lunes, 11 de agosto de 2014

CAPITULO 83




Era tarde, bien pasadas las tres de la mañana. Estuvimos acostados en la oscuridad por lo que se sentían como horas. Una vez que empecé, ya no pude parar y tuve que decirle todo.


- Y ahora esta cosa en el trabajo… -digo, - como podría no aceptar esto? Es algo tan genial. Si tuviera que hacerlo por mi cuenta, ¿tienes idea de lo que me tomaría tratar de construir mi propio negocio? No es suficiente el ser una gran diseñadora; hay gente muy talentosa que trata de hacerlo sola todo el tiempo, y simplemente no les funciona.


Asintió, girando para poder estar más cerca de mí mientras hablaba. Lo que ayudaba.


- Pero, ¿qué me ofrezcan la oportunidad de prácticamente dirigir todo? ¿Permanentemente? Se siente maravilloso. Saber que Josefina tiene esa fe en mí,no puedes saber cómo se siente. Es mucho más trabajo, sí, pero puedo hacerlo.
Tendría que estar loca para no hacerlo, ¿cierto?


Solamente me mostró los dientes. Me conocía lo suficiente como para no responder eso.


- Y luego esta casa… es literalmente un sueño hecho realidad. Bueno, lo será cuando todo el trabajo termine.Pero, mierda, es abrumador. ¡Vivir en medio de una renovación como esta en un dolor en el trasero! Y sé que también ha sido duro para ti; el quedarte aquí todo el día. 
Pero pienso que valdrá la pena; este lugar va a ser asombroso.- Suspiré, acostándome de nuevo y acercándome a él.


Quería decir las otras cosas, las más difíciles, pero no pude. Era como si decirlas en voz alta, especialmente en esta casa, fuera admitir que tenía un problema. No era del tipo de “el primer paso es admitir que tienes un problema”, pero…


De hecho. Tal vez era exactamente lo que necesitaba decir. Tal vez necesitaba darle voz al problema más grande aquí… el que me había asustado e invadido. ¿Cuál era mi problema?


-Nos conocimos bajo circunstancias muy poco convencionales. Nos enamoramos de la manera menos convencional posible. ¿La primera vez que hicimos el amor? Convencional. No funcionó. ¿La primera vez que follamos?
Definitivamente no convencional, con toda la harina y las pasas. Jodidos fuegos artificiales, bebé.


-Y por un año vivimos de manera no convencional. Él se iba, yo me quedaba. Viajábamos juntos cuando podíamos,viendo lugares y haciendo cosas que nunca pensé haría. No necesitaba acurrucarme todas las noches; me gustaba tener la cama para mí de vez en cuando. Nos reíamos, nos amábamos, y nos acurrucábamos. Y funcionaba.

-Ahora nos acercábamos cada vez más a una relación convencional, lo cual era asombroso, no había duda. Pero era casi… demasiado… mierda. No sabía qué era. Sólo sabía que necesitaba decirlo en voz alta.


-Una vez fui empujada muy delicadamente, pero empujada a una relación convencional. No quería eso. Así que en el algún momento iba a tener que compartir este problema.


- Mantenga esto entre nosotros, ¿de acuerdo, señor? - dije, acariciando su barbilla.


Olaf ronroneó suavemente, y movió su cabeza hacia las escaleras. Lo tomé y lo llevé de vuelta a la cama, donde Pedro se encontraba completamente dormido en los restos de la cama desinflada.




Aviso 1:hoy subo 3 capitulos x que mañana no voy a subir
el miercoles subo un capitulo mas tambien 

Aviso 2: la novela termina el jueves

CAPITULO 82



Resulta que si no te ocupas de un asunto, se vuelve más y más complicado. ¿Alguna vez has visto a alguien tratando con un asunto así de complicado? Sí, así lucía mi rostro. Más y más a menudo.  


