domingo, 3 de agosto de 2014

CAPITULO 64




Me senté en la parte trasera del taxi, tamborileando las rodillas y tratando de no mirar el reloj nuevamente. Llegaría al ensayo, pero odiaba llegar tan ajustada de tiempo. Para cuando terminé todo lo que necesitaba en el trabajo y me aseguré de que realmente podía tomarme el fin de semana libre, solo faltaba una hora antes del ensayo y todavía no me cambiaba. Por suerte,traje mi vestido a la oficina y rápidamente me cambié allí.


¡Puedo recoger su esmoquin en el almuerzo, ja! Ni siquiera comí el almuerzo, pero no importa. Marisa, la interna maravilla, era lo suficientemente buena para realizar el mandado, trayendo el esmoquin de regreso a la oficina
con una sonrisa. Era la mejor. Lidiaría después con Pedro.
Llegué al ensayo con unos momentos de sobra, y mientras entraba, recibí un texto de Pedro. Venía en camino. Me encogí cuando pensé en lo agotado que estaría después de volar desde el otro lado del mundo. Pero no era su culpa
que el vuelo se retrasara, y me hice una nota mental para facilitarle lo del esmoquin.


Saludando algunas de las otras damas de honor y mezclándome con la familia de Josefina, caminé dentro de la iglesia donde ella y Benjamin charlaban con el ministro. Maldita sea, ese hombre era impresionante.
Traje oscuro, piel bronceada, un poquito de canas en el borde de las sienes, y esos ojos que miraban llenos de diversión. Este era el hombre en el que querías que tú chico se convirtiera un día. Me guiñó un ojo mientras me
saludaba, sabiendo muy bien que cuando encendía todo su encanto, todas nos volvíamos papilla.



-Hola, Benjamin  le dije, ya en mi camino a Ciudad Papilla.


-Paula, luces encantadora esta noche.-  Me acercó a su lado con una sonrisa, y podía sentir la sangre elevarse a mis mejillas. Ahora era una papilla sonrojada . -¿Y dónde está ese idiota de mi padrino?


-¡Aquí! ¡El idiota está aquí! - Oí, y entró apresuradamente Pedro.


Cabello todavía húmedo por la ducha, vestido con el traje oscuro y corbata, corrió a mi lado .- Oye, viejo, deja ir de mi chica.


Estrechando la mano de Benjamin, le dio un beso en la mejilla a Josefina, luego giró hacia mí llevándome. Extendió la mano, alcanzó mi cintura y me atrajo hacia él. Su mirada se encontró con la mía, mis manos apoyándose en el pecho. El rostro fue acariciado por el sol durante los días pasados en el mar, con minúsculas pecas, aquí y allá. Maldito hombre hermoso. ¿Y la mejor parte? La forma en que me miraba. Como si fuera la chica más guapa de la habitación.


-Hola, nena.


El hombre era un poeta.


-Hola.


También yo lo era.


Se inclinó, ojos quedándose con los míos hasta un segundo después que sus labios tocaron los míos. El beso fue suave, ligero. Su boca rozó la mía una vez, luego dos veces, y luego por tercera vez, con más que los labios involucrados. La lengua salió, para empujar suavemente donde mis labios se unían, y cuando se separaron para él, la movió para probarme.


¿Permanecíamos en una iglesia? No tenía idea, porque en ese momento, todo lo que sentía, lo único que conocía era Pedro. Las manos inquietas en mi cintura, los planos de su cuerpo fuerte presionado en todos los lugares contra el
mío, el olor de su champú y del jabón, siempre encantador llenando mi nariz, y la boca orientándose en la mía.


Escuché toser, y cuando rompió nuestro beso para descansar la frente contra la mía, vi a Josefina arquear una ceja hacia nosotros.


-Pedro -  le susurré, dentro de nuestra burbuja.


-¿Si? 

 -También te extrañé - dije, dándole otro beso rápido.


Sonriendo, me hizo girar, así me ubicaba a su lado, y giramos hacia Josefina y Benjamín. Y la pequeña multitud que nos miraba.


-¿Qué? Extrañé a mi chica.- Me metí más a su lado y le sonreí .


-Ahora, ¿qué vamos a ensayar? - preguntó.

 
***

 
El ensayo estuvo bien, la cena aún mejor. Josefina y Benjamín escogieron un hermoso restaurante, alquilaron un salón privado con una terraza en la azotea. Vino y champán fluyeron, familias mezcladas y relacionadas; era un ambiente festivo. Servir aperitivos pesados en lugar de una cena formal, animó a todos a llegar a conocerse unos a otros mientras se movían de mesa en mesa.


