miércoles, 23 de julio de 2014
CAPITULO 40
Dejamos a la nueva pareja en donde Moni—nada que ellos
particularmente notaran—ellos estaban en su propio mundo de burbuja de goma—y continuamos a nuestros apartamentos. Aunque en su mayoría habíamos estado perdidos en nuestros pensamientos, la tensión había crecido durante el viaje, y era aún más notable ahora que estábamos solos en el coche. Pedro y yo siempre teníamos cosas de que hablar, pero ahora no teníamos mucho que discutir, estábamos callados. Yo no quería que las cosas fueran raras, y sabía que tenía que ser la que le asegurara a él que yo estaba bien. Él ya había hecho su parte en tener una conversación madura, y una vez más mi toro-en-una-tienda de envíos-de-cerámica parecía haberse ocupado de eso.
Una visión de mí anunciando en la cubierta, a todo volumen, de lo que yo le había hecho pasar a Pedro cruzó por mi mente, y mientras mis mejillas definitivamente se calentaron en vergüenza, yo también tenía una risa mental en lo extraña que debí haberme mirado, agitando los brazos, la boca colocada como si pudiera escupir clavos.
Y luego ladrándole a un asustado Pedro siguiéndome a la playa. Él debió haberse preguntado si yo iba a despedazarlo y lanzar su cuerpo al lago.
Mirando sus manos en el volante, las mismas manos que estuvieron en mí en muy pronunciadas maneras la noche anterior, me maravillo su capacidad de detenerse, porque yo sabía que era un hecho lo que había hecho. O su cuerpo había sido, al menos, si no su cabeza.
La cosa es, sin embargo, yo hice pensar a su cabeza que estaba en eso, al menos hasta que él pensó demasiado en ello. Lo mire una vez más, viendo que estábamos bajando por nuestra calle. Mientras nos detuvimos en la acera, él me miro, mordiéndose el mismo labio inferior que en menos de veinticuatro horas atrás yo había tenido la suerte de morder.
Él salto del coche y corrió a mi lado antes que yo tuve mi cinturón de seguridad desabrochado.
—Um, yo solo voy a… agarrar las bolsas—, él balbuceo, y yo lo estudie cuidadosamente. Él paso su mano izquierda a través de su cabello mientras su mano derecha tamborileaba contra el lado del coche. ¿Estaba nervioso?
—Entonces, sí—, balbuceo de nuevo, desapareciendo por la parte trasera.
Sip, él estaba nervioso, tan nervioso como yo estaba. Estaba inquieto por sacar mi bolso del carro, y nosotros caminamos trabajosamente los tres tramos de escaleras hacia nuestros apartamentos. Seguíamos sin hablar, así que el único sonido era el de nuestras llaves tintineando en las cerraduras. No podía dejar esto así. Tenía que cuadrar con él. Tome una respiración profunda, y gire.
—Pedro, yo—
—Mira, Paula—
Los dos nos reímos un poco.
—Tu turno.
—No, el tuyo—, dijo él.
—Nop. ¿Que ibas a decir?
—¿Que ibas tu a decir?
—Hey, escúpelo, amigo. Tengo un gatito que rescatar de dos reinas abajo de las escaleras—, le enseñe, escuchando a Olaf llamándome desde el apartamento de abajo.
Pedro soltó un bufido y se apoyó contra su puerta. —Creo que solo quería decir que realmente lo pasamos bien este fin de semana.
—Hasta anoche, ¿cierto?— Me apoye contra mi propia puerta, mirándolo encogerse mientras dirigí el elefante al jacuzzi.
—Paula—, susurro, cerrando sus ojos y dejando caer su cabeza atrás.
Él se miraba como si estuviera realmente adolorido mientras su cara se retorcía. Tuve piedad, No debería haberlo hecho, pero lo hice.
—Hey, ¿podemos olvidar lo que paso?— dije. —Quiero decir, sé que no podemos, ¿pero podemos pretender que lo olvidamos? Sé que la gente dice cosas y no se ponen raras todo el tiempo, pero entonces lo hacen. ¿Cómo podemos asegurarnos que las cosas no se pongan raras?
Él abrió sus ojos y me miró fijamente. —Supongo que simplemente no podemos permitirlo. Nos aseguraremos que no se torne raro.¿Bien?