Ya había pasado una semana y las cosas se movían tranquilamente. ¿El Claremont? Casi terminado. La fiesta de lanzamiento sería en unos días y Max Candem tenía gente volando de todas partes para ver su última propiedad.


Trabajé con su equipo de marketing para asegurarme de que el hotel fuera fotografiado para varias revistas de diseño, y tuviera la cobertura de periódicos locales y regionales.


Integramos las cuestiones ambientales dentro de los duros materiales que usamos en la construcción, para que tuviéramos también ese ángulo para promover. En la tierra de California, la protección del medio ambiente era tomada muy en serio. Pero nosotros generábamos un gran impacto en las prácticas en curso sobre la sustentabilidad del medio ambiente en nuestro concepto de diseño, y esto nos hacía diferente al equipo de Camden. Incluimos pequeñas cosas como barriles para la recolección y almacenamiento del agua de lluvia para que pudiera ser utilizada en limpieza. 


Jardines de hierbas y vegetales cultivados para usarse en restaurantes, y en la comunidad. Un salón de clases para que niños de las escuelas primarias pudieran aprender acerca de la elaboración de humus.


¿Y mi favorito? El jardín en la azotea que ayudaba a reducir los costos de calentamiento y enfriamiento, y que se convertía en un hermoso espacio en la noche, donde teníamos planeado presentar tardes de películas bajo las estrellas durante todo el año. Siempre que el clima lo permitiera.


La comunidad respondía bien a todo lo que ya habíamos creado, y con la apertura del hotel, esperábamos que la emoción continuara.


Con Josefina de regreso en el trabajo, era capaz de enfocarme más en tomar nuevos proyectos y continuar siendo mentora de Marisa. El negocio florecía, y estaba aún más ocupada que antes. Incluso me ofrecí como voluntaria para hablar con los estudiantes de diseño del último año del programa en Berkeley, donde me gradué no hace muchos años.  


Me encontraba sentada en la oficina de Josefina, esperando por ella.


Programó una junta de planeación conmigo para preparar la temporada de verano. Lo que era genial, porque quería asegurarme de poder tomar unos días de vacaciones.


Realmente necesitaba un tiempo lejos. Me sentía como si hubiera estado bajo el agua por meses, y esperaba poder salir de la ciudad por lo menos una semana. No había hablado con Pedro todavía; pensé que debía esperar a ver  
cómo seguían las cosas con la casa. Tal vez podríamos ir a Río, como planeamos anteriormente.


Pedro estaba listo para hacer cualquier cosa, especialmente si me incluía a mí. Sexualmente, se encontraba en un punto crítico. Lo necesitaba; diablos, yo lo necesitaba. ¿Pero O? Jodido hijo de puta.  


No podía pensar en eso ahora.


Así que, de vuelta con Josefina y la planeación. Usualmente tratábamos de organizar de tres a cinco meses, permitiéndonos tener espacios para trabajos más pequeños. Cuando lo planeábamos de este modo, generalmente hacíamos una lluvia de ideas, inspirándonos y extendiendo presupuestos para acomodar los grandes conceptos que teníamos. Siempre traía mi bloc de notas y mi colección de lápices de colores, eran muy útiles.


- Disculpa que llegue tarde, me enredé en el almuerzo con Benjamin - anunció mientras entraba. Levanté una ceja y se dio cuenta de lo que acababa de decir :- Oh Dios, imagínalo - dijo, reflexionándolo; una mirada lejana apareció en sus ojos.


Escribí “demasiada informacion” en mi bloc y se lo mostré.


- Tratemos de nuevo. Fui a almorzar con Benjamin, y fue más largo de lo que esperaba…  Oh, me rindo!  Lanzó las manos al aire . De todos modos, gracias por reunirte conmigo hoy, Paula. Tenemos algunas cosas de que hablar… cosas muy emocionantes.


