miércoles, 13 de agosto de 2014

CAPITULO 88



Me paré en el vestíbulo de Claremont, mis ojos captando cada detalle: el escritorio de registro creado completamente de madera recuperada. El piso original de mármol restaurado, pulido, y brillando. El reemplazo de la instalación de arte. Y la vista a la bahía mientras el sol emitía su último rayo de luz sobre el agua, haciendo todo centellar y brillar.


Había nerviosismo en los últimos minutos de actividad, con meseros apresurándose de un lado a otro, torres de champaña comenzando a fluir, y los primeros invitados comenzando a llegar. Eché una última mirada alrededor,
comprobando que todo estuviera bien, y traté de cambiar mi cerebro de Planear.

 
Esto a Disfrutar Esto. Era tiempo levantar un poco mis tacones y bailar con ellos sobre el piso de mármol.


Este proyecto entero fue abrumador, estresante, incluso un inductor de canas, pero también fue el más gratificante, fructífero, y el mejor ejemplo de lo que yo podía hacer. Y lo hice por mí misma. Eso dice algo.


Y lo que decía ahora era que tenía que conseguir una copa de champán, brindar por tu maldito yo, y santa mierda, ¡Max Camden se hallaba aquí! ¡Llegó temprano!


Alisé mi vestido, tomé una respiración profunda, y me apresuré a bajar las escaleras para saludarlo.


- Señor Camden, buenas noches.


- Buenas noches, Paula. ¿Estás lista para exhibir nuestro pequeño hotel? - preguntó, sacudiendo mi mano . -Creo que he llegado temprano, caminaré por el lugar de nuevo, antes de que todo se vuelva demasiado agitado.


- Maravillosa idea, señor. ¿Le gustaría algo de compañía?


- No, gracias. Siempre hago esto solo justo antes de que abramos una nueva propiedad. Me permite apasionarme un poco.


- Por supuesto - dije, mientras lo veía caminar pasando el área de recepción y bajar por uno de los corredores. 


Siempre era un poco difícil, dar vueltas en un espacio una vez se encontraba lleno. Pero este trabajo estaba terminado. 


¿Qué podría ser lo siguiente?


-Paula -  escuché detrás de mí, y giré para ver a Josefina, acompañada por Benjamin.


La saludé con un beso en cada mejilla. - Voy a vomitar. Eso es normal,¿cierto?


- Perfectamente. Me preocuparía por ti si no te sintieras así. Recuérdame decirte acerca de la primera vez que organicé una fiesta de lanzamiento como esta. Solo diré que nunca utilizaré una fuente con hornilla de nuevo. 

Ahogué una risa y me giré hacia Benjamin. - Hola, Benjamin - dije ruborizándome mientras se inclinaba por sus besos en la mejilla. Él era solo una vista tan fantástica.


- Paula, luces adorable como siempre.


- Oye, nena, ¿por qué te encuentras tan rosa? 

Me giré y admiré a Pedro. Traje gris oscuro, corbata negra, bien afeitado, maravillosos mandíbula y pómulos. Y una sonrisa de superioridad,no olvides la sonrisa de superioridad. Él sabía que tuve un enamoramiento de colegiala por Benjamin.


- Oh, cállate.-  Lo silencié, dejando que sus fuertes brazos me atraparan fuertemente contra él. Besé su nariz y sus ojos bailaron.


- Entonces, ¿podré tener un tour privado?


- Semiprivado. Creo que esperaré hasta que las chicas y German lleguen, luego te llevaré alrededor para mostrarte un poco.


- Parece increíble hasta ahora, no puedo esperar. - Tomó mi mano y la apretó .- Estoy tan orgulloso de ti.


Resplandecí.


Y luego fungí de anfitriona. Los invitados comenzaron a llegar más rápido, fotógrafos pululaban alrededor, y necesitaba asegurarme que todo fuera fluidamente. Saludé con la mano a Moni y German cuando llegaron, y cuando
Sofia arribó algún tiempo después, me tomé un rápido momento para un trago de champán y una palmada en el trasero. No podía evitarlo, ella lucía impresionante.


Todos mis amigos se hallaban allí, y cuando Max Camden propuso un brindis por Diseños Josefina y un poco más específicamente por mí, me encontraba contenta de tenerlos a todos aquí conmigo. Era un gran momento, nene, y en los grandes momentos, quieres que toda la gente que amas esté alrededor tuyo.


