sábado, 12 de julio de 2014

CAPITULO 13



—OH, DIOS.


Golpe.


—Oh, Dios.


Golpe golpe


Estaba moviéndome por la cama con la fuerza de sus embestidas. Él se impulsaba dentro de mí con una fuerza inquebrantable, dándome exactamente lo que podía soportar, luego empujándome un poco más allá del borde. 


Me miró desde arriba, duro, destellando una sonrisa de
conocimiento. Cerré mis ojos, permitiéndome sentir cuan
profundamente era afectada. Y por profunda, me refería profunda…


Agarró mis manos y las llevó sobre mi cabeza a la cabecera.


—Vas a quererte agarrar fuerte para esto —, susurró y tiró una de mis piernas arriba sobre su hombro mientras alteraba el ritmo de sus caderas


—¡Pedro! —Chillé, sintiendo comenzar un espasmo en mi cuerpo.


Sus ojos, esos detestables ojos azules, se trabaron en los míos mientras me sacudía a su alrededor.


—Mmm, ¡Pedro! —Grité de nuevo. Y me desperté enseguida —Con los brazos sobre mi cabeza, y mis manos agarrándose fuertemente a la cabecera.


Cerré mis ojos por un momento y forcé mis dedos a abrirse. 


Cuando miré de nuevo, pude ver abolladuras en mis manos de apretar tan fuerte.


Luché para sentarme. Estaba cubierta en sudor y jadeante. 


De verdad estaba jadeando. Encontré las sabanas en una pelota al pie de la cama con Olaf enterrado debajo, solo su nariz asomándose.


—Oh, Olaf, ¿te estas escondiendo?


—Meow —, salió una respuesta enojada, y una pequeña cara siguió la nariz de gatito.


—Puedes salir, tonto. Mami dejó de gritar. Creo —. Me reí. 


Pasando una mano por mí cabello húmedo.


Había sudado encantadoramente mis pijamas, así que me incorporé y me puse sobre la ventila de aire acondicionado, refrescándome y comenzando a calmarme —. ¿Eso estuvo cerca O, huh? —Hice una mueca, presionando mis piernas juntas y sintiendo un no desagradable dolor entre mis muslos.


Siempre desde la noche en que Pedro y yo nos “conocimos” en el pasillo, no he podido dejar de soñar con él. No quería, realmente no quería, pero mi mente inconsciente había tomado el mando y estaba haciendo lo que quería con él. 


Nocturnamente. 


Mi cuerpo y cerebro estaban separados sobre esto: Cerebro lo sabía bien, la Paula de más abajo no estaba muy segura…


Olaf pasó junto a mí y corrió hacia la cocina para hacer su pequeño baile junto a su tazón.


—Ya ya ya, cálmate —, gruñí mientras se enrollaba a sí mismo dentro y fuera de mis tobillos. Eché una bola de croquetas en su tazón y puse el café. Me posé contra el mostrador e intenté recobrarme. Aún estaba respirando con dificultad.


Ese sueño había sido… bueno, había sido intenso. Pensé de nuevo en su cuerpo posado sobre el mío, una gota de sudor cayendo de su nariz sobre mi pecho. Se había inclinado y llevado su lengua arriba de mi estómago, hacia mis pechos, y luego…


¡Ping! ¡Ping!


El Sr. Café me trajo de vuelta de mis picantes pensamientos, y estaba agradecida. Podía sentir la excitación recorriéndome de nuevo.


¿Esto va a ser un problema?


Apuré una taza de café, pelé una banana, y mire por la ventana.


Ignoré mi compulsión para amasar la banana y la introduje en mi boca. Oh, dulce Cristo, ¡el empuje! Esto estaba yendo hacia el sur rápido. Y por el sur me refiero…


Me golpeé en la cara y obligué a mi mente a pensar en algo además del gigoló con el que estaba compartiendo pared actualmente. Cosas vanas, cosas inocuas.


Cachorros de perros… estilo perrito.


Conos de helado… lamiendo su cono y dos bolas.


Está bien, ¡suficiente! Ahora ni siquiera lo estás intentando.


Mientras me duchaba canté “the star Spangled Banner” una y otra vez para mantener mis manos alejadas de hacer algo más que bañarme. Necesitaba recordar lo gilipollas que era él —y No en como se veía en solo una sábana y una sonrisa. 


Cerré mis ojos y me incliné a la ducha, recordando esa noche otra vez. Una vez que paré de mirar a su, bueno, su debajo de la sábana, había abierto mi boca para hablar:
—Ahora mire aquí, señor, ¿tiene alguna idea de lo ruidoso que es? ¡Necesito dormir! ¡Si tengo que escuchar una noche más, un minuto más, de hecho, a usted y su harem golpeando en mi pared, me voy a enloquecer!


Grité para liberar toda la tensión que tendría, podría, debía haber sido liberada ya en una manera muy Clooney.


—Solo cálmate. No puede ser tan malo. Estas paredes son muy delgadas —. Sonrió, pegando su puño contra el marco de la puerta y tratando de sacar un poco de encanto. 


Claramente estaba acostumbrado a obtener lo que quería. 


Con abdominales como esos, podía ver por qué.


Sacudo mi cabeza para concentrarme —. ¿Estás loco? Las paredes no son ni de cerca tan delgadas como tu cabeza. ¡Puedo oírlo todo! Cada azote, cada maullido, cada risita, y ¡ya he tenido suficiente! ¡Esta mierda termina ahora! —Chillé, sintiendo mi cara arder con furia.


Incluso había usado comillas en el aire para enfatizar, azote, maullido y risita.
Mientras hablaba de su harem, él comenzó a bajar la marcha de encantar a castigar —. ¡Hey, eso es suficiente! —Replicó —. Lo que yo haga en mi casa es asunto mio. ¡Lo siento si te molesté, pero no puedes solo venir aquí en medio de la noche y disponer lo que puedo y no puedo hacer! No me ves atravesando el pasillo y golpeando en
tu puerta.


—No, solo golpeas mi maldita pared. Compartimos una pared del dormitorio. Está justo contra mí cuando estoy intentando dormir. Ten algo de cortesía.


—Bueno, ¿cómo es que puedes escucharme y yo no puedo
escucharte? Espera, espera, no hay nadie golpeando tus paredes, ¿cierto?


Sonrió con suficiencia, y sentí el color drenarse de mi rostro. 


Crucé mis brazos apretadamente por mi pecho, mientras bajaba la mirada, recordé lo que estaba usando.


Un camisón baby doll rosa. Que manera de establecer credibilidad.


Mientras echaba pistas, sus ojos viajaron hacia abajo por mi cuerpo descaradamente viendo el rosa y el encaje y la forma en que mi cadera sobresalía mientras golpeaba mi pie irritadamente.


Finalmente sus ojos volvieran arriba, y encontró mi mirada, sin temor. Luego con un centelleo en esos ojos bebés azules, me hizo un guiño.


Vi rojo —. ¡Oooohhh! —Había gritado y había cerrado de golpe al volver a mi apartamento.


Ahora mortificada, dejé el agua lavar mi frustración. No lo había visto desde entonces, pero ¿y si lo hiciera? 


Golpeé mi cabeza contra los azulejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario