sábado, 2 de agosto de 2014

CAPITULO 62




Me senté frente a Max Camden, mis diseños estaban sujetos con tachuelas alrededor de la habitación y tenía mi presentación formal en la mano.


En un disco. Y en una carpeta. Y una copia de seguridad en una memoria USB en mi bolso. Y una memoria USB en el bolso de Josefina. Y después de una escapada a medianoche hacia el apartamento de Sofia, había otra en su joyero. 


Tenía las memorias por toda la ciudad. ¿Pero conseguiría el visto bueno de Camden?


Los Nervios le chocaron los cinco a las Agallas por hacer juegos de palabras  en uno de los momentos que pueden cambiar la vida. 


Había estado dando vueltas por la habitación durante una hora, ordenando mis ideas, fortalecida por las imágenes, trazos y más gráficos de los que vi en geometría en la secundaria. Josefina intervino ocasionalmente, pero me
dejó tomar la iniciativa. La visión que conceptualicé para el Claremont era clara y sencilla, con un guiño a los hoteles boutique que bordeaban la costa de California.


Mientras que los hoteles de Camden eran conocidos por su diseño modernista, había una razón por la que él no seguía con su equipo de diseño habitual. Buscaba algo nuevo, aunque todavía no lo supiera. ¿Se dejaría influenciar por lo que yo tenía que decir?


Sus ojos grises parpadearon hacia mí, su mirada era estrecha e intensa.


Este tipo era intimidante, y él lo sabía.


Mientras me presentaba, me había interrumpido un par de veces,haciendo preguntas muy claras y concisas que eran exactamente las correctas. 

Sin embargo, yo estaba lista. Estaba tan preparada como podría estarlo con el escaso tiempo que me dieron y creí que lo hice bastante bien. Ahora todo se reducía a quién más iba a ver y si su visión coincidía con la suya.


Había llegado el momento de asegurarlo. 

Le deslicé una foto más sobre la mesa, una fotocopia de un viejo artículo del San Francisco Chronicle sobre el pueblo de Sausalito. Era viejo, de casi ochenta años, y la imagen mostraba que la ciudad era muy parecida a la actual.
Pintoresca, pero bulliciosa, singular, pero enorgullecedora. Junto a su vecino mucho más grande de San Francisco, que podría haber vivido durante años en
su sombra. Pero Sausalito tenía un latido único; su propio ADN. Era familiar, del modo en que la definieron los tiempos modernos. 

-Puede ver, Sr. Camden, que mientras otros pueblos alrededor del Área de la Bahía se han desarrollado, Sausalito se contenta con permanecer en su propia conchita de ostra, delimitada por la bahía que hace que sea una
comunidad única. Para que un hotel nuevo tenga éxito aquí, también tiene que ser único. El hotel existente no puede lograrlo.
»Este hotel necesita ser atractivo tanto para la clientela joven como para la mayor, siendo consciente ecológicamente sin que lo parezca, siendo ambiental sin exagerarlo, con un diseño que se remonta a los inicios de la ciudad, pero hace un guiño al futuro-  le dije y luego tomé un respiro. Jesús, odiaba las charlas motivadoras .- Un hotel moderno estará fuera de lugar aquí, Sr. Camden. Esto tiene que fundirse en el paisaje, pero dejar un gran recuerdo de tal manera que una vez que estén aquí, nunca piensen en reservar en otro sitio.


Me recliné en mi asiento, poniéndole la tapa a mi bolígrafo. 

-Y eso es exactamente lo que se conseguiría con Diseños Josefina terminé. Con la esperanza de que nadie se hubiera dado cuenta de que luchaba debajo de la mesa para volver a ponerme el zapato izquierdo. Lo había perdido en algún lugar entre remontarse al pasado y mirar hacia el futuro. Cuando me ponía nerviosa, mis pies tendían a torcerse hacia adentro.



La habitación quedó en silencio. 

Camden me miró por un momento, sus ojos indescifrables.