La noche era perfecta y adorable, y dentro de la conversación entre varios reporteros y posar para fotógrafos, me mezclé con muchos de los propietarios de negocios locales, quienes se hallaban deleitados de descubrir que ahora yo era una residente. Era un buen sentimiento, comenzar a pertenecer a una comunidad tan unida como Sausalito. Adoraba este lado de la ciudad y podía verme estableciéndome aquí en los años por venir.

Estableciéndome. No instalándome. Gran diferencia.


Reí con mis amigos, me di el gusto de más de una copa de champán, y me hallaba casi lista para declarar la noche un éxito. Pero mientras conversaba con el alcalde acerca de cuan hermoso era el hotel, en cuan altas eran las
expectativas para los nuevos negocios que podría generar, vi a un cierto comentarista deportivo entrar en el vestíbulo, escanear a las pelirrojas de piernas largas, y centrarse en la más caliente chelista de la Costa Oeste.


Continuando con una pequeña charla mientras canalizaba a Moni telepáticamente (podría funcionar), vi a Sofia y Nicolas encontrarse en medio del vestíbulo. Y comenzar a discutir. 


En voz alta.


Me disculpé con el alcalde y rápidamente caminé a través del concurrido vestíbulo, donde una producción de la película Take Me to Petty Town tenía lugar.


- Aún no puedo creerte. Es como hablar con una pared de ladrillos.


- Aún no puedo creer que no entiendas que nunca te hallarás contra esta pared de ladrillos de nuevo.


- Es como discutir con una niña.


- ¿La misma niña que te llamó y tuvo que escuchar a alguna mujer contestar el teléfono? ¿Riendo tontamente?


- Mi madre no ríe tontamente.


- Oh, por favor, ¿esperas que crea que era tu madre?


- ¿Por qué crees que intenté llamarte de vuelta?


- No me importa. Te odio.


- ¡Suficiente!   siseé, y agarre a ambos por los codos. Dirigiéndolos detrás de los bocadillos petit fours, me giré hacia ambos y lo deje salir .- Ya es suficiente. Estoy cansada de escucharlos a ambos pelear; es sencillamente
ridículo. No aquí, no ahora, y nunca de nuevo. Todos somos amigos, y vamos a continuar siendo amigos, y ¡estoy harta de que ustedes dos idiotas hagan miserables a todos los demás! Entonces terminen con esto… ambos. - Terminé
de golpe.


Mientras me giraba para alejarme pisoteando escuché a Nicolas decir :
-Cielos, no tenía por qué gritarnos. - Lo que fue seguido rápidamente por un : - Lo sé, ¿cierto? - De Sofia.


Capturé a Moni tratando estirarse sobre los petit fours y le dije que los dejara solos - no más interferencias.- Resopló un poco, pero rápidamente abandonó su plan cuando German le pidió bailar.


Todos bailaban. Contratamos una gran banda que tocara para la fiesta, lo viejo con lo nuevo. Y mientras tomaba un poco de champán en medio de un precioso hotel que yo diseñé, sentí un golpecito en mi hombro. Sabía que era él.
Mi piel me lo dijo.


- ¿Glen Miller?-  pregunté, girándome.


- Podría haberlo pedido.-  Sonrió .- Serenata a la Luz de la Luna.  Se deslizó sobre la pista de baile, y me dejé llevar misteriosamente por mi Wallbanger. Me sostuvo cerca y mientras la luz de la luna irradiaba a través de las ventanas abiertas, suspiré en sus brazos. Satisfecha.


Hasta que Marisa me golpeó suavemente en el hombro y me dijo que teníamos un problema.


Disculpándome con Pedro, la seguí hacia atrás del área de recepción. Su cara era rojo remolacha y llena de disculpas mientras farfullaba y tartamudeaba intentando decirme qué pasaba. Todo lo que pude conseguir de ella fue “armario de abrigos”.


- ¿Cuál es el problema? ¿Está lleno? Podemos usar uno de los cuartos de invitados en este piso. Solo pídele al conserje que vuelva a... ¡Oh!


Abrí la puerta del armario de abrigos y vi algo que nunca debí ver.


Impreso dentro de mis retinas para siempre se hallaba la imagen de Nicolas y Sofia en una pila de pieles. Yendo a eso como  bueno, te lo imaginas.


- ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! - gritaba Sofia. Ella debería: Nicolas tenía… Hmm,  como podría poner esto?


¿Alguna vez has visto un caballo Clydesdale?


Como digo, nunca debí ver eso.


La suerte quiso esto, ellos “terminaron” mientras me hallaba allí parada, mi mandíbula en el piso al lado de la chaqueta de él y la ropa interior de ella.