—Bien—. Asentí y fui recompensada con la primera sonrisa real desde que desenvolví mi saco en Tahoe. Él recogió su maleta.
—Colócame algo bueno esta noche, ¿bien?— Le pedí mientras me dirigía adentro.
—Lo tienes—, respondió él, y cerramos nuestras puertas.
Pero él no me coloco la gran banda esa noche.
Y tampoco hablamos de nuevo esa semana.
CAPITULO 39
Estimulados por mi insistencia en volver a la ciudad, nos lleva dos horas empacar y decidir quién se va a ir con quién.
No quería estar con Pedro, así que me saque a Moni a un lado y le di instrucciones para que German fuera con nosotras. Ahora estábamos arreglando todas las bolsas externas. Con Pedro apilando todo en el Range Rover, me
estremecí un poco, dándome cuenta demasiado tarde de que había empacado mi chaqueta de lana en el bolso, que ahora fue enterrado.
Cuando se volvió de nuevo hacia mí, se dio cuenta.
—¿Tienes frio?
—Un poco, pero está bien. Mi bolso está en el fondo, y no quiero que tengas que reorganizar todo —le contesté, estampando mi pie para mantener el calor.
—¡Oh! Eso me recuerda que tengo algo para ti —exclamó, hurgando en su bolso, que estaba en la cima. Me entregó un paquete de bultos, envuelto en un papel café.
—¿Qué es esto? —Le pregunté, cuando él se sonrojó profundamente.
¿Pedro se sonrojar? Rara vez vi eso…
—Pensaste que me había olvidado de esto, ¿verdad? —Respondió, su pelo cayendo en sus ojos un poco cuando él esbozó una sonrisa infantil. —Iba a dártelo anoche, pero entonces—
—¡Oye, Alfonso! ¡Podría necesitar un poco de ayuda por aquí! —Llamó Nicolas mientras luchaba para cargar todo el equipaje de Sofia. Ayer, éste habría sido el trabajo de German. Ahora era el de Nicolas. Ayer. Cómo había cambiado el mundo en un día.
Se apartó de mí cuando Moni y German se instalaron en el asiento trasero.
Abrí el paquete para encontrar un muy grueso, suéter irlandés muy suave. Lo saqué del papel, sintiendo el peso y la textura del tejido protuberante. Lo apreté contra mi nariz, inhalando el olor de la lana y el inconfundible de Pedro que se aferraba a él. Le sonreí en el jersey, y rápidamente lo deslice por encima de mi camiseta, admirando la forma en que se colgaba suelto y bajo, y aun así me envolvió de una
manera reconfortante. Me volví para ver a Pedro que me miraba desde arriba en el camión de Nicolas. Sonrió mientras me giraba hacia él.
—Gracias. —musité.
—De nada. —musitó de vuelta.
Le di a mi suéter largo y profundo respiro, esperando que nadie se diera cuenta.
* * * * *
EN EL INTERIOR DE UN RANGE ROVER NEGRO de camino de regreso a San Francisco…
Paula: Está bien, puedo hacer esto… Son solo unas pocas horas hasta la ciudad. Puedo ser la persona más grande aquí. Puedo actuar como si él no hubiera hecho un alto ante el pensamiento de ver mis tetas anoche… ¿Y qué demonios? ¿Qué hombre dice que no a las tetas? Quiero decir, son unas tetas geniales. Estaban empujadas hacia arriba y apretadas, y estaban mojadas, por el amor de Cristo… ¿Por qué no quiso mis tetas? Paula, solo cálmate… solo sonríele y actúa como si todo estuviera bien. Espera, está mirando hacia mí.
¡Sonríe! Está bien, me devolvió la sonrisa. Estúpido rechazador de tetas… Quiero decir, ¿qué pasa con eso? ¡Y él estaba duro!
Pedro: Ella me está sonriendo… puedo devolverle la sonrisa, ¿verdad? Quiero decir, estamos actuando de forma natural, ¿cierto? Vale, hecho. Espero que pareciera más natural de lo que se sentía.