Me senté un poco más erguida. - ¿Es acerca de Vandertootes? Escuché que pensaban hacer algunas renovaciones a ese maldito castillo, pero nunca pensé que realmente lo harían. ¡Por favor dime qué es el Vandertootes! ¡Mataría por ese trabajo!


Una mirada perdida apareció en mis ojos, pensando en la enorme mansión de finales del último siglo. Era el santo grial de los trabajos de diseñador en San Francisco. Era propiedad de una muy adinerada y excéntrica pareja; la casa ocupaba casi toda una cuadra de la ciudad y supuestamente no había sido tocada por un diseñador desde 1977. Y yo pensaba que lo tenía mal por mi empapelado color malva.


Mi cerebro empezó a girar con todas las posibilidades y casi no escuché a Josefina diciendo mi nombre. 

- Paula. Regresa, Paula; regresa de dónde sea que estés.


- Lo siento, me perdí soñando con una alfombra. Cómo sea, ¿es lo del Vandertootes?


- No, no vamos a hablar del Vandertootes. Voy a hacer unos cambios por aquí. Grandes cambios. - Se sentó de nuevo en su silla .- Estoy semi-retirándome.


- Semi… retirándote? - Sentí como que el piso se abría y amenazaba con tragarme completa. Saqué un lápiz de color y empecé a masticarlo.


- Síp - dijo sonriendo. ¿Por qué diablos sonreía?


- De acuerdo, realmente no entiendo que está sucediendo aquí.


-¿Necesito presentar mi renuncia? 

- ¿Por qué? ¿Estás pensando en dejarme? - preguntó, aún sonriendo. 

- ¿Qué diablos está sucediendo Josefina? - medio grité; mi voz sonaba un poco más que loca.


Volteó su computadora hasta que estuvo frente a mí y empezó a pasar algunas fotos. Ella y Benjamin bajo la torre Eiffel. Ella y Benjamin en una pradera alpina. En frente de un castillo en Praga. En una góndola en Venecia.


Se detuvo en la foto de una alta y delgada casa de cinco pisos en lo que parecía ser Ámsterdam. - ¿Ves esa casa? - preguntó.


- Sí - dije lentamente.


- La compramos.


- ¿Te vas a mudar?


- Semi-mudar. De ahí el semi-retiro.


- Aún estoy completamente confundida - dije, sentándome de nuevo en mi silla .- Aún no tengo idea de qué está sucediendo.


- Aunque amo lo que hago, quiero algo más que trabajo. Este viaje fue una forma completamente diferente de vivir, una que quiero. Somos jóvenes, Benjamin es muy afortunado financieramente, y no quiero estar atrapada aquí más tiempo.


- ¿Esto es estar atrapada? - pregunté incrédulamente, mirando alrededor de su fabulosa oficina en su fabulosa firma de diseño.


- Preferimos pasar nuestro tiempo afuera, viviendo la vida, que esperar a vivirla mañana.


- Suenas como un comercial para barras de fibra - gruñí, levantándome y empezando a caminar de un lugar a otro.


- El mundo es muy grande para no tratar de verlo todo.


- Y ahora como un comercial de control de vejiga - murmuré .- ¿Y qué significa exactamente semi-retiro? - pregunté, girándome y dirigiéndome al otro lado de la habitación.


- Estaremos aquí la mitad del año y en Europa la otra mitad. Tendremos esta grandiosa base en Ámsterdam para viajar a dónde queramos, para quenuestros amigos que nos vayan a visitar, lo que sea que queramos hacer. ¿Quién sabe? Tal vez inicie una pequeña firma de diseño allí.


- ¿Y qué pasará aquí? - Camino. Giro. Camino.  


- Hablé con mi abogado y mi contador, y hemos pensado en un plan que me permitirá ocuparme del negocio y supervisar las cosas, pero que me ayudará a conseguir lo que quiero.