Salí, cerré la puerta y mientras ellos disfrutaban de su post-orgasmo del otro lado, di instrucciones a Marisa para mantener a todo el mundo lejos por al menos cinco minutos.

Y que cualquier factura de limpieza debería ser enviada directamente a Nicolas en la NBC.

CAPITULO 87




La mañana siguiente llamé a la Sociedad Protectora de Animales, la ASPCA, a nuestro veterinario de la ciudad, e incluso al hotel de mascotas. La palabra fue extendida. Mi gato se encontraba perdido.


El equipo Olaf estuvo en vigor todo el día, pateándose todo el lugar.


Hablamos con los vecinos, asegurándonos de que todos supieran a quién llamar si lo veían.


Pedro y yo caminamos juntos mientras buscábamos hasta el anochecer, de la mano y con linternas y gritando su nombre hasta que nos quedamos roncos. No era la única razón de que la tuviera ronca, no podía dejar de llorar.


Intenté que Pedro no me viera, porque nunca tuve a un hombre que se sintiera tan terrible por olvidar arreglar una ventana. Y cuando veía mi tristeza, lo hacía peor para él. Así que limité mis lágrimas a los baños de las gasolineras y a los arrodillamientos para fingir atarme los cordones del zapato una y otra vez. A robar momentos de pánico para mantener un rostro fuerte. Lo encontraríamos.


Por supuesto que lo haríamos.


Pero entonces era el segundo día. Y el tercero. Después una semana. Pasé mis noches despierta y tumbada esperando oír el click, click, click de esa estúpida pezuña, lo que significaría que todo esto era solo una pesadilla tonta y que me despertaría con Olaf acurrucado a mi costado. O que escucharía un maullido enojado en la puerta trasera que dijera:- Oye, chica, no estás soñando. Realmente hui, pero estoy en casa ahora, así que déjame entrar, ¡hace frío afuera!


Observé cómo los carteles se agrietaban y se ponían andrajosos.


Colgamos otros nuevos. Y envejecieron, también.



La peor parte era que seguía imaginándome los peores resultados posibles, era como si mi cerebro intentara decidir lo que podía manejar enseñándome visiones fantasmales de lo que podría haber sucedido. Ver si lograba manejarlo, supongo.


Olaf congelado y húmedo e intentado encontrar la manera de meterse en un bote de basura para encontrar algo de comer.


Olaf aproximándose a un desconocido y siendo alejado con una escoba.


Olaf aplastado bajo un árbol mientras era rodeado por otros dos o tres gatos. No tenía garras delanteras con las que defenderse, era un gato doméstico mimado que dormía en una almohada y era servido de hierba gatera bajo sus
órdenes.


Estaba de vuelta en el trabajo, tenía que estarlo. Porque estar ocupada ayudaba, porque amaba mi trabajo, y porque el Claremont se encontraba listo para la apertura.


La casa realmente empezaba a tomar forma, y las cosas con Pedro iban bien. Hablábamos más que antes, no solo acerca de las cosas tontas del día a día que nos hacían reír, sino también de cosas reales. Limpiamos más y más nuestra estantería mental, hablando sobre lo que realmente importaba y qué tipo de vida queríamos para cada uno. No me malinterpretes, había un montón de risas y sexo, porque eso era lo que éramos. Pero íbamos evolucionando. 


Imagínate eso.


Le dije que quería ser el tipo de pareja que pasaba parte de sus vacaciones en algún lejano cuento de hadas. Me dijo que quería ser el tipo de pareja que tenía a toda su familia y amigos reunidos en Navidad, en algunos años. Le dije
que quería ser el tipo de chica que se compraba su propio coche. Me dijo que quería ser el tipo de hombre que le compraba a su novia un coche.


Para que conste, gané esa. Devolvimos el coche y me compré yo misma un Mercedes convertible usado. Plateado esta vez. Era lo suficientemente viejo como para poder permitirme los pagos mensuales, pero lo suficientemente
nuevo como para que Pedro se emocionara por conducirlo.  


Nos hallábamos sumergiendo los pies en el lago Adulto, en lugar de tirarnos a él como una bala de cañón gigante. No me di por vencida con Olaf, pero la resignación comenzó a calar después de que dos semanas pasaran, algo que tenía que reconocer. Tenía que ser práctica. En el gran esquema de las cosas, no sufrí una tragedia real. Solo las niñas pequeñas lloraban hasta dormirse porque su mascota favorita había desaparecido.


Claro.

