domingo, 13 de julio de 2014
CAPITULO 16
—El descaro, quiero decir, ¡el descaro enorme de ese tipo! Tiene las pelotas para realmente golpear mi pared, ¿mi pared? Quiero decir, vaya un…
—Gilipollas, lo sabemos—dijeron Moni y Sofia al unísono mientras yo seguía con mi perorata.
—¡Sí, un gilipollas!—continué, todavía exaltada. Estábamos en el coche de camino a la fiesta de Josefina. El servicio de coches había llegado puntualmente a las ocho y media, y en seguida nos dirigíamos sobre el puente.
Mientras miraba las luces parpadeantes de Sausalito, empecé a calmarme un poco. Me negaba a dejar que ese tío me molestara. Yo estaba con mis dos mejores amigas, a punto de asistir a la inauguración de una casa fantástica organizada por la mejor jefa del mundo. Y si teníamos suerte, su prometido nos dejaría ver sus fotos de cuando era nadador en la universidad, de la época cuando los nadadores sólo usaban pequeños Speedos. Suspiraríamos y miraríamos indefinidamente hasta que Josefina nos hiciera guardarlas. Y entonces ella también alejaría a Benjamin—por el resto de la noche.
—Os lo estoy diciendo, tengo muy buen presentimiento sobre esta noche. Siento como que algo va a pasar—reflexionó Moni, mirando pensativamente por la ventana.
—Algo va a pasar, está bien. Vamos a pasar un buen rato, beber demasiado, y probablemente voy a intentar sacar un poco de sentimiento de Paula en nuestro viaje a casa—dijo Sofia, guiñándome un ojo.
—Mmm, dulce—bromeé, y ella me lanzó un beso.
—Oh, ¿olvidaríais las dos vuestro romance pseudo-lésbico? Estoy siendo seria—continuó, suspirando con la voz de romance Harlequin que usaba a veces.
—¿Quién sabe? Yo no sé, pero tal vez tú conocerás a tu Principe Azul esta noche—susurré, sonriéndole de vuelta a su esperanzada cara.
Moni era sin duda la más romántica de nosotras tres. Era firme en su creencia de que todo el mundo tenía un alma gemela.
Eh… Yo me conformaría con mi Alma-O.
Cuando llegamos a la casa de Benjamín y Josefina, había coches aparcados por todas partes a lo largo de la sinuosa calle y linternas japonesas y bolsas de luminaria se alineaban en la propiedad. Como la mayoría de las casas que figuran en el paisaje montañoso, desde la calle no había nada que ver. Nos reímos cuando nos abrimos paso a
través de la puerta, y sonreí cuando las chicas se quedaron mirando el artefacto ante nosotros. Yo había visto los planes para esto, pero todavía tenía que dar una vuelta.
—¿Qué clase de jodido rickshaw es esto?—exclamó Sofia, y yo no podía dejar de reír. Josefina y Benjamin habían diseñado e instalado un funicular, básicamente, un ascensor que subía y bajaba por la colina. Muy práctico teniendo en cuenta la cantidad de escaleras que había que subir para llegar a la casa. La ladera de su jardín delantero estaba cubierta con jardines en terrazas y bancos y varias escenas de jardín, todo ingeniosamente dispuesto en caminos empedrados iluminados con antorchas que bajaban por la colina hasta la casa.
Pero para hacer las compras y otros enfoques no tan ociosos, el funicular hacía el viaje mucho más cómodo.
—¿Querrán las damas usar el ascensor o subir por el camino?— preguntó un asistente, apareciendo desde el otro lado del carro.
—Quieres decir ¿usar esa cosa?—chilló Moni.
—Claro, eso es para lo que está hecho. Vamos—las animé, dando un paso a través de la pequeña puerta que él había abierto en un lado.
Realmente parecía como un telesquí, solo que iba bajaba por una colina en lugar de ir por el aire.
—Sí, está bien, hagámoslo—dijo Sofia, subiendo detrás de mí y dejándose caer en el asiento. Moni se encogió de hombros y la siguió.
—Habrá alguien al final esperándolas. Disfruten de la fiesta, señoritas —sonrió, y nos fuimos.
A medida que bajábamos por la colina, la casa se levantó para recibirnos. Josefina había creado un mundo puramente mágico aquí, y como había grandes ventanas en toda la casa, pudimos ver la fiesta a medida que continuamos nuestro descenso.
—Wow, hay un montón de gente aquí— señaló Moni, sus ojos enormes. Los sonidos de una banda de jazz en uno de los muchos patios inferiores llegaron tintineando hasta nosotras.
Sentí cómo se me agitaba un poco el estómago mientras el carro se paraba y otro asistente vino a abrir la puerta.
Mientras salíamos y nuestros tacones resonaban por la losa, pude oír la voz de Josefina desde el interior de la casa y sonreí de inmediato.
—¡Chicas! ¡Lo conseguisteis!—dijo mientras entrábamos.
Me volví en el espacio, tomándolo todo de una vez. La casa era casi como un triángulo, ubicado en la colina y extendiéndose hacia el exterior. Suelos de madera de caoba profunda se extendían bajo nosotras, y las líneas limpias de las paredes contrastaban maravillosamente. El gusto personal de Josefina era un moderno cómodo, y los colores de la casa reflejaban los colores de las laderas circundantes: cálidos verdes como las hojas, ricos marrones terrosos, cremas suaves y apagadas y toques de azul marino profundo.