- ¿Supervisar las cosas? ¡Eso nunca funcionará! - Camino. Giro. Camino .- Antes de que te fueras a esta luna de miel estabas aquí todo el tiempo. ¡Todas las horas del día! - Camino. Giro. Camino .- Eres la Josefina de Josefina Designs, por el amor de Dios…  Como piensas que este lugar funcionará sin ti la mitad del año?


- Voy a hacerte mi socia, Paula.


-  Me vas a hacer tu… qué? - Giro, tropiezo y caída de frente.  


Gracias a Dios que ya no masticaba ese lápiz de color.  
 

***


- ¿Te caíste de bruces? ¿En su oficina? 

 
- Me comí la alfombra, en serio.


- ¡Sabía que no sólo lo experimentarías en la universidad! - gritó Moni.


Hablaba por teléfono con ella mientras manejaba a casa esa noche, aún impactada por lo que acababa de suceder.


- Qué gracioso - murmuré, haciendo el giro final y dirigiéndome a mi calle .- Después me ayudó a levantarme y procedió a hacerme una oferta que sentí que no podía rechazar. - Y podía decirle adiós a Río.


- ¿Por qué diablos renunciarías a ser su socia? Todavía no tienes ni siquiera treinta, por Dios santo; ¡Es increíble recibir una oferta como esa! 


-Aunque nos estamos acercando a los grandes tres, oh, ¿puedes imaginarlo?


-Gracias a Dios que me voy a casar antes de eso, no puedo imaginar tener más de treinta y no estar casada…


-  Oye! Concéntrate… estamos hablando acerca de mi día. ¿Y qué demonios? yo no dije que iba a rechazarla. Doble qué demonios, Moni. ¿Quién se casa antes de tener treinta? ¡Además, estoy tres años de tener treinta! ¿Y dónde demonios está mi entrada? - grité, girando rápidamente antes de estrellarme contra… . Te llamo después.  


Colgué el teléfono. Porque en mi entrada había un Mercedes convertible blanco. Con un lazo rojo en él. ¿Qué demonios?


Estacioné la camioneta, me apresuré por el camino, abrí la puerta, brinqué un caballete como un corredor olímpico y corrí hacia la cocina. Donde encontré a Pedro, en una escalera. Usando vaqueros desteñidos. Sin camisa.


Con un cinturón de herramientas.


- Eh, ¿qué es lo que hay en nuestra entrada? - pregunté. Se giró en cámara lenta, o al menos eso pareció, y noté por millonésima vez qué tan deslumbrante era. Brazos esculpidos, hombros anchos terminando en ese dulce
lugar justo arriba de su trasero. Y un paquete de seis, que cuando trabajaba en serio, llegaba a siete y ocho también. Y luego esa V que parecía deslizarse a cada lado en esos pantalones.  


- Bueno, es divertido - dijo, bajando de la escalera y poniendo a un lado su lijadora eléctrica. Había hecho un buen trabajo .- Estaba viendo cómo te ibas hoy en esa ridícula camioneta y pensé: mi chica necesita ruedas.


-¿Así qué me compraste un auto? - pregunté, confundida. A mi cerebro no le gustaban algunas de estas palabras, pero a otra parte de mí realmente le gustaba todo esto.


No podía dejar que simplemente me comprara un auto. ¿Podía? Oh, se acercaba. 

Llegó a mí lentamente, y retrocedí mientras él avanzaba. 


Antes de saberlo, me encontraba pegada a la pared. Con Wallbanger sin camisa a centímetros de mí.


Ahora, que conste, cuando entré a la casa, estaba bastante segura de lo que sucedía. Y obviamente, de lo que había hecho. Y estaba bastante segura que me sentía enojada.


Recuérdalo.


Ahora, piensa en lo bien que debe lucir para hacerme olvidar qué tan enojada me sentía.  


- Si no te gusta el color, podemos escoger otro - dijo, a sólo un centímetro lejos de mí. Podía sentir el calor de su cuerpo empezar a penetrar en el mío. ¿Penetrar? Sí, por favor.
Pero, esperen, no podía simplemente comprarme un coche.