CAPITULO 86



Fui a una cafetería. Era el único lugar que estaba abierto, y no quería simplemente conducir por ahí toda la noche. Y además, quería tarta.


¿Fue justo culpar a Pedro por lo que pasó con Olaf? Tenía dos teorías sobre ello.


Técnicamente, sí, podía culparlo. No arregló la ventana que específicamente le pedí que arreglara. Si lo hubiera hecho, Olaf no se habría escapado. ¿Y ahora mismo? Se sentía bien culparlo.


La otra teoría, la madura-adulta, decía que de ninguna manera siquiera debía soñar con culpar a Pedro sobre esto. Amaba a Olaf casi tanto como yo, y ya se sentía fatal por lo que pasó. Así que lo correcto sería llamarlo, invitarle
una tarta, disculparme por culparlo, y luego unirnos para encontrar a nuestro chico.


Estaba molesta. Y asustada hasta la muerte de no volver a ver a Olaf de nuevo.


Cuando fue casi cerca del amanecer y no hubo más pastel, decidí volver a casa. Salí al estacionamiento, y ahí se encontraba Pedro, bajando de su Range Rover y dirigiéndose directamente a mí. Resulta que no era la única enojada.


- ¿Qué demonios, Paula? ¡He estado conduciendo durante casi una hora buscándote!


- Vuelve al coche, Pedro. No puedo hablar sobre esto ahora mismo.


- ¿Quieres apostar? - advirtió, deteniéndose en frente de la puerta de mi coche.


- De verdad, no quiero hacer esto ahora.


- De verdad, no me importa - dijo, inclinando su cuerpo mientras intentaba apartarle.


- Déjame entrar.- Pude sentir las lágrimas construyéndose, y si empezaba no sería capaz de parar . -Está empezando a llover. - Maldita sea, Olaf se hallaba fuera con esta lluvia.


- Entonces nos quedaremos aquí bajo la lluvia hasta que me digas qué diablos está pasando - dijo, cruzándose de brazos y plantando los pies.


Entonces el cielo realmente se abrió, y grandes gotas húmedas comenzaron a salpicar por todas partes. Sí, esas eran gotas de lluvia sobre mis mejillas.


- Vamos, Pedro, déjame entrar - protesté, intentado empujarlo de nuevo.


- Es divertido. Iba a decir la misma cosa - dijo, mirándome.
Y eso lo hizo. La presa se rompió.


- Es demasiado, ¿de acuerdo? ¡Todo es demasiado! ¡Jodidamente! ¡Demasiado! - Todo salía; me encontraba completamente enseñando el pepinillo .


- ¿Qué es demasiado? - preguntó, confundido . -¿Y qué demonios tiene que ver un pepinillo con esto?


Estaba oficialmente volviéndome loca. - ¡Ahhhh! - grité, pataleando y golpeando mi mano con la otra . -Pedro, no puedo hacerlo todo. Literalmente no puedo hacerlo.


- ¿Quién dijo que tuvieras que hacerlo? ¿Y qué exactamente es todo?


- ¡No estoy jodidamente preparada para ser un completo adulto!¿Quieres una habitación para niños? Cristo, ¡yo solo quiero tumbarme en una playa de Brasil! ¿Quieres dejar de ser fotógrafo? ¡A mí me han ofrecido una asociación, y no puedo rechazarla! Porque eso sería absurdo. - Di vueltas,
disparando cada pepinillo de mi arsenal . -Te fuiste a una reunión y de fiesta con los apóstoles, y de repente, ¡poof! Renuncias a tu trabajo. Y compramos esta increíble casa. Y ahora tú y Ruth están haciendo planes. ¡Y el maldito James Brown me llamó decoradora! ¡De nuevo! Y el nombre de su mujer es Krissy, y tiene un bollo en el horno y apuesto que su jodido cuarto para niños es precioso, así que le conté que me follaste en la encimera y…


- Para. Solo para. - Pedro agarró mis manos entre las suyas y las sujetó a mis costados.


- ¿Cómo demonios puedo siquiera ser suficiente? ¿Cómo puedo ser la esposa y la madre que tu madre era? ¿Cómo puedo hacer una casa para ti tan maravillosa como en la que creciste? ¿Cómo puedo ser la diseñadora del siglo y
seguir teniendo tiempo para hacer pasteles? - Balbuceé, dejando escapar el terror que reprimí durante meses .- Y mi gato se ha ido, y lo quiero de vuelta - sollocé.


- Lo sé, nena - dijo Pedro, aplastándome contra su pecho mientras lo sacaba todo llorando bajo la lluvia .- Lo sé.
 