Jesús, quién sabía que un suéter gigante puede verse tan bien en una chica… Pero todo se ve muy bien en Paula—especialmente ese bikini verde. ¿De verdad la rechacé anoche? Dios, hubiera sito tan fácil solo… Pero entonces no pude. ¿¿¿Por qué no podía??? Jesús, Pedro. Bueno, estábamos borrachos… Corrección, ella estaba borracha. ¿Se habría arrepentido de ello? Podría hacerlo. ¿Podía correr el riesgo? Podría haber sido un poco desastroso… ¿O era las chicas? No debería hacerles eso a las chicas tampoco. Pero ni siquiera está funcionando realmente bien con las chicas estos días, ¿no es así? Huh, no pensé en ellas ni una sola vez este fin de semana… porque no podía dejar de pensar en Paula. Ella me está mirando otra vez… ¿De qué demonios vamos a hablar durante todo el camino de vuelta a la ciudad? German ni siquiera está prestando atención. Bastardo. Le dije que tenía que ayudarme…
Está ayudándose a sí mismo con un puñado de Moni. Casi lamento que Paula y yo trabajáramos tan duro para juntarlos. Hmm… Paula y yo… Paula y yo en un jacuzzi donde los bikinis están prohibidos… Jesús, espera un minuto —Sí, ahora tengo una semi…
Paula: ¿Por qué está retorciéndose de esa manera? Jesús, ¿tiene que hacer pis? Tal vez yo tengo que hacer pis. Quizás sería un buen momento para sugerir hacer una parada para hacer pis… Luego puedo coger a Moni y asegurarme de que ella sabe que la razón por la que están yendo con nosotros no es para que puedan chuparse la
cara todo el camino, sino para actuar de interferencia por mí con el Señor Asustado de las Tetas por allí. Está bien, solo pídele que se detenga en la siguiente gasolinera. Vaya, realmente tengo que hacer pis, supongo. Espero que esta gasolinera tenga Gardetto’s*.
Pedro: Gracias a Dios ella quería parar. Ahora puedo ajustarme sin parecer un pervertido… Oh, ¿a quién estoy engañando? Soy un pervertido. Estoy montado en un coche con una mujer que estaba montada a horcajadas sobre mí anoche y solo el pensamiento hace que me ponga duro. Pervertido, pervertido, pervertido. Espero que la gasolinera tenga Gardetto’s.
Moni: ¡Ooh! ¡Vamos a parar! ¡Espero que esta gasolinera tenga chicle!
German: Oh, hombre, ¿vamos a parar ya? No vamos a volver a la ciudad antes del anochecer. Moni quiere que vea su casa, y estoy realmente esperando que eso signifique andar desnudos y permitirme ver… Espero que esta gasolinera tenga condones.
Paula: Está bien, podrías haber manejado esto un poco mejor.Moni sugiriendo que tú y Pedro dividierais una bolsa grande de Gardetto’s no era la gran cosa. ¿Estoy un poco sensible hoy? Sí, supongo que lo estoy… Pero sé que es un hecho que Pedro estaba mirando mi culo mientras me alejaba del coche. ¿Por qué diablos está mirándome el culo ahora? Anoche no quería ni echar un vistazo debajo de mi bikini. ¿Es él realmente tan complicado? ¿Por qué demonios está mirándome? Está extendiendo su mano. Quédate quieta, Paula, quédate quieta… Oh, semillas de sésamo en mi barbilla. Bueno, si no estuvieras mirando mi boca, Sr. Mensajes Enrevesados, ni siquiera te habrías dado cuenta. Nunca conseguirás esta semilla de sésamo ahora, amigo. ¡Maldita sea! ¿Por qué este suéter tiene que oler tan bien? Espero que no se haya dado cuenta de que he estado olisqueando este suéter todo el camino.
Pedro: Ella está sorbiendo por las narices continuamente hoy. Espero que no haya cogido un resfriado. Pasamos demasiado tiempo fuera este fin de semana… No me gustaría que cayera con algo. Ella acaba de sorber por las narices otra vez. ¿Debería ofrecerle un pañuelo de papel?
Moni: Destrozada, Paula. Sé totalmente que estabas olisqueando el suéter.
German: Me pregunto si Moni tiene algo más que goma de mascar.
Espero que no me viera comprando esos condones. Quiero decir, no quiero ser presuntuoso. Pero definitivamente quiero estar debajo de ella otra vez en algún momento muy, muy pronto. Quién sabía que alguien tan pequeño podía ser tan fuerte… y ahora estoy duro.
Moni: German Hall… Moni Reyes Hall… Moni Hall… Moni Reyes-Hall…
Paula: Vale, Paula, momento de tener esa difícil conversación— contigo misma. ¿Por qué exactamente te arrojaste sobre Pedro anoche? ¿Fue el vino? ¿Fue la música? ¿El vudú? ¿Fue la combinación de todas esas cosas? Vale, vale, no más mierda. Lo hice porque…
porque… Joder, necesito más Gardetto’s.
Pedro: Ella es tan bonita. Quiero decir, hay bonita y luego bonita…
Qué idiota soy. Que mierda bonita—ella es hermosa… coño… y huele bien… coño… ¿Por qué algunas chicas solamente huelen mejor?
Algunas chicas huelen como a mierda floral, afrutada. Quiero decir, ¿por qué algunas chicas quieres oler como un mango? ¿Por qué debería una chica oler como un mango? Quizás si pienso en la palabra mango lo suficiente no pensaré sobre coños más. Paula… mango… Paula… coño… ¡Dios! Y ahora estoy duro…
Paula: Él parece como si necesitara mear otra vez… Está bebiendo demasiado café. Ha tomado como seis tazas ya de ese termo. Eso es divertido… Nunca toma una segunda taza en casa. ¿Por qué demonios sé yo cuántas tazas de café bebe? Asúmelo, Paula, sabes tanto sobre él porque… porque…
German: Amigo, ¿vamos a parar de nuevo? Nunca vamos a llegar a casa. Mi chico está teniendo algunos problemas serios hoy…
Probablemente debería ver si quiere tomar una cerveza o algo cuando regresemos—en caso de que quiera aclarar lo que realmente pasó anoche. ¿Debo ofrecerme? Guau, Moni tiene un aspecto estupendo en esos pantalones… Me pregunto si está comprando más chicle.
Moni: ¡Deja de olisquear tu suéter, Paula! En serio, chica. Si
pudiera cogerla a solas… Bueno, Pedro parece estar cojeando hacia el baño de hombres. Puedo conseguirla a solas por la carne seca.
Paula: Ugh… no puedo creer que Moni supiera que estaba
olisqueando el suéter. Me pregunto si Pedro se dio cuenta.
Pedro: Ella parece mejor… no está sorbiendo por las narices más.
Moni: Tengo que mandarle un mensaje a Sofia. Tiene que saber que la situación Paula/Pedro no está yendo para nada a mejor.
¿Qué demonios vamos a hacer con estos dos? Quiero decir, en serio… a veces la gente no puede ver lo que tiene justo enfrente de ellos.
Aawww…German quiere que le rasque la espalda. Le adoro… Y maldita sea, sus dedos son tan largos…
German: Mmmmm… otra vez… rasca… otra vez… rasca… Mmmm…
Paula: Está bien, no más negación en tu propia cabeza, Chaves.
Y ahora lo digo en serio porque estoy usando mi apellido. Ahora escúchame, Chaves… Heeheehee… ¡Sueno como una auténtica idiota!
Pedro: Así que… ¿ella se está riendo? Dentro de una broma, dice. Así que tal vez está bien con cómo está yendo esto—oops, cogí la bolsa de Gardetto’s equivocada. ¿Acaba de gruñirme?
Paula: ¿Rechaza mis tetas y luego intenta robarme mis Gardetto’s?
Creo que no, amigo. Vale, Chaves, no más risitas. No puedes evitar esto para siempre, ni siquiera en tu propia mente. Aquí están las preguntas sobre la mesa: 1. ¿Por qué te lanzaste sobre Pedro anoche? Y no tienes permitido culpar de ello al alcohol ni a la música ni al ambiente de las vacaciones ni a los Nervios ni al Corazón ni a nada. 2. ¿Por qué te rechazo? Si él no quería ir ahí, ¿por qué ha estado coqueteando contigo durante semanas, y no solo del modo vecino? Tiene un harén, por el amor de Dios. No es ningún puritano.
¡Arg! 3. ¿Ser rechazada por Pedro tiene algo que ver con la cita que acordaste con James? 4. ¿Cómo demonios vamos Pedro y yo a volver a ser solo amigos cuando conocemos cómo sabe en interior de la boca del otro? Y su sabor es muy, muy, muy bueno. Está bien, sí.