- Sí, no puedes simplemente comprarme un, eh… - suspiré, mis palabras volviéndose confusas mientras se inclinaba hacia mí. Había tanta tensión en mi cuerpo que empezaba a vibrar como una cuerda musical.  


- Sí, puedo simplemente comprarte un auto. Es un regalo… supéralo - respondió, su entrecejo frunciéndose como si no pudiera entender por qué lo molestaba por ello. Y en ese preciso momento, yo tampoco podía decir el por qué.


Nunca había pasado tanto tiempo sin tener sexo con Pedro, no cuando se encontraba en la ciudad. Comenzaba a llegar a mí. ¡Y olía tan bien!


-  Pero un auto, Pedro? Yo… eh…  qué es esa colonia?  


- Es poliuretano.


- Deberían embotellar esa mierda - suspiré, mientras mi voz se tornaba ronca.


- Viene en una lata.


- Realmente te viene - gemí mientras inclinaba su cabeza y pasaba su lengua por mi cuello.


- Mantendré eso en mente - murmuró, hundiendo una mano en mi cabello.


- ¿Hiciste esto a propósito? ¿Toda esta fantasía de hombre trabajador? El cinturon de herramientas?  Los abdominales?  La…? Mierda. - Jadeé


cuando tomo mi mano y la presiono contra su… taladro.

- Llegaste temprano a casa - explicó, empujándose contra mi mano . -Me gusta temprano.


- Qué suerte la mía - suspiré e apoyé la cabeza contra la pared. Lo tomó como un permiso, porque en segundos mi blusa fue arrancada, mi falda levantada, y mis piernas envueltas alrededor de su cinturón de herramientas .


-Me gustaba esa blusa - protesté.


- ¿De verdad te importa? - preguntó, deslizando sus dedos bajo el encaje de mis bragas. -Ya mojada.- Gimió al primer toque.


 No.  Me maravillé con su fuerza, siempre lo hacía. La idea de ser realmente follada contra la pared siempre pareció imposible para mí. Hasta Pedro. Era fuerte sin parecer exagerado. Y podía cargar mi cuerpo como si no pesara nada, cuando ese no era el caso en lo absoluto.


-¿Cuánto te preocupan estas? - preguntó, tirando del elástico de mis bragas.


- Adivina. - Sonreí.


Fuera.  


Y luego nos encontrábamos en todas partes.


Medio desnudos en las escaleras, donde me hizo caminar frente a él. En el piso, mitad fuera y mitad dentro del dormitorio. En el asiento de la ventana, sobresaliendo contra la ventana de la bahía. 

 
Estábamos colgando del borde de la cama inflable cuando un particular embiste hizo que la cama estallara alrededor de nosotros.


Y cuando me puse sobre él, llevándolo profundamente en mi interior, mi orgasmo explotó, estallando detrás de mis parpados y vibrando a través de mi piel, y cada parte de mí gritó mientras él sonreía, diciendo :- Ahí está mi dulce
chica.


Exploté una y otra vez, nuestros cuerpos relucían empapados de sudor mientras lo cabalgaba duro y rápido, su voz rugiendo su liberación. Me desplomé sobre él, jadeando pesadamente. Llevó su rostro hacia el mío, me
besó profundamente y antes de que pusiera mi cabeza en el hueco de su cuello, me miró a los ojos y dijo :- Nunca me alejes así de nuevo, ¿vale?


Lo sabía.


Lo besé.-  Lo prometo.


Todavía usaba el cinturón de herramientas.
 
***

 
Una hora más tarde, nos hallábamos en la cocina, calentando otra cena en el microondas. Los electrodomésticos color aguacate fueron removidos, pero los nuevos todavía no llegaban. Así que cada comida la preparábamos en el microondas, y luego, por lo general, comíamos en una caja cubierta por una lona.


- ¿Pastel de carne o bistec Salisbury?