Pedro y yo permanecimos cerca uno del otro la mayor parte de la noche, cuando no ayudaba a Josefina con detalles de última hora. Aunque tenía otras damas de honor y una dama de honor principal, Josefina confiaba en mí,
implícitamente, para ser los ojos y oídos en Todas las Cosas de la Boda. Es por eso que era la única con el kit de costura y la crema para las hemorroides en mi bolso.
Para los ojos hinchados.
Entre el encuentro entre primos segundos y socios de negocios de ambos lados, Pedro se las arregló para robarme besos secretos y susurrarme palabras sucias en todos los rincones de ese restaurante.

-¿Qué mosca te picó? - le pregunté, sin aliento después de un beso apasionado en la terraza. Salí a tomar un poco de aire cuando fui arrinconada contra la barandilla de cristal por un manoseador Wallbanger.


-En ti, ahora eso suena como una idea maravillosa -murmuró, girándome para que quedara de frente a la ciudad. Enjaulándome con los brazos, apretó su cuerpo contra el mío. Apoyé la cabeza en el hombro mientras
se distribuía besos húmedos arriba y abajo de mi cuello.
Suspiré, dejando a mis manos extenderse hacia atrás y enredarse en su cabello. - Pórtate bien, señor.


-De ninguna manera. - Empujó con suavidad pero insistentemente en mi trasero. Mis ojos se abrieron de golpe, mientras mi interior se tensó instantáneamente .- Te extrañé. ¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí?


-Um, no creo que debamos irnos hasta que Josefina y Benjamín estén listos. Creo que eso sería… - guau!  Mi cabeza cayó hacia atrás aún más,mientras él pasaba una mano desde mi cintura hasta justo debajo de mis pechos.


-¿No debería o no puedes?


Luché para pensar, para mantener la concentración. 

-Uh, bueno, tal vez podríamos, mmm… -Me hallaba indefensa, sus manos cada vez más seguras mientras comenzaba a levantar mi falda por mis muslos . -Bien, ahora sí creo que deberíamos irnos. Esto es una locura.


-Buena chica.  Me tenía diciendo adiós en menos de un minuto, en el ascensor en tres minutos, y en la parte trasera de un taxi cinco minutos después de eso.


Y cuando digo que me tenía, muchacho, era verdad.

 
***

 
Después de defenderme con éxito de los intentos de Pedro para meterse debajo de mi falda en el taxi, y luego debajo de mi falda mientras subíamos las escaleras a nuestro apartamento, dejé toda posesión de lo que se encontraba por debajo de mi ombligo cuando me inclinó sobre el respaldo del sofá dentro de mi apartamento y me quitó las bragas. Con sus dientes.
¡Con sus encantadores dientes! ¡No puedo creerlo!
Leí esta escena en particular en muchas novelas románticas; nunca la había experimentado en la vida real. Siempre me preguntaba cómo sucedía exactamente. ¿Tomaría un gran bocado de la parte sobre la cadera? ¿Utilizaría un canino para desvestirte por el frente? Las novelas sexys sólo mencionaban dientes, ¿entonces usar los labios sería hacer trampa? Y hablando de hacer trampa, si usaba las manos para ayudarse, pero los dientes eran el método principal para quitar las bragas, ¿sería legal?
Novelas románticas, novelas tontomance, así es como Wallbanger lo hace.
Sus manos fueron dentro de mi falda a ambos lados tan pronto como abrimos la puerta principal. Mientras me guiaba hacia atrás por el apartamento a oscuras, su boca fue a mi cuello y las manos dentro de mi sujetador cuando la parte posterior de mis muslos chocó con el sofá.
Que luego tuve el honor de sentir con mis ojos cuando golpeé los almohadones con la cara, después de que me giró y empujó sobre el brazo con mi trasero al aire. ¿Creo que ni siquiera noté que tenía una frente llena de sofá?
Por supuesto que no, tenía un Wallbanger de rodillas entre mis piernas.
Besos mojados fueron dejados por la parte trasera de mis piernas mientras mi falda era levantaba por completo y quitada del camino. Sentí las manos separando mis rodillas, sentí el aliento cálido en el interior de mis muslos mientras los dedos se sumergieron en el interior del encaje de mis
bragas. ¿Me vestí para mi hombre? Oh, diablos, sí.
Blanco. Encaje. Lindo. Garantizado para hacerlo jadear. Lo que hacía ahora, pesadamente. Me besó a través de la seda, su lengua incisiva y fuerte, incluso a través de la barrera. Grité, estando preparada para esa boca desde que me empujó contra la barandilla en el restaurante.
Con las manos alrededor de mi cintura, presionó en la parte baja de mi espalda, dirigiéndome hacia su rostro. Gruñendo, y juro que es la única manera que puedo describir los sonidos guturales viniendo de su garganta, agarró la parte superior de mis bragas con los dientes y tiró de ellas. Por mis muslos y hacia mis rodillas, y se fueron, porque: Pedro. Era. Impaciente.
Con el culo al aire y mis bragas en las rodillas, gimió.