Puedes olisquear el suéter una vez más—solo no permitas que nadie te vea.
Pedro: Tengo que resolver esta mierda con Paula. Ella es tan genial, y quiero decir tan genial… ¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando?
Excepto por Natalie Portman, por supuesto. ¿Pero Paula? Tengo de dejar de ver tantos dramas televisivos—Me refiero a que, qué clase de tío en su sano juicio piensa en frases como: “¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando? Espera, ¿He estado buscando a esa mujer? No, no lo he hecho. No tengo tiempo para eso, espacio para eso—y mis chicas no quieren cercas blancas*. Se mantienen alejadas de las cercas blancas. Paula dice que no es una chica de cercas blancas…
Katie encontró su cerca blanca y estoy contento por ella. ¿Cuándo fue la última vez siquiera que hablé con Nadia o Lizzie? Quizás ellas no son lo correcto para mí más.
No las quiero de la manera en que debería querer… podría querer a Paula. Eres un maricón,Alfonso…Jesús, Paula—ella es una jodida conservadora… Espera un minuto.
¿Qué demonios? ¿De verdad estás planteándote la idea de una…tragar saliva… relación? ¿Y por qué mierda en verdad pensé en las palabras “tragar saliva”? Eso fue un poco dramático, Alfonso. Vamos, piensa en ello… si recuerdo correctamente, ¡la invitaste a España! No huyas de ello. Amigo, ¿en serio acaba de olisquear el suéter?
*(Cuando menciona las cercas blancas hace referencia a sentar la cabeza)
German: Mmmmm… a mi chica le gusta la carne seca—¿podría ser más afortunado? Me rasca la espalda y come carne seca. Tengo que haber muerto e ido a algún lugar como el cielo.
Moni: No puedo creer que él se comiera toda mi carne seca. Qué memo. Heehee.
Paula: La pregunta 1 es demasiado difícil. No puedo empezar con esa. Las responderé en orden inverso. 4. No sé si podemos ser amigos, pero en realidad yo quiero serlo—y no de la forma falsa.
Realmente me gusta Pedro, incluso aunque lo que sucedió anoche fue una auténtica mierda, creo que podemos resolver esto… Y me gustaría tener un poco de lo que sea que estoy fumando. 3. ¡POR SUPUESTO QUE ACEPTÉ SALIR CON JAMES POR LO QUE SUCEDIÓ CON PEDRO! Es curioso cómo se van sacando a la luz todas las tapas en mi cabeza. 2. Si supiera por qué me rechazó sería un jodido genio. ¿Mal aliento? No. ¿Por qué estaba borracha? Posiblemente… pero si fue porque estábamos borrachos ese fue el peor momento para caballerosidad en la historia del universo. Él siguió diciendo “No puedo” y “Esto es un error”. Ahora, error tal vez. Pero podría haber valido la pena… ¿Tal vez solo le estaba siendo fiel a su harén? Lo que de un modo extraño es bastante dulce. Sé que él realmente se preocupa por ellas. Maldita sea, ¡él es incluso genial se viene con ellas! Pero sé que “no puedo” no era exacto. “No puedo” implica algún tipo de disfunción eréctil. Y yo sentí esa cosa contra mi muslo.
Suspiro. Suspiro por el muslo. Este suéter está haciéndole cosas a mi cabeza. Olfatear…
Pedro: Acaba de olisquear otra vez—¿por qué sigue haciendo eso?
Cuando me lo puse no noté que oliera a nada que no sea lana. Las chicas son extrañas… extrañamente maravillosas… Coño… Coño de Paula… Yyyyyy, estoy duro. ¿Por qué demonios estoy pretendiendo todavía que no estoy total y completamente loco por esta chica? Y no tiene nada que ver con su coño… y ahora estoy más duro.
Paula: Deja de intentar evitar la respuesta a esta pregunta.
¡Afróntalo! ¿Por qué te lanzaste sobre Pedro, olvidándote de la amistad, el harén, la sequía de O y todas las buenas razones que tenías para mantenerte alejada de él y su vudú de Wallbanger?
Vamos, Paula. Aspira y dilo. ¿Qué fue lo que dijo cuando le
preguntaste por qué te había besado esa noche que os conocisteis?
