sábado, 2 de agosto de 2014

CAPITULO 61



 -Es melón.


 -Es caléndula.


 -¡Caléndula! Esto sería color calabaza antes que caléndula, pero eso no importa, porque es melón.


-Si crees que es melón, entonces necesitas examinarte los ojos, porque obviamente es…


-Moni, ¿qué te parece? Esto totalmente es melón, ¿no es así?


 -Sí, Moni, mira esto y dime cómo en el mundo esto es color melón. 


 -Dorado - dijo Moni.


 -¿Qué?  -pregunté, mirando a Josefina.


-Nos hallábamos de pie en el salón nupcial para damas en Neiman Marcus. Espera, quita eso. Yo me encontraba de pie en el salón nupcial para damas, en sujetador y bragas, mientras Josefina y Moni se sentaban en unas presuntuosas sillas enormes, bebiendo champán.


-Dorado. Tu vestido es del color de esas galletas doradas de cheddar. Y es casi perfecto para tu tono de piel, en realidad-  dijo Moni, llenando otro vaso y bebiéndolo completo . -Ahora cállense ambas. Honestamente, escuchar a dos diseñadoras discutir sobre el color de tu vestido de dama de honor es aburrido.


Con Josefina nos miramos en el espejo y ambas levantamos las cejas. 

-Muy bien, muy bien. Es dorado. Ahora, ¿puedes por favor probártelo? -dijo, entregándomelo. Accedí, colocándome el vestido. Mientras subía la cremallera, la oí claramente murmurar : -melón en voz baja. 

Lo dejé pasar.


Me volví hacia el espejo, vi mi reflejo y tuve que admitir que me veía bien en dorado.
Falda larga, escote amplio, tirantes finos, y brazos desnudos. Con un bronceado, funcionaría muy bien. Mejor que bien. Me giré en el espejo, pero me detuve a la mitad cuando vi a Moni ir por el champán de nuevo.

-Josefina, detenla, tuvo suficiente  -dije. Moni era apenas más grande que una botella de champán y más de dos vasos noqueaban su pequeño culo.


-No eres divertida, Paula -resopló mientras Josefina tomaba ese último vaso para ella misma.


Josefina lucía triunfante mientras se acercaba al espejo, de pie detrás de mí.


 -Luce estupendo  murmuró, alisando la falda.

-Gracias de nuevo por pedirme que sea tu dama de honor  le respondí, mirándola a los ojos.



Ambas sonreímos y luego nuestra sonrisa se hizo aún más grande cuándo notamos a Moni haciendo ruidos de arcadas.  

-Uf, ustedes dos son tan dulces, que voy a vomitar.

-Está bien, el momento se terminó. Quítate ese vestido y vamos a conseguirle a Moni algo para comer - dijo Josefina. 

Moni vitoreó. Terminamos, salimos y tomamos una mesa en nuestro restaurante favorito en North Beach.
Una vez que nos instalamos y conseguimos algunos aperitivos para que Moni absorbiera el champán, hablamos de la luna de miel.

-Espera, espera, ¿cuándo fue puesto Francia sobre la mesa? Pensé que ibas a Italia  dije, untando mantequilla a una pieza de pan.

-Bueno, con Benjamin hablamos sobre ello y nos dimos cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos unas vacaciones de verdad, que no fueran sólo de un fin de semana. Así que queríamos extender el viaje un poco.


- ¡Guau, eso será una luna de miel! Italia y Francia, suena increíble -contesté.



 -Y Suiza. Añadimos Suiza también - agregó Josefina, con una mirada culpable en su rostro.


Moni suspiró románticamente, aferrando un panecillo cerca de su pecho.

-Eso suena celestial, ¡una luna de miel europea! No puedo esperar para comenzar a planificar mi luna de miel. German dijo que podemos ir a donde quiera, con tal de que utilice un montón de bikinis para que él disfrute. Y me quite.  Se rió y luego hipó. El champán aún persistía.



 -Espera, espera, espera, ¿vas a Suiza también? -pregunté con incredulidad .- ¿Hay cualquier otra cosa que estés pensando que deba saber?


-Bueno, pensaba hablar sobre esto en la oficina, pero…

-Espera, ¿qué está pasando?  -pregunté.