Todos permanecimos sentados, esperando que dijera algo. Suspiró, por fin. 

Mi corazón se hundió. Y se me salió el zapato derecho. 

-Bueno, Max - dijo Josefina, rompiendo el silencio , estoy segura de que tienes mucho que pensar, así que nos aseguraremos de que tú y tu gente tengan todo lo que necesitan…


-¿Puedes terminar este proyecto a tiempo, jovencita?  me preguntó directamente cuando todos en su lado de la mesa empezaron a levantarse.


- Sí, señor. 

-¿Y crees que puedas hacerlo con el presupuesto que propusimos aquí? 

-Sí, señor - respondí, con los dedos de mis pies congelados en la búsqueda de mis zapatos. Todos los demás se cernieron en sus poses casi levantadas.


Él me sonrio , entonces se levanto …
 

***



 … y luego dijo: “Bueno, tienes el trabajo”,  Y sali !  Solo así!  chillé .


¡Me dieron el trabajo! 

Le contaba la historia a Pedro, que me llamó tan pronto como su avión aterrizó en Ciudad del Cabo. La noticia más importante de mi carrera profesional y tenía que compartirlo con él por teléfono. En fin.


-¡Eso es genial! ¡Oh, cariño, eso es fantástico! Maldición, me gustaría estar allí para llevarte a celebrar.

-Lo sé, a mí también me gustaría que estuvieras aquí. Pero puedes besarme cuando regreses y luego celebraremos.
-Ten por seguro que voy a besarte, además de otras cosas.
-En este momento me conformaría con los besos. Permíteme fantasear con las otras cosas. - Suspiré en el teléfono. Lo escuché exhalar. Esa era su señal, justo antes de perder el control…


-De todos modos, antes de que las cosas se te vayan de las manos…


-¿Quieres decir antes de que tome el asunto con mis manos? -respondió en un tono ronco.


-Pedro, contrólate. Estoy bastante segura de que sigues en el aeropuerto, ¿no? - le pregunté, y mi cara se sonrojó cuando lo imaginé caminando por la aduana con una erección.


-Te libraste por un tecnicismo. Entonces cuéntame. Te dieron el trabajo, ¿qué sigue?-  preguntó y su voz adquirió un tono serio. Me di cuenta de que luchaba por mantenerlo, así que no fui muy dura con él.


-Lo próximo es que no voy a volver a respirar hasta la boda y luego tengo que entrar en el meollo de ella. En serio, no puedo ni siquiera comenzar a decirte lo ocupada que voy a estar. Es algo bueno que estés en tu temporada alta, porque voy a estar saturada en el futuro inmediato. Mañana voy a entrevistar a las últimas candidatas para la nueva interna, estoy poniendo de forma simultánea los toques finales a varios proyectos de los que normalmente me ocuparía de uno a la vez… es una locura. 

-Sin embargo, es una locura buena, ¿verdad?-  preguntó y sonreí ampliamente.


-Sí, es una locura buena. Estoy tan contenta de que entiendas lo que se siente estar ensimismado en tu trabajo. 


-Eres lo mejor, Wallbanger.  

-Mi objetivo es complacer.


-Me complaces; a menudo - susurré y mi voz adquirió un tono ronco.


-Me estoy preparando para pasar por la aduana, Paula. 

-¿Tienes idea de lo mucho que me complaces, Pedro? Una y otra vez. Con sólo pensar en ti, casi me dan ganas de complacerme a mí misma-murmuré y lo escuché gemir.


-¿Por negocios o placer, señor Alfonso?  escuché decir a una voz que parecía la de un oficial.

-Placer, por favor - respondí con picardía y Pedro siseó. 

-Te voy a colgar ahora.  E hizo precisamente eso.


Me caí de nuevo en las almohadas, sonrojada y risueña. Las cosas que Wallbanger me obligaba a hacer.
***
 

Mensaje de Pedro a Paula quince minutos más tarde: 

Alguien va a estar en problemas cuando llegue a casa.

¿Me lo prometes?


Mujer, me das ideas. 