***


Cinco minutos más tarde nos sentábamos en una cabina, uno frente al otro. Cada uno tenía un café, y yo tenía un fajo de servilletas de papel mocosas delante de mí. Pedro tenía un rostro lleno de preguntas, pero seguía aquí. Así que eso era bueno.


- Vale, así que… vaya. - Se pasó las manos por el pelo . Suena como que tienes un montón de cosas en las que has estado pensando durante un tiempo.


- Síp - suspiré, removiendo el café.


- Tengo algunas opiniones ahora, ¿si me permites? - preguntó.


- Síp - dije, preparándome para lo peor.


- Me doy cuenta de que puedo no haber tenido muchas relaciones tradicionales, ¿pero es normal lo que ha ocurrido ahí fuera?


Alcé la vista de mi estudio de uñas con sorpresa, para ver la más pequeña pista de sonrisa en su cara.


- Paula, amo toda tu locura. Así que cálmate y dime lo que necesitas.


No lo retengas. Y entonces te diré lo que necesito, y encontraremos la manera de resolverlo. - Bajó la vista, la duda ahora borrando su pequeña sonrisa .- Al menos, espero que podamos solucionarlo. Si tú quieres.


- Quiero - dije en voz baja.


- Entonces hablemos de ello - respondió.


Y eso hicimos.


Dejé que cada pepinillo volara, pero sin los gritos. Es mucho más fácil hablar cuando no hay gritos.


Es también más fácil cuando estás siendo brutalmente honesta. Y también él lo fue, lo que aprecié.


- No puedo creer que pensaras que renunciaba a mi trabajo. Nunca podría dejar de hacer lo que hago - dijo.


- Pero cancelaste todos esos viajes.


- Sí. Pero siempre regresaría a la carretera.


- Pero después de la reunion, tú…


- Necesitas entender algo. Volver al este me aclaró algunas cosas, en un buen sentido. Quiero un hogar de nuevo, y quiero una familia algún día. Eso no va a cambiar. Y para que conste, nunca tendría una conversación con Ruth
sobre algo así sin hablar primero de ello contigo - dijo, tomando mi mano .
Hay un montón de cosas que probablemente deberíamos haber discutido antes de saltar en la cosa de la casa. Simplemente me emocioné, supongo. Es algo que he extrañado durante mucho tiempo.


- También me emocioné. Y adoro la casa, no me malinterpretes. Es solo que hay todas estas expectativas que vienen con un paso así, y supongo que me abrumé. Sabía lo mucho que esto significaba para ti, cuán grande era el asunto.
Simplemente no sabía si podía cumplir con lo que tú querías.


. Me alejé de mi pasado durante años porque era demasiado difícil tratar con ello. Ahora estoy dejando que algunas de las cosas buenas regresen.
Pero lo realmente bueno es todo contigo, nena. El resto es solo un montón de ladrillos. ¿Quieres deshacerte de la casa? Hecho. ¿Quieres vivir en una cabaña en la playa de Balí? Hecho.


- Creo que dije tumbarme en una playa en Brasil.


- Hecho - susurró, sus ojos bailando. 

Lo miré, mi novio ideal.


- Me encanta esa casa. No vamos a deshacernos de ella - dije, y me incliné . Y quiero un cuarto para niños; pero no ahora. ¿Eso está bien? - pregunté, de repente muy, muy seria. Jesús, esto era una cosa grande. 

- Está más que bien. ¿Quién dijo algo sobre ahora, de todos modos?


Cuando empecé a responder, me apretó la mano y susurró : -Por favor, no arrastres a la pobre Ruth en esto.


- Le debo una disculpa.


- Probablemente.


- Y te debo una disculpa.


- ¿Por qué?


- Por no confiar en ti lo suficiente como para contarte qué ocurría.Debería haberlo hecho. Simplemente no quería arruinar las cosas. -¿Quién podría quejarse cuando todo parece tan perfecto?


- Mejor quejarse que tener una pelea en un estacionamiento mientras llueve, ¿no crees?


Me tenía allí.


- Te debo una disculpa - dijo, arrugando la frente .- Tenías razón,debería haber arreglado la ventana.


- Pedro, no. Estaba cabreada y nunca debería haber dicho…


- No, es mi culpa. Pero voy a encontrarlo, lo prometo. - Asentí, mis ojos llenos de nuevo . -Ven aquí.


Fui a su lado de la cabina y dejé que me tirara a su regazo. Me abrazó fuerte, y lo besé. Y luego nos fuimos para buscar a nuestro gato.