“Porque tenía que hacerlo!, Jesús, incluso en mi cabeza suena increíble diciendo eso… Ahí tienes tu respuesta,
Paula: porque tenías que hacerlo. Y ahora tienes que descifrar esta mierda. Le besé y él me besó porque teníamos que hacerlo. Y las decisiones que tomamos eran nuestras y solo nuestras… ¿Y el hecho de que él se detuviera y dijera que no podía? ¿Incluso después de todas las semanas de ridículos coqueteos? ¿Después de invitarme a España?
¡España, joder! ¿Y quiero ir a la jodidamente maravillosa Espa…?
Espera, ¿quiero ir a España con él? España duele. ¡Argh! De cualquier modo, más vale que tenga una maldita buena razón porque joder, soy atractiva—Con O o sin O—soy jodidamente atractiva. Sí, lo eres, Chaves. Es extraña la forma en que vas y vuelves entre la primera y tercera persona durante tus monólogos internos, aunque… Gracias
a Dios, ¡El Bay Bridge! Suficiente introspección…
Pedro: Mierda, el Bay Bridge. Estamos casi en casa y no tengo ni idea de cómo va esto con Paula. Apenas hemos dicho nada en todo el camino—aunque estoy contento de estar casi en casa. Huelo a carne seca y necesito masturbarme como no creerías…
Moni: ¡Vaya! ¡El Bay Bridge! ¡Me pregunto si a German le importará pasar la noche en mi casa!
German: Gracias, joder, el Bay Bridge. Casi estamos en casa. Me pregunto si Moni sabe que voy a pasar la noche en su casa—y pensando en hacerla llamar al trabajo mañana para decir que está enferma. Niña, las cosas que planeo hacerte… Pero nunca voy a comer tanta carne seca otra vez. Este ha sido el viaje por carretera más silencioso jamás visto.
CAPITULO 38
—¿Pancakes, cariño?
—Me encantaría. Gracias, nene.
Jesús.
—¿Hay todavía crema para el café?
—Aquí está tu crema, cariño.
Dulce Jesús.
Escuchar a una nueva pareja, y mucho menos dos nuevas parejas a veces es vómito seguro. Añádele una resaca, y que esto iba a ser una larga mañana.
Después de hablar con James en el teléfono la noche anterior, había caído en un profundo sueño, con ayuda, sin duda, por todo el vino que había consumido. Me desperté con una lengua gruesa, un terrible dolor de cabeza, náuseas y un estómago revuelto aún más al saber que tendría que ver a Pedro esta mañana y teniendo la rara
nosotros-totalmente-hecho-fuera-la-última-noche conversación.
James me había hecho sentir mejor, sin embargo. Me había hecho reír, y me acordé de lo bien que me cuidó en su día.
Era un recuerdo agradable y una sensación aún más agradable. Había llamado con la excusa de comprobar conmigo sobre un color de pintura, que rápidamente me llama como un farol. Luego había admitido que sólo quería hablar conmigo, y recién salida del gran rechazo Bañera de hidromasaje, estaba feliz de hablar con alguien que conocí quería mi atención. Maldito seas, Pedro. Cuando James me invitó a cenar el fin de semana próximo, acepté de inmediato. Tendríamos un gran momento... y ya que mis O estaban de vuelta en su escondite, también podría disfrutar de una noche en la ciudad.
Ahora, estaba sentada en la mesa del desayuno, rodeada de dos nuevas parejas que llenaban la cocina con la satisfacción sexual suficiente para hacerme gritar. No lo hice bien. Lo guardé para mí como Moni felizmente posada en el regazo de German, y Nicolas alimentando con bolitas de melón a Sofia como si fuera puesto en la tierra por esa razón, y solo esa razón.
—¿Cómo te fue el resto de la noche, Sra. Paula? —Gorjeó Moni, levantando una ceja del conocimiento. Apreté los dientes de mi tenedor en la mano y le dije que se callara.
—Vaya, gruñona. Alguien debe de haber pasado la noche sola — murmuró Sofia a Nicolas.
La miro con sorpresa. La ligereza con la que trataban esto estaba empezando a molestarme.
—Bueno, por supuesto que me pasé la noche sola. ¿Con quién demonios crees que pasé la noche, eh? —Le pregunté, tirando de la mesa y golpeando mi vaso de jugo de naranja encima. —Ah, mierda todos al infierno. —murmuré, pisando fuerte hacia fuera el patio, las lágrimas amenazando por segunda vez en menos de doce horas.