-Mmm, ahí está ese dulce coño


No todos los hombres pueden manejar la palabra con C. Y chico, él puede manejarlo muy bien. Ejem. Algunos la dicen todo el tiempo, algunos la utilizan en la conversación común. Pero una buena palabra con C es adecuada a
la ocasión: cuándo decirla, donde decirla, cómo decirla. 


Hablar sucio es un arte.


Hacerlo muy a menudo, se convierte en rutina. Nunca hacerlo, te estás perdiendo algo. Pedro lo hacía a la perfección. Él era como un tazón perfecto de gachas indecentes: justo. Volvamos a ese bocado...


Me encontraba acabada, incluso antes de que sus labios se posaran en los míos. Y quise decir eso, exactamente cómo lo dije.


Hay noches que lo necesitaba lento. Y hay noches en que lo necesitaba dulce. Y luego están las noches cuando lo necesitaba rápido y sucio.


¿Adivina que noche era esta? 

Me vine dos veces en su boca. Y dos veces más cuando se puso de pie, abrió la cremallera y se sumergió en mí con un golpe rápido. ¿Con una mano aplanada en mi espalda y la otra tirando de mi pelo para direccionarme exactamente cómo lo necesitaba? Diablos, sí.


Era profundo y duro e intenso. Y así, muy rápido y sucio.


¿Todavía usaba mis tacones cuando finalmente llegó al clímax y gritó mi nombre? Dios mío, sí.
 
***
 
Más tarde, amontonados en una pila en el sofá con Pedro usando mi cadera como almohada, oí mi teléfono sonando. El cuál se encontraba en mi bolso, apenas dentro de la puerta. Levanté la cabeza, mirando por encima de mi
hombro y alcanzándolo con la mano. Sabiendo que todavía se hallaba a diez metros de distancia.


-No puedo alcanzar mi teléfono.


-No necesitas el teléfono.


-Pero está sonando.


-Estoy bastante seguro de que no suena - insistió, retorciéndose detrás de mí.


El teléfono dejó de sonar y me hundí de nuevo en los cojines. Entonces rápidamente empezó a sonar de nuevo.


-No puedo alcanzar mi teléfono - repetí calladamente. Ser arrollada así te pondrá un poco llena la cabeza . -Oye, ¿me mordiste?


-No necesitas el teléfono. Y sí, lo hice. Tengo dos bolas de delicia mirándome fijamente a la cara.


De hecho él mordió una de las dos bolas. Rodé los ojos y traté de ir realmente por el teléfono.


-No me quites mis bolas, Paula, te lo advierto.

-Oh, bola esto - me burlé, logrando colarme por debajo de él y cojeando a mi bolso, tirando de mi falda hacia abajo a medida que avanzaba.


Mientras buscaba mi teléfono, miré de nuevo a Pedro, boca abajo en el sofá todavía con los pantalones en los tobillos.


-Luces encantador, nene. 

-Encantador esto - imitó, señalando a una parte muy específica de su cuerpo.


Con una carcajada, miré mi teléfono, viendo que era Sofia. Era más de medianoche. Fruncí el ceño y le devolví la llamada.


-Hola, ¿qué sucede?


-¿Por qué tiene que pasar algo? - Su voz era baja.


-¿Desde hace cuánto te conozco? ¿Qué pasa? 

No dijo nada, pero podía oírla. Sollozando.


-¿Es la boda? 

-Sniff.


-¿No quieres ir?

-Sniff sniff.


-¿Por qué vas a ver a Nicolas?


-Chillido. Clínex.


-Cariño, sabes que tienes que ir, ¿no?


-Sniff.


-No sólo porque Josefina te espera, sino porque ahí tienes que verlo finalmente y…


-¡Chillido enojado!


-¿Quieres venir? Hice galletas de chocolate anoche.


Tintineo, tintineo. Este era el sonido de los pantalones de Pedro siendo abrochados mientras se abría paso a la cocina.


