domingo, 13 de julio de 2014
CAPITULO 15
—Me estás empujando.
—No lo estoy haciendo.
—En serio, ¿qué diablos hay en tu bolsillo, Moni? ¿Estás cargando?—exclamó Sofia, alejando su cabeza mientras Moni presionaba el rizador en su pelo.
Sonreí desde mi lugar en la cama, atando mis sandalias. Me había puesto los rulos en el pelo antes de que las chicas llegaran aquí, así que me había librado del tratamiento completo. Moni se imaginaba que había dejado la escuela de belleza, y si pudiese haber abierto una tienda de belleza en su dormitorio, lo habría pensado cuidadosamente.
Moni sacó un cepillo del bolsillo y se lo mostró a Sofia antes de empezar a molestar. Con un cepillo, así es.
Estábamos haciendo una pre-fiesta como hacíamos en Berkeley,teníamos incluso los daiquiris helados. A pesar de que nos habíamos actualizado con alcohol bueno y zumo de limón recién exprimido,todavía nos volvía un poco hiperactivas y alegremente despreocupadas.
—Vamos, vamos—¡nunca se sabe a quién podrías conocer esta noche! No quieres conocer a tu Príncipe Azul con el pelo liso, ¿verdad?—razonó Moni mientras obligaba a Sofia a que se subiese el pelo para “conseguir una cierta elevación en la coronilla”. Tú no discutías—solo le dejabas hacerlo.
—No estoy plana por ningún sitio. Si estas chicas están en exhibición, el Príncipe Azul ni siquiera notará que tengo pelo—murmuró Sofia,lo que me envió a otro ataque de risa.
Entonces, sobre nuestra risa, oí voces en el apartamento de al lado. Me levanté de la cama y me acerqué a la pared, donde podía oír mejor. Esta vez, en lugar de sólo Pedro, había otras dos voces claramente masculinas. No podía
entender lo que estaban diciendo, pero de repente Guns N 'Roses llegó a todo volumen a través de las paredes lo suficientemente alto como para que Sofia y Moni dejaran de hacer lo que estaban haciendo.
—¿Qué demonios es eso?—espetó Sofia, mirando frenéticamente alrededor de la habitación.
—Pedro es fan de Guns N 'Roses, supongo—me encogí de hombros, disfrutando secretamente de ser bienvenida a la jungla . Me puse una diadema en la frente e hice el baile del cangrejo de Axl , para deleite de Moni y el deprecio de Sofia.
—No, no, no—no es así, idiota—reprendió Sofia por encima de la música y tomó otra diadema.
Moni gritaba de la risa mientras Sofia y yo Axl-batallábamos.
Hasta que, por supuesto, Sofia empezó a deshacerse el peinado. Entonces Moni arremetió contra ella. Sofia se subió a la cama para alejarse de ella, y yo me uní a ella. Saltamos arriba y abajo, ahora gritando las letras de la canción y bailando salvajemente. Moni finalmente se rindió, y las tres bailamos como locas idiotas. Empecé a sentir la cama moviéndose debajo de nosotras, y me di cuenta de que estaba golpeando alegremente contra la pared—la pared de Pedro.
—¡Toma ya! ¡Y eso! ¡Y un poco de ... eso! Nadie está golpeando mis paredes, ¿eh? Hahahahaha!—Grité como una loca mientras Moni y Sofia miraban con asombro.
Sofia se bajó de la cama, y ella y Moni se agarraron la una a la otra mientras se reían y yo me golpeaba. Me mecía como si estuviera surfeando, llevando mi cabecera contra la pared una y otra vez.
La música paró de repente, y me dejé caer como si me hubieran disparado. Moni y Sofia apretaron las manos sobre la boca de la otra mientras yo estaba tumbada en la cama, mordiéndome los nudillos para no reírme. El delirio de la habitación era como cuando te atrapan cubriendo de papel higiénico la casa de alguien, o riéndote en la parte de atrás de la iglesia. No podías parar, y no podías no parar.
Pum pum pum.
De ninguna manera. ¿Él me estaba golpeando?
Pum pum pum
Me estaba golpeando…
¡Pum pum pum! Le di tan bien como pude. No podía creer que tenía las pelotas de tratar de callarme. Oí voces masculinas riendo.
Pum pum pum una vez más, y mi temperamento se encendió.
Oh, él realmente era un gilipollas…
Miré a las chicas con incredulidad, y saltaron en la cama conmigo.
Pum pum pum pum golpeamos, seis furiosos puñetazos golpearon el yeso.
Pum pum pum pum volvieron a nosotras—mucho, mucho más fuerte esta vez. Sus chicos debían haberse sumado a la acción.
—¡Ríndete, señor! ¡Nada de sexo para ti!—le grité a la pared mientras mis chicas se reían como unas maníacas.
de la pared.
Levanté los puños para golpear una vez más.
Pum pum pu-pum
pum sonó desde mi lado.
¡Pum pum! Un solo puño contestó, y luego todo quedó en silencio.
—¡Ooooohhh!—grité a la pared, y pude oír a Paula y sus chicos riéndose.
Mon, Sofia y yo nos miramos con los ojos como platos la una a la otra hasta que oímos un suspiro diminuto detrás de nosotros.
Nos volvimos para ver sentado a Olaf en la cómoda. Nos devolvió la mirada, suspiró de nuevo, y se puso a lamerse el culo.
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