Me senté en una de las sillas de Adirondack, con vistas al lago. El fresco de la mañana calmó mi cara caliente, y limpio torpemente mis lágrimas cuando escucho los pasos de las chicas que me siguen afuera.
—No quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? —Instruyo, ya que ocupan los asientos frente a mí.
—Está bien... pero tienes que darnos algo. Quiero decir, estaba segura de que cuando nos fuimos anoche, quiero decir... tú y Pedro solo —Moni comenzó, y la detuve.
—Yo y Pedro nada. No hay yo y Pedro. ¿Qué, pensaron que sería mejor salir juntos sólo porque ustedes cuatro finalmente entendieron su mierda? Eres bienvenida para eso, por cierto —le espeté, tirando de mi gorra de béisbol en mi cara, ocultando mis continuas lágrimas de mis mejores amigas.
—Paula, pensamos… —Sofia comenzó, y la corto también.
—¿Pensaste que ya que éramos los únicos que quedábamos por arte de magia acabaríamos siendo una pareja? Cómo en un cuento—tres conjuntos de pares emparejados perfectamente, ¿no? Al igual que sucede nunca. Esto no es una novela romántica.
—Oh, vamos, ustedes dos son el uno para el otro. ¿Nos llamaste anoche ciegos? Hola, olla. Soy yo, el hervidor de agua. —espetó Sofia de regreso.
—Hola, hervidor de agua, tiene unos treinta segundos antes de que esta olla te patee el culo. No pasó nada. Nada va a suceder. En caso de haber perdido, él tiene un harén, señoras. ¡Un harén! Y no estoy a punto de convertirme en su tercer pedacito. Así que pueden olvidarse de él, ¿de acuerdo? —gritó, empujándome fuera de la silla, dando
vuelta hacia la casa, y corro a la derecha junto a un tranquilo Pedro.
—¡Genial! ¡Tú también estás aquí! ¡Y también los veo a ustedes dos mirando a través de las persianas, idiotas! —Grité cuando Nicolas y German se apartaron de la ventana.
—Paula, ¿podemos hablar, por favor? —Preguntó Pedro,
agarrándome por los brazos y girándome hacia él.
—Claro, ¿por qué no? Vamos a hacer la vergüenza total. Como sé que todos se están muriendo por saber, me arrojé a este chico anoche, y él me rechazó. Bueno, el secreto está fuera. ¿Podemos por favor dejarlo así? —Me moví de su agarre y me encamino hacia el sendero del lago. No he oído nada detrás de mí y me volteo para ver a los cinco, con los ojos abiertos y, evidentemente, sin saber qué hacer a continuación.
—¡Oye! Vamos, Pedro. Vámonos —le solté mis dedos, y empezó después de mí, mirándome con un poco de miedo.
Piso por el camino y trató de frenar mi respiración. Mi corazón late con fuerza, y no tenía ganas de hablar cuando estaba de mal humor.
Nada bueno podía salir de ahí. Inhalo y exhalo, tomo la mañana hermosa todo alrededor y trató de dejar que mi corazón se aligere un poco. ¿Necesitaba hacer esto más difícil de lo que ya era? No. Yo tenía el control aquí, anoche no era la excepción. Podría hacer lo que nunca sucedió anoche, o ciertamente podría intentar.
Respiré de nuevo, sintiendo un poco de tensión salir de mi cuerpo. A pesar de todo lo que pasó, disfrutaba de la compañía de Pedro y tenía que llegar a pensar en él como mi amigo. Todavía pisoteo a lo largo del camino, pero al final me echó hacia atrás en un paseo no enfadado.
Me fui detrás de los árboles y no me detuve hasta que llegue al final del muelle. El sol se asomó después de la tormenta de anoche, lanzando una luz plateada en el agua.
Lo oí acercarse y detenerse detrás de mí. Tomé una respiración más profunda. Se quedó en silencio.
—No me vas a empujar, ¿verdad? Eso sería un mal movimiento, Pedro. —Él exhaló una risa, y yo sonreí un poco, sin querer, pero no pudo evitarlo.