Por supuesto, ¿ahora?


Hablando en serio y dejando a un lado los mensajes sexuales,felicitaciones. Estoy orgulloso de ti.


Yo también estoy orgullosa de mí. Gracias.


Entonces, ¿qué llevas puesto?


Lleva tu carnada al agua, Wallbanger.


¿Ahora lo llamamos así?


Suspiro. ¿Te acuerdas de la primera vez que me escribiste? 

¿Desde Irlanda?


Sí.


¿Y recuerdas cuando fui al otro lado del pasillo y pateé tu puerta?


Hubo una breve pausa. Entonces:
Acabas de hacerlo, ¿verdad? 

Quizás. 

Te amo.


Yo te amo más. Ten cuidado con Tiburón.
  
***
 
-¿Tienes un minuto? - pregunté, de pie en la puerta de Josefina. Había estado tratando de localizarla toda la semana para tomar una decisión final acerca de la interna que quería contratar, pero ella estaba completamente
ocupada con los clientes y las citas de la boda de último momento.


-Tengo la última prueba de vestido en veinte minutos; ¿qué pasa?  preguntó, luciendo agotada.

-Bueno, he entrevistado a todas las internas y lo reduje a tres que creo que querrás conocer, y una es…

-Escoge tú, Paula. Va a ser principalmente tu interna, así que elige tú. - Sonrió, apagando su computadora y agarrando su chaqueta del perchero.


-Um, bien, puedo hacerlo, pero…  espera!  Te vas ahora?Pensé que te quedaban veinte minutos!  


-Tengo que estar allí en veinte minutos, lo que significa que con el tráfico, voy a llegar tarde. ¿Me acompañas? - Hizo un gesto para que la siguiera.

-Josefina, necesito hablar contigo sobre algunas cosas. Hay unas cosas que tienen que resolverse antes de que…

-Paula. Encárgate tú. Confío en ti. Contrata a la interna que te parezca mejor y voy a autorizarlo, ¿de acuerdo?-  gritó, pasándome y saliendo al pasillo.


Se va a casar, se va a casar, alégrate, alégrate, canté en mi cabeza.-Está bien, pero tenemos que tener una reunión en serio sobre algunas cosas antes de que te vayas. No sé si…
-Haz una lista de todo lo que tenemos que llevar a cabo y envíamelo por correo electrónico, ¿de acuerdo? Lo leeré esta noche y hablaremos mañana a primera hora, lo prometo - respondió, bajando las escaleras y saliendo por la puerta principal, gritando de nuevo por encima del hombro : ¡Y felicitaciones por tu primer interna!  

Sonreí muy a mi pesar, viéndola entrar en un auto que la esperaba. Con el pelo perfectamente arreglado y tacones asesinos, salió a probarse el vestido con el que iba a casarse con su Príncipe Encantador.
Girando sobre mis propios tacones un poco menos caros, pero aun así letales, llamé la atención de nuestra recepcionista. - Hola, Romina, ¿puedes llamar a esta última, Monica, de Berkeley? Hazle saber que es nuestra nueva
interna - le dije. Con una tarea menos, me dirigí a mi oficina para enfrentar las próximas mil.

CAPITULO 61



 -Es melón.


 -Es caléndula.


 -¡Caléndula! Esto sería color calabaza antes que caléndula, pero eso no importa, porque es melón.


-Si crees que es melón, entonces necesitas examinarte los ojos, porque obviamente es…


-Moni, ¿qué te parece? Esto totalmente es melón, ¿no es así?


 -Sí, Moni, mira esto y dime cómo en el mundo esto es color melón. 


 -Dorado - dijo Moni.


 -¿Qué?  -pregunté, mirando a Josefina.


-Nos hallábamos de pie en el salón nupcial para damas en Neiman Marcus. Espera, quita eso. Yo me encontraba de pie en el salón nupcial para damas, en sujetador y bragas, mientras Josefina y Moni se sentaban en unas presuntuosas sillas enormes, bebiendo champán.