-No, estaré bien. ¡Dios, esto solo apesta! - dijo finalmente, sonándose la nariz otra vez ruidosamente.


- Apesta totalmente, cariño, pero vas a estar bien. Eres una chica grande, estoy realmente asustada de ti - dije.


-Eso es porque tú sabes que podría patearte el trasero.  Resopló . ¿Él llevará a alguien?


-Sí.


 -Mierda. Realmente tengo que ir, ¿verdad?


-Absolutamente tienes que ir - respondí, mordiéndome el labio. ¿Me atrevería? . -Además, creo que el decepcionado sería Barry Derry.


Silencio.


Entonces, carcajadas estallaron a través de la línea. En el medio, me dijo que me amaba y que me vería mañana. Luego colgó, sin dejar de reír. 

Me dirigí a la cocina para ver a Pedro, con las manos en el frasco de las galletas. Negué con la cabeza, luego le serví un vaso de leche.


-Es criminal cuánto te amo ahora - dijo, con la boca llena de galletas y sonrisa.


Me paré junto a él, cuando terminó con el bocadillo de medianoche, demasiado rápido, abrió los brazos y los envolvió alrededor de mí.
Acurrucándome en el pecho, besó la cima de mi cabeza mientras lo abrazaba tan fuerte como podía.
El día siguiente traería todo tipo de emoción, pero esta noche tenía mi Wallbanger en la cama. Y eso era todo lo que necesitaba.
 

***
 

Mensajes entre Paula y Moni:


Tienes que vigilar a nuestra chica hoy. Te dirá que está bien, pero no lo está.


Oh, chica, ¿qué pasó?


Sólo vigílala.


Hecho. ¿Cómo está Josefina?


Radiante.


Naturalmente.


Nos dirigimos a la iglesia en unas pocas horas.


Vigilaré a nuestra chica, tú ve a ser una dama de honor.


Mensajes entre Moni y Sofia:


Hola, muchacha bonita, ¿todavía quieres venir con nosotros a la boda?


Sí, sólo recógenos de paso. 

Todavía vas a traer a Barry, ¿verdad?


Sí, sólo recógenos de paso.


¿Cómo te sientes?


Moni.


¿Sí?


Sólo recógenos de paso.


Biiiiiieeeeeeen.
 

Mensajes entre Pedro y Nicolas:


¿Todavía vienes para el windsurf mañana?  

¡Amigo, va a ser mucho frío, de ninguna manera!


Cobarde.


Amigo. Todo va a estar helado.


Cobarde. Nos vemos en la boda.


Oye, sobre eso, ¿debo llevar mi regalo allí o qué?


¿Tenemos que comprarles un regalo? Espera...

 
Mensajes entre Pedro y Paula:  

¿Compramos un regalo?


Por supuesto que compramos un regalo. Lo firmé a tu nombre.


¿Vamos a llevarlo a la boda?


No, ya ha sido enviado. Siempre lo envío con anticipación, lo último por lo que una novia tiene que preocuparse es asegurarse de que sus regalos son discutidos durante
su boda.


¿Así que si alguien no lo envió antes de tiempo, no debería llevarlo?


Desde el punto de vista de etiqueta, está bien llevarlo. La gente siempre lo hace, a mí me gusta ocuparme de esto con anticipacion… espera,  por qué lo preguntas?

 
Mensajes entre Pedro y Nicolas:  


Amigo, estás bien, puedes traerlo.


Genial. Nos vemos allí.


Mensajes entre Paula y Pedro:  


Oye, señor. ¿Por qué me estás preguntando acerca de llevar un regalo?


Por nada.


En serio, ¿qué pasa?


Nicolas quería saber si debía traer el regalo a la boda o no, eso es todo.


Dile que me llame, le diré dónde puede enviar el regalo.


¿Te he dicho lo bonita que te ves en el vestido de dama de honor?


Ni siquiera me has visto todavía...


Es seguro de asumir.


Eres bueno, Wallbanger.
 
Mensajes de Nicolas a Sofia:


Hola. Sólo quería decirte hola. Vas hoy, ¿verdad?

Ah. Todavía no me hablas, ya veo.


Así que de todos modos, sólo quería decirte que estaré contento de verte. Creo que es hora de que hablemos. 


Todavía no puedo creer que cuelgues cada vez que llamo,
pero no quiero empezar con eso hoy. Estaré contento de verte; me gustaría tener la oportunidad de explicarme.


¿Sofia?


¿Sofi?


Cómeme