-En realidad, realizaremos un viaje con final abierto -dijo con total naturalidad .- Sólo queremos vagar libremente y este parece ser un buen momento para hacerlo.


Me enderecé en mi silla, con la cabeza dando vueltas.  
-¿Por cuánto tiempo piensas irte?



 -El suficiente para saber que vas a necesitar un interno.



 -Espera un minuto, espera un minuto. ¿Un interno? En serio Josefina, ¿cuánto tiempo vas a estar fuera? - le pregunté, pensando en todos los proyectos que surgirían en el calendario, por no hablar del Hotel Claremont, si tenía la suerte de conseguirlo.


-Vamos a hablar sobre esto en la oficina, ¿de acuerdo? La comida está aquí - dijo, señalando a nuestro camarero con la cena.


Cuando puso los platos delante de nosotras, Josefina me miró a los ojos a través de la mesa. - Hablaremos de eso en la oficina  dijo de nuevo . Todo estará bien, te lo prometo. 

Fue una cena tranquila. Excepto por el hipo de Moni.
  
***


Mensaje de texto de Pedro a Paula:


Oye, nena, ¿estás libre para el almuerzo? 

Lo desearía. Estoy abrumada de trabajo.


Puedo ir allí; incluso voy a llevar mi martillo. 

Por mucho que me encanta tu martillo, estoy literalmente enterrada bajo un montón de lápices de colores en el momento. 

Hmm, ¿qué hay de cenar?

Negativo, Ghost Rider , me dirijo a Sausalito esta noche tan pronto como salga del trabajo.


¿Por el hotel? ¿Y simplemente usas a Top Gun en mí?


Sip, esta noche es la primera oportunidad que tengo para salir a ver realmente el lugar. Y sí, estoy totalmente usando Top Gun en ti. ¿Quieres encontrarme por ahí?


Podríamos tomar una cena rápida después.


Podríamos tener un rapidito...


Bebé.  

Lo siento. Está bien, envíame un mensaje de texto con la dirección y me reuniré contigo por ahí. ¿A las 7? 

Perfecto.  


Demonios Pedro, ahora todo en lo que puedo pensar es en un rapidito.  

Yyyyyyyyyyyy estamos de vuelta. Nos vemos a las 7.
  

***


Caminé alrededor de la propiedad, comprobando las líneas de visión y perspectivas, notando que la luz de la tarde llegaba a los edificios. Vi ventanas en lugares dónde no deberían estar, paredes que podrían ser trasladadas para explotar el paisaje natural, y jardines que podrían ser reformados para darle una sensación verde a la estructura moderna.
Me hallaba emocionada por hacer una propuesta para este trabajo.
El bocinazo de un Range Rover me sacó de mi ensueño. Me aparté de la pasarela frontal para ver a Pedro subiendo por el frente. No habiendo terminado lo que hacía, levanté un dedo para indicarle que necesitaba un minuto más. Aparcó y se acercó a donde me encontraba.


- Así que este es el lugar, ¿eh?  preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor mientras miraba hacia la estructura.


-Sí, ¿qué te parece? 

-Creo que mi chica va patear algunos traseros en este proyecto-respondió, apoyando su barbilla en la parte superior de mi cabeza. 

-Es un lugar hermoso, ¿no?


-¿Cuál? ¿Sausalito? Sí, supongo.


-¿Es una broma? ¡Mira esa vista! -Señalé hacia atrás, sobre la bahía de la ciudad. San Francisco brillaba en el crepúsculo, los autos yendo y viniendo por el puente. La torre Coit. El edificio Transamerica. Era encantador.


Entonces hice un giro de ciento ochenta grados y volví a mirar a Sausalito. No era sólo un gran lugar para mirar hacia San Francisco. Las casas brillaban contra la montaña, las farolas comenzando a encenderse, los veleros salpicando el puerto deportivo, la gente caminando por la costanera, camino a cenar, de compras o regresando a casa.

-El restaurante no está lejos de aquí. Vamos a caminar  le dije, tirando de él hacia la calle principal.


Entrelazó sus dedos con los míos, y mientras caminamos, hablamos. 

Acerca de mis ideas para el diseño, sobre la boda próxima, sobre su próximo viaje. Se iba de nuevo en dos días, esta vez a Sudáfrica. Iba en un barco a buscar tiburones, para tomar fotos de los grandes tiburones blancos alimentándose. 