-Dorado. Tu vestido es del color de esas galletas doradas de cheddar. Y es casi perfecto para tu tono de piel, en realidad-  dijo Moni, llenando otro vaso y bebiéndolo completo . -Ahora cállense ambas. Honestamente, escuchar a dos diseñadoras discutir sobre el color de tu vestido de dama de honor es aburrido.


Con Josefina nos miramos en el espejo y ambas levantamos las cejas. 

-Muy bien, muy bien. Es dorado. Ahora, ¿puedes por favor probártelo? -dijo, entregándomelo. Accedí, colocándome el vestido. Mientras subía la cremallera, la oí claramente murmurar : -melón en voz baja. 

Lo dejé pasar.


Me volví hacia el espejo, vi mi reflejo y tuve que admitir que me veía bien en dorado.
Falda larga, escote amplio, tirantes finos, y brazos desnudos. Con un bronceado, funcionaría muy bien. Mejor que bien. Me giré en el espejo, pero me detuve a la mitad cuando vi a Moni ir por el champán de nuevo.

-Josefina, detenla, tuvo suficiente  -dije. Moni era apenas más grande que una botella de champán y más de dos vasos noqueaban su pequeño culo.


-No eres divertida, Paula -resopló mientras Josefina tomaba ese último vaso para ella misma.


Josefina lucía triunfante mientras se acercaba al espejo, de pie detrás de mí.


 -Luce estupendo  murmuró, alisando la falda.

-Gracias de nuevo por pedirme que sea tu dama de honor  le respondí, mirándola a los ojos.



Ambas sonreímos y luego nuestra sonrisa se hizo aún más grande cuándo notamos a Moni haciendo ruidos de arcadas.  

-Uf, ustedes dos son tan dulces, que voy a vomitar.

-Está bien, el momento se terminó. Quítate ese vestido y vamos a conseguirle a Moni algo para comer - dijo Josefina. 

Moni vitoreó. Terminamos, salimos y tomamos una mesa en nuestro restaurante favorito en North Beach.
Una vez que nos instalamos y conseguimos algunos aperitivos para que Moni absorbiera el champán, hablamos de la luna de miel.

-Espera, espera, ¿cuándo fue puesto Francia sobre la mesa? Pensé que ibas a Italia  dije, untando mantequilla a una pieza de pan.

-Bueno, con Benjamin hablamos sobre ello y nos dimos cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos unas vacaciones de verdad, que no fueran sólo de un fin de semana. Así que queríamos extender el viaje un poco.


- ¡Guau, eso será una luna de miel! Italia y Francia, suena increíble -contesté.



 -Y Suiza. Añadimos Suiza también - agregó Josefina, con una mirada culpable en su rostro.


Moni suspiró románticamente, aferrando un panecillo cerca de su pecho.

-Eso suena celestial, ¡una luna de miel europea! No puedo esperar para comenzar a planificar mi luna de miel. German dijo que podemos ir a donde quiera, con tal de que utilice un montón de bikinis para que él disfrute. Y me quite.  Se rió y luego hipó. El champán aún persistía.



 -Espera, espera, espera, ¿vas a Suiza también? -pregunté con incredulidad .- ¿Hay cualquier otra cosa que estés pensando que deba saber?


-Bueno, pensaba hablar sobre esto en la oficina, pero…

-Espera, ¿qué está pasando?  -pregunté.


-En realidad, realizaremos un viaje con final abierto -dijo con total naturalidad .- Sólo queremos vagar libremente y este parece ser un buen momento para hacerlo.


Me enderecé en mi silla, con la cabeza dando vueltas.  
-¿Por cuánto tiempo piensas irte?



 -El suficiente para saber que vas a necesitar un interno.



 -Espera un minuto, espera un minuto. ¿Un interno? En serio Josefina, ¿cuánto tiempo vas a estar fuera? - le pregunté, pensando en todos los proyectos que surgirían en el calendario, por no hablar del Hotel Claremont, si tenía la suerte de conseguirlo.


-Vamos a hablar sobre esto en la oficina, ¿de acuerdo? La comida está aquí - dijo, señalando a nuestro camarero con la cena.


Cuando puso los platos delante de nosotras, Josefina me miró a los ojos a través de la mesa. - Hablaremos de eso en la oficina  dijo de nuevo . Todo estará bien, te lo prometo. 

Fue una cena tranquila. Excepto por el hipo de Moni.
  
***


Mensaje de texto de Pedro a Paula:


Oye, nena, ¿estás libre para el almuerzo? 

Lo desearía. Estoy abrumada de trabajo.


Puedo ir allí; incluso voy a llevar mi martillo. 

Por mucho que me encanta tu martillo, estoy literalmente enterrada bajo un montón de lápices de colores en el momento. 

Hmm, ¿qué hay de cenar?

Negativo, Ghost Rider , me dirijo a Sausalito esta noche tan pronto como salga del trabajo.


¿Por el hotel? ¿Y simplemente usas a Top Gun en mí?


Sip, esta noche es la primera oportunidad que tengo para salir a ver realmente el lugar. Y sí, estoy totalmente usando Top Gun en ti. ¿Quieres encontrarme por ahí?


Podríamos tomar una cena rápida después.


Podríamos tener un rapidito...


Bebé.  

Lo siento. Está bien, envíame un mensaje de texto con la dirección y me reuniré contigo por ahí. ¿A las 7? 

Perfecto.  


Demonios Pedro, ahora todo en lo que puedo pensar es en un rapidito.  

Yyyyyyyyyyyy estamos de vuelta. Nos vemos a las 7.
  

***


Caminé alrededor de la propiedad, comprobando las líneas de visión y perspectivas, notando que la luz de la tarde llegaba a los edificios. Vi ventanas en lugares dónde no deberían estar, paredes que podrían ser trasladadas para explotar el paisaje natural, y jardines que podrían ser reformados para darle una sensación verde a la estructura moderna.
Me hallaba emocionada por hacer una propuesta para este trabajo.
El bocinazo de un Range Rover me sacó de mi ensueño. Me aparté de la pasarela frontal para ver a Pedro subiendo por el frente. No habiendo terminado lo que hacía, levanté un dedo para indicarle que necesitaba un minuto más. Aparcó y se acercó a donde me encontraba.


- Así que este es el lugar, ¿eh?  preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor mientras miraba hacia la estructura.


-Sí, ¿qué te parece? 

-Creo que mi chica va patear algunos traseros en este proyecto-respondió, apoyando su barbilla en la parte superior de mi cabeza. 

-Es un lugar hermoso, ¿no?


-¿Cuál? ¿Sausalito? Sí, supongo.


-¿Es una broma? ¡Mira esa vista! -Señalé hacia atrás, sobre la bahía de la ciudad. San Francisco brillaba en el crepúsculo, los autos yendo y viniendo por el puente. La torre Coit. El edificio Transamerica. Era encantador.


Entonces hice un giro de ciento ochenta grados y volví a mirar a Sausalito. No era sólo un gran lugar para mirar hacia San Francisco. Las casas brillaban contra la montaña, las farolas comenzando a encenderse, los veleros salpicando el puerto deportivo, la gente caminando por la costanera, camino a cenar, de compras o regresando a casa.

-El restaurante no está lejos de aquí. Vamos a caminar  le dije, tirando de él hacia la calle principal.


Entrelazó sus dedos con los míos, y mientras caminamos, hablamos. 

Acerca de mis ideas para el diseño, sobre la boda próxima, sobre su próximo viaje. Se iba de nuevo en dos días, esta vez a Sudáfrica. Iba en un barco a buscar tiburones, para tomar fotos de los grandes tiburones blancos alimentándose. 

Realmente no podía pensar en ello sin estremecerme.


Escalofríos.


-Entonces Josefina me dijo hoy que agregaron Francia y Suiza a su luna de miel. Parece que van a estar fuera por un tiempo - dije mientras nos dirigíamos hacia el muelle donde se encontraba el restaurante.