- ¿Bistec Salisbury? ¿Estamos en 1979? - pregunté mientras él cogía dos cajas.


- ¡No te burles del bistec, es el mejor! Mi mamá solía hacerlo en las noches que tenía práctica de fútbol. Papá se quejaba, pero secretamente amaba esas cenas congeladas - dijo, conectando el microondas. Lo movía a diario.


- Pastel de carne para mí, entonces. No quiero interponerme entre tú y tu bistec - repliqué, sirviendo vino en un vaso de plástico. Lo observé mientras se movía alrededor de la cocina, pensando cómo ahora mencionaba más a su papá y mamá y todo lo relacionado con su niñez. Esa reunión realmente había cambiado las cosas. Finalmente creó una cuenta de Facebook, y se mantenía en contacto con los apóstoles casi diario.


A pesar de que me liberé de mucha tensión hace unos minutos, podía sentirla creciendo de nuevo.


- Así que, algo un poco épico pasó hoy en el trabajo - ofrecí, examinando mis pies.


- ¿Un poco épico? - Se rió, quitando el plástico y sacando nuestra cena. 

Busqué los tenedores en nuestro cajón de cubiertos (leer bolsa de plástico).  

- Bueno, muy épico. ¿Sabías que Josefina y Benjamin compraron una casa en Ámsterdam? - Lo miré cuidadosamente. 

- ¿Lo hicieron? Eso es genial. Benjamin mencionó algo, pero no estaba seguro.


- Benjamin te mencionó algo tan importante como comprar una casa en el jodido Ámsterdam, ¿y no me lo dijiste? - pregunté, incrédula.


- ¿Cuál es el problema?


- El problema es que Josefina se está “semi-retirando” - solté, haciendo comillas en el aire tan furiosamente que casi obtuve un calambre en los dedos


.- Y me ofreció ser su socia.


- Guau, ¿qué significa eso?


- No lo sé aún. Es la primera vez que lo hablamos, y no sé todos los detalles. - Le informé los detalles que sí sabía: estaría fuera seis meses donde me haría cargo en su ausencia.


Nos acomodamos uno frente a otro con nuestras cenas.


- Bueno, obviamente es una oportunidad tremenda para ti. Felicidades - dijo.


No podía descifrar qué no me decía.


- ¿Gracias?  dije, haciéndolo una pregunta.


- Es algo grande. Estoy orgulloso de ti - respondió, apuñalando su bistec Salisbury. Pero no me miraba.


- ¿Qué estás pensando, Pedro?  


- Es solo que… has estado trabajando tan duro. Y tanto. Creí que las cosas se calmarían un poco.


Simplemente dijo todo lo que yo había pensado, pero me molestaba escucharlo de alguien más. Enrollé mi servilleta en mi puño, haciéndola una bola. - No puedo rechazar una oportunidad tan grande como esta. Nadie obtiene una posibilidad así a mi edad. Y amo mi trabajo…  como podría decir que no? - Mastiqué mi pastel de carne furiosamente . Y en cuanto a no vernos, así es como siempre ha sido, ¿no? -Estamos acostumbrados. Quiero decir, solíamos estar acostumbrados a esto… tú solías estar fuera más tiempo
del que estabas aquí  -señalé.


- Pero ahora estoy en casa - respondió deliberadamente.


Quería gritar : “ Nadie te pidio que lo hicieras!”. Y después me horroricé al pensar tal cosa. ¿Quién diablos se quejaba de eso cuando se tenía un novio tan increíble como Pedro? Un ejemplo ilustrativo: el cinturón de herramientas y los múltiples orgasmos que disfruté hace menos de treinta minutos.


Pero no dije nada acerca de ello. No. Seguí adelante y abrí otro tarro de pepinillos. - Además, el dinero va a ser increíble.