Realmente no podía pensar en ello sin estremecerme.


Escalofríos.


-Entonces Josefina me dijo hoy que agregaron Francia y Suiza a su luna de miel. Parece que van a estar fuera por un tiempo - dije mientras nos dirigíamos hacia el muelle donde se encontraba el restaurante.


-¿Ah, sí? Bien por ellos. Sé que Benjamin siempre ha querido viajar más.


-Josefina también, pero estaba construyendo el negocio. Es difícil dejar una empresa como esta a menos que tengas a Súper Paula en casa dirigiendoel espectáculo. - Me reí, haciendo gala de mis músculos, los cuales apretó
apreciativamente. -Pero, admito que me sorprende que no parecen tenerlo muy planificado.


- Suena como si quisieran pasear por ahí. 

- Claro, claro. Excepto que vagar sin un plan no es algo que hace Josefina.


Pedro se encogió de hombros. - Es su luna de miel, nena. Y no es como si no se lo pudieran permitir.



-Sí, estoy muy consciente de los activos gigantes de Benjamin contesté, consiguiendo una palmada en el trasero por eso. Pedro consentía mi enamoramiento por Benjamín, pero todavía me recordó cuales eran los activos de los que tenía que preocuparme .- Sólo estoy... un poco nerviosa, supongo. Esto es mucho para asumir.

-¿Has hablado con Josefina al respecto?


-No, ya que surgió la propuesta del hotel. Está tan ocupada con la boda en este momento, y todo lo demás que tiene en marcha, que apenas la veo. 

-Estoy seguro de que sabe lo que está haciendo. No se iría si no supiera que podías manejarlo, ¿no?

-Eso es lo que dijo - respondí, pensando en lo mucho de lo que realmente me hacía cargo aquí .- Y dijo que traería una interna para mí, por si necesito ayuda.

-¡Genial!- Moviéndose hacia adelante  exclamó, tarareando la melodía de The Jeffersons.

-Sí, la presidente de la empresa de diseño se lanza por Europa durante quién sabe cuánto tiempo, pero tengo una interna de veinte años de edad para ayudarme a hacer copias, por lo que no habrá ningún problema - le espeté, alcanzando la puerta del restaurante. Una mano fuerte llegó sobre la mía, intentando llegar antes a la puerta. 

-Oye, va a funcionar. No te preocupes tanto - dijo, empujando suavemente mi barbilla con sus dedos para que lo mirara a los ojos. Mi repentina frustración se desvaneció cuando sus ojos zafiro comenzaron a realizar su vudú.

-Probablemente tienes razón. - Suspiré, dejando que abriera la puerta para mí y me guiara al interior, con una mano en la parte baja de mi espalda. 

-Por supuesto que la tengo - bromeó. 

Una vez que nos sentamos, saqué mi calendario.

-Está bien, regresas dos días antes de la boda, ¿no? Quiero estar segura de que tienes tiempo para instalarte antes de que comiencen los festejos.


-Sí, voy a estar de vuelta a tiempo y listo para todas las tareas de padrino.

-Justo en la fecha límite, ¿verdad?

-No sé lo que estaba pensando cuando dije que haría este trabajo, pero estaré bien. Puedo dormir durante los votos, ¿no? No me necesitan para eso -bromeó.



Giré la palma de su mano sobre la mesa, trazando las líneas con mis dedos. Levanté la vista hacia él, notando que su mirada se volvió oscura bajo sus pestañas. - No puedes dormir durante la ceremonia, bebé. Además, habrá una dama de honor frente a ti teniendo los pensamientos más sucios imaginables.



-Sucios, ¿eh?


-Oh, sí; no estoy segura de ser capaz de controlarme. ¿Tú? ¿En un esmoquin? Es letal - ronroneé, levantando la mano para presionar un beso rápido a sus dedos.


Cuando el camarero vino para conseguir nuestra orden de bebidas le guiñé un ojo, dejé caer su mano y articulé: - Más tarde.


Mientras Pedro miraba la carta de vinos, miré por la ventana la imagen de San Francisco. El sol se había puesto finalmente y la luz de la ciudad se reflejaba a través del agua. Sonreí, considerándome muy afortunada de llamar hogar a mi ciudad favorita.

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