-¿Ah, sí? Bien por ellos. Sé que Benjamin siempre ha querido viajar más.


-Josefina también, pero estaba construyendo el negocio. Es difícil dejar una empresa como esta a menos que tengas a Súper Paula en casa dirigiendoel espectáculo. - Me reí, haciendo gala de mis músculos, los cuales apretó
apreciativamente. -Pero, admito que me sorprende que no parecen tenerlo muy planificado.


- Suena como si quisieran pasear por ahí. 

- Claro, claro. Excepto que vagar sin un plan no es algo que hace Josefina.


Pedro se encogió de hombros. - Es su luna de miel, nena. Y no es como si no se lo pudieran permitir.



-Sí, estoy muy consciente de los activos gigantes de Benjamin contesté, consiguiendo una palmada en el trasero por eso. Pedro consentía mi enamoramiento por Benjamín, pero todavía me recordó cuales eran los activos de los que tenía que preocuparme .- Sólo estoy... un poco nerviosa, supongo. Esto es mucho para asumir.

-¿Has hablado con Josefina al respecto?


-No, ya que surgió la propuesta del hotel. Está tan ocupada con la boda en este momento, y todo lo demás que tiene en marcha, que apenas la veo. 

-Estoy seguro de que sabe lo que está haciendo. No se iría si no supiera que podías manejarlo, ¿no?

-Eso es lo que dijo - respondí, pensando en lo mucho de lo que realmente me hacía cargo aquí .- Y dijo que traería una interna para mí, por si necesito ayuda.

-¡Genial!- Moviéndose hacia adelante  exclamó, tarareando la melodía de The Jeffersons.

-Sí, la presidente de la empresa de diseño se lanza por Europa durante quién sabe cuánto tiempo, pero tengo una interna de veinte años de edad para ayudarme a hacer copias, por lo que no habrá ningún problema - le espeté, alcanzando la puerta del restaurante. Una mano fuerte llegó sobre la mía, intentando llegar antes a la puerta. 

-Oye, va a funcionar. No te preocupes tanto - dijo, empujando suavemente mi barbilla con sus dedos para que lo mirara a los ojos. Mi repentina frustración se desvaneció cuando sus ojos zafiro comenzaron a realizar su vudú.

-Probablemente tienes razón. - Suspiré, dejando que abriera la puerta para mí y me guiara al interior, con una mano en la parte baja de mi espalda. 

-Por supuesto que la tengo - bromeó. 

Una vez que nos sentamos, saqué mi calendario.

-Está bien, regresas dos días antes de la boda, ¿no? Quiero estar segura de que tienes tiempo para instalarte antes de que comiencen los festejos.


-Sí, voy a estar de vuelta a tiempo y listo para todas las tareas de padrino.

-Justo en la fecha límite, ¿verdad?

-No sé lo que estaba pensando cuando dije que haría este trabajo, pero estaré bien. Puedo dormir durante los votos, ¿no? No me necesitan para eso -bromeó.



Giré la palma de su mano sobre la mesa, trazando las líneas con mis dedos. Levanté la vista hacia él, notando que su mirada se volvió oscura bajo sus pestañas. - No puedes dormir durante la ceremonia, bebé. Además, habrá una dama de honor frente a ti teniendo los pensamientos más sucios imaginables.



-Sucios, ¿eh?


-Oh, sí; no estoy segura de ser capaz de controlarme. ¿Tú? ¿En un esmoquin? Es letal - ronroneé, levantando la mano para presionar un beso rápido a sus dedos.


Cuando el camarero vino para conseguir nuestra orden de bebidas le guiñé un ojo, dejé caer su mano y articulé: - Más tarde.


Mientras Pedro miraba la carta de vinos, miré por la ventana la imagen de San Francisco. El sol se había puesto finalmente y la luz de la ciudad se reflejaba a través del agua. Sonreí, considerándome muy afortunada de llamar hogar a mi ciudad favorita.