- Tenemos suficiente dine…


- Tú tienes suficiente dinero… no yo. Hay una diferencia. - Lo apunté con mi tenedor . Ahora que lo mencionas, tenemos que hablar acerca de lasituación del automóvil, mientras no tengas tus manos en mis bragas.


- ¿Qué está mal con el auto? ¿No te gusta? - preguntó; sinceramente no lo entendía.


- Amo el auto. ¿Cómo podría no hacerlo? Pero no puedes simplemente comprarme un auto.


- Creo que acabo de hacerlo.


- Lo sé, y es increíblemente dulce. Y amable. Y caro, y realmente no lo necesito - dije, levantándome para tirar mi pastel de carne.


- Paula, vamos. Amaste manejar el auto de Josefina, no me digas que no lo hiciste.


- Esto no es acerca de si amé o no el auto, Pedro, Es acerca de ti comprándome un auto.


- Maldición, desearía haber estado afuera cuando te estacionaste. Tenía toda una idea planeada y creo que si tu…


- ¡Pedro, hay un auto nuevo en la entrada con un moño rojo encima! Creo que entiendo lo que querías hacer. ¡Y es increíblemente dulce, pero es demasiado! - Me senté de nuevo en mi silla. Sin saber qué hacer. ¿Me equivocaba aquí?


- No lo entiendo - dijo, suspirando. Se levantó y tiró su cena en el bote de basura. Mientras se giraba y me enfrentaba, vi una total confusión en sus ojos .- Cuando tenía trece años, mi papá le compró a mi mamá un auto nuevo.
Ella vino a casa de la tienda un día y bum… ahí estaba. Lazo rojo y todo. Y ella dijo las mismas cosas que tú estás diciendo. Es mucho, no debiste haberlo hecho…
todo. Y mi papá la beso , le dio las llaves y dijo: “Vamos a dar una vuelta”. Y eso fue todo. Ella cedió.-  Se inclinó contra un caballete, pasando las manos por su cabello . -¿Sabes por qué? Porque sabía cuánto significaba para él. Todo lo que él hacía era para que ella fuera feliz. - Su voz se volvió profunda al final, sonando ronca y un poco entrecortada.


Sus ojos azules lucían enormes, y podía ver su mandíbula tensarse. Se aclaró la garganta. Dos veces. Luego tragó con fuerza. Mierda.


- Así que, haz lo que quieras. Sólo quería hacer algo lindo para ti, porque podía. - Su voz tembló un poco, y no pude soportarlo más. Me hallaba frente a él, acercándolo y envolviendo sus fuertes brazos a mí alrededor. Lo abracé con fuerza. Un minuto después, lo sentí devolverme el gesto. Chico bueno.


¿Qué diablos me pasaba? Peleando con mi persona favorita en el mundo.


Me alejé sólo un poco, colocando mis manos a cada lado de su rostro.


Besé una mejilla, luego la otra, y después sus párpados. Mis labios se mojaron un poco. Me encogí por dentro, pero todo lo que vio fue mi sonrisa.


Retrocedí y empecé a ponerme mi abrigo. - ¿Te vas? - preguntó.


- Síp, y tú también - dije, dándole su abrigo .- Vayamos a dar un paseo.


No había nada como la sonrisa de Wallbanger. Siempre me enamoraba.  


Justo antes de irnos, escuché el delator vibrar del vidrio. En una carrera, Pedro me venció y llegó al comedor antes que yo y tomó a Olaf, quien se encontraba a medio camino a través de la vieja ventana de nuevo. Revisé a Olaf y luego cerré de golpe la ventana.


- Me quedaré con el auto si arreglas la maldita ventana - dije, apuntando a Pedro con los dedos. Asintió, y señalé a Olaf . Y tú, si haces eso de nuevo, vas a tener una desintoxicación de hierba gatuna. Permanentemente.
- Me rodó los ojos.


Luego Pedro y yo fuimos por un maravilloso paseo en mi nuevo convertible, el cual debía admitir, era totalmente dulce. Las cosas que se hacían por el amor.