—Paula, ¿puedo explicar lo de anoche? Tengo que saber que—
—No lo hagas, ¿de acuerdo? ¿No podemos simplemente culpar al vino? —Le pregunté, girando a punto de enfrentarme a él y tratando de ganarle la mano.
Bajó la mirada hacia mí con una extraña expresión en su rostro.
Parecía que se había vestido a toda prisa: blancos pantalones térmicos, bien gastados, botas de montaña y que no fueron atadas hasta arriba, las cuerdas ahora húmedas y fangosas de la caminata por el bosque. Sin embargo, era impresionante, el temprano sol de la mañana ilumina los planos fuertes de su cara y que nuca tan deliciosa.
—Ojalá pudiera, Paula, pero… —empezó de nuevo.
Negué con la cabeza. —En serio, Pedro, sólo… —empecé a decir, pero me detuve cuando presionó sus dedos contra mi boca.
—Tienes que callarte, ¿de acuerdo? Sigues interrumpiéndome, y veras lo rápido que te arrojo a ese lago. —advirtió el brillo en sus ojos que había llegado a acostumbrarme.
Asentí con la cabeza y quitó la mano. Traté de hacer caso omiso de las llamas que lamían mis labios, traídos a la superficie con sólo un pequeño toque.
—Así que, anoche estuvimos muy cerca de cometer un error muy grande —dijo, y cuando vio mi boca comenzando a abrirse, él movió su dedo.
Cerré mis labios, imitando tirar la llave al agua. Sonrió tristemente y continuó.
—Obviamente me siento atraído por ti. ¿Cómo no iba a estarlo? Eres increíble. Pero estabas borracha, yo estaba borracho, y tan grande como lo hubiera sido, habría que—ah, habría cambiado las cosas, ¿sabes? Y yo simplemente no puedo, Paula. No me puedo permitir... es que... —Él luchó, pasándose las manos por el pelo en un gesto que había llegado a comprender era frustración. Me miró fijamente, deseando que hiciera esto bien, para decirle que estábamos bien.
¿Quería perder a un amigo por esto? De ninguna manera.
—Oye, como te dije, está bien, demasiado vino. Además, sé que tienes tu arreglo, y no puedo... Las cosas se me escaparon anoche — le expliqué, tratando de venderle.
Abrió la boca para comentar, pero después de un momento, asintió con la cabeza y suspiró un gran suspiro. —¿Todavía amigos? No quiero que esto consiga ser extraño para nosotros. Me gustas mucho, Paula —preguntó, mirándome como si su mundo estaba a punto de llegar a su fin.
—Por supuesto amigos. ¿Qué otra cosa podemos ser? —Trago duro y me obligó a sonreír. Él también sonrió, y empezamos a caminar de regreso por el sendero. Bueno, eso no fue tan malo. Tal vez esto podría funcionar. Se detuvo para recoger un puñado de arena de la playa y lo puso en una bolsa de plástico.
—¿Botellas?
—Botellas. —Asintió con la cabeza y comenzamos por el sendero.
—Así que parece que nuestro pequeño plan funcionó —comencé, en busca de conversación.
—¿Con los chicos? Ah, sí, creo que ha funcionado bien. Parece que han encontrado lo que necesitaban.
—Eso es lo único que tratamos de hacer, ¿no? —Me reí mientras cruzábamos el patio a la cocina. Cuatro cabezas desaparecieron de la ventana y comenzaron a asumir posiciones de indiferencia en torno a la mesa. Me reí entre dientes.
—Siempre es bueno cuando lo que necesitas y lo que quieres son la misma cosa —dijo Pedro, manteniendo la puerta abierta para mí.
—Muchacho, haz dicho una bocanada. —Una punzada de tristeza me golpeó de nuevo, pero no tenía que forzar una sonrisa una vez que vi lo feliz que estaban mis amigas.
—¿Quieres desayunar? Todavía hay algunos bollos de canela, creo — ofreció Pedro, acercándose al mostrador.
—Um, no. Creo que me voy a ir a empacar, sacar mis cosas juntas — le dije, al ver un destello de decepción en su rostro antes de sonreír con valentía.Está bien, así que no fue muy bien. Bueno, eso es lo que ocurre cuando dos amigos se besan. Las cosas nunca son lo mismo.
Asentí con la cabeza a mis chicas y me dirigí a mi habitación.
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