ¿Podrías escucharme un segundo? ¡Jesús! - explotó, golpeando su mano sobre el mostrador y aplastando a más hombres de pan de jengibre .
-Quería pasar la Navidad con tus padres, Paula. Los invité aquí.  

La esponja se cayó de mi mano. - ¿Tú... qué?  


- Quería que este año tuviéramos una Navidad de verdad, así que llamé a tus padres y los invité a quedarse con nosotros. Pensé que te sorprendería.
Estarán aquí el día antes en que se suponía que debíamos irnos. Sé lo decepcionada que te sentías cuando no pudiste ir a casa para el día de Acción de Gracias, así que pensé que ellos podían venir para acá - dijo . No tenía idea de que te molestarías tanto, créeme, o primero lo habría hablado contigo. 

Mis pensamientos giraron; las emociones chocaron y golpearon en mi interior. ¿Emocionada? ¿Abrumada? ¿Sorprendida? Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras me acercaba a él a través de la matanza de galletas de jengibre. 

- ¿De verdad quieres pasar la Navidad con mi familia? - le pregunté, tomando su rostro entre las manos.


- Sí - murmuró, con los ojos llenos de algo que no pude identificar . -¿Es extraño?


- No, bebé. Es tan adorable - susurré, abrazándolo con fuerza.


Sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura y besó la cima de mi cabeza. - ¿Todavía estás molesta?


- Lo estaba, pero ya no - le respondí, inclinándome más cerca de su oído .- Pero la próxima vez, habla conmigo, ¿de acuerdo?


- Lo prometo - susurró en mi oído y luego me besó con fuerza .- Voy a conseguirnos el árbol de Navidad más grande que hayas visto. - Sonrió, con el rostro lleno de emoción. Superamos la crisis. Se quitó la chaqueta e inspeccionó la galleta dañada .- Ahora, ¿qué pudo hacer para ayudar?


- Puedes empezar ayudándome a limpiar este desastre. Luego tenemos que empacar si vamos a lograr llegar a la fiesta antes de que comience el tercer Round de Sofia y Nicolas - dije, dándole una escoba.


Comenzó a limpiar, silbando junto con la canción de Navidad “Frosty the Snowman.” Me di la vuelta hacia el fregadero cubierto de jabón, limpiándome las lágrimas. Una de ellas le pertenecía a Rio