Casi toda la parte posterior de la casa de dos pisos era de cristal, aprovechando la espectacular vista. La luz de la luna bailaba sobre el agua de la bahía, y a lo lejos se veían las luces de San Francisco.
Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando vi la casa que ella y Benjamin habían creado para sí mismos y al mirar hacia ella, vi la emoción en sus ojos.
—Es perfecto— dije en voz baja, y ella me abrazó con fuerza.
Sofia y Moni expresaron su admiración de forma exagerada a Josefina mientras un camarero nos traía a cada una una copa de champán.
Cuando Josefina se fue para mezclarse, las tres nos dirigimos a las terrazas para hacer inventario. Los camareros pasaban bandejas, y a medida que comíamos gambas asadas y bebíamos champán, escaneamos la multitud buscando alguien conocido. Por supuesto, muchos de los clientes de Josefina estaban allí, y yo sabía que iba a ser
envuelta en un poco de trabajo esta noche, pero en este momento estaba contenta de comer mi lujosa gamba y escuchar a Sofia y Moni medir a los hombres.
—Oooh Sofia veo un vaquero para ti justo ahí—no, no, espera, está ocupado con otro vaquero. Sigo adelante—Moni suspiró mientras seguía con la búsqueda.
—¡Lo tengo! ¡Vi a tu chico para esta noche, Moni!—chilló Sofia en un susurro.
—¿Dónde, dónde?—Moni susurró a su vez, ocultando su boca detrás de una gamba. Puse los ojos en blanco y cogí otra copa de champán cuando el camarero pasó.
—Dentro—¿ves? Ahí mismo al lado de la isla en la cocina, ¿un suéter negro y pantalones de color caqui? Jesús, es muy alto y esbelto… Hmmm, buen pelo también—flexionó Sofia, entrecerrando los ojos.
—¿Con el pelo marrón rizado? Sí, definitivamente podía trabajar con eso—dijo Moni, su objetivo adquirido—. Mira lo alto que es. Ahora, ¿quién es esa delicia con el que está hablando? Si esa fulana solo saliera del camino—murmuró Moni, levantando una ceja hasta que la mencionada fulana finalmente pasó, dándonos una visión más clara del hombre en cuestión.
Miré también, y como un camino abierto, ahora podía ver a los dos hombres hablando. El tipo grande era, bueno, muy grande. Alto y ancho—casi hombros de linebacker. Llenaba muy bien su suéter, y mientras se reía se le iluminaba la cara. Sí, era exactamente el tipo de Moni.
El otro caballero tenía el pelo rubio y ondulado que constantemente empujaba detrás de las orejas. Llevaba gafas retro que realmente le quedaban bien. Era alto y delgado y de intensa mirada, su belleza era casi clásica. Sin duda, este tipo era guapo al estilo geek, y Sofia respiró rápido cuando lo vio.
Mientras continuábamos observando la escena, un tercer hombre se les unió, y las tres sonreímos. Benjamin.
Nos dirigimos a la cocina inmediatamente a saludar a nuestro hombre favorito en el planeta. Sin duda Sofia y Moni también estaban encantadas con hacer que Benjamin se encargara de presentarlas.
Las miré a las dos mientras ellas simultáneamente se arreglaban.
Moni disimuladamente se pellizcó las mejillas, al estilo de Scarlett O’Hara, y vi a Sofia ajustarse rápidamente las tetas. Estos pobres chicos no tenían ninguna posibilidad.
Benjamin nos vio mientras nos acercábamos y sonrió. Los chicos abrieron su círculo para dejarnos entrar, y Benjamin nos envolvió a las tres en un abrazo gigante.
—¡Mis tres chicas favoritas! Me estaba preguntando cuándo ibais a llegar. Elegantemente tarde como siempre—bromeó, y todos nos reímos. Benjamin hacía eso—nos convertía en tontas colegialas.
—Hola, Benjamin—dijimos al unísono, y me llamó la atención lo mucho que sonabamos como los Ángeles de Benjamin en ese momento.
Chico Grande y Gafa se pararon ahí riendo también, tal vez
esperando una presentación mientras nosotras tres mirábamos a Benjamin. Realmente envejeció a la perfección: cabello castaño ondulado, apenas comenzando a volverse plateado en las sienes;jeans, una camisa azul oscura, y un par de viejas botas de vaquero.
Podría haber caminado en una pasarela de Ralph Lauren.
—Permítanme hacer algunas introducciones aquí. Paula trabaja con Josefina, y Moni y Sofia son sus, oh, ¿cómo lo llamáis—BFF (mejores amigas para siempre)?—Benjamin sonrió, haciendo un gesto hacia mí.
—Wow, ¿BFF? ¿Quién te ha estado enseñando la jerga, papá?—me reí y extendí mi mano a Chico Grande—Hola, soy Paula. Encantada de conocerte.
Envolvió mi mano con su manaza. Era en realidad como una zarpa.
Moni iba a perder la cabeza con esto. Sus ojos estaban llenos de diversión mientras me sonreía.
—Hola, Paula. Soy Nicolas. Esta herramienta aquí es German—dijo, asintiendo con la cabeza sobre su hombro a Gafas.
—Gracias, recuérdame eso cuando no puedas recordar la contraseña de tu correo electrónico—se rio German con buen humor y me extendió la mano. La estreché, notando cómo de abrasadoramente verdes eran sus ojos. Si Sofia tenía niños con este tipo, serían ilegalmente
hermosos.
Me aseguré de manejar las continuas presentaciones mientras Benjamin se alejaba. Empezamos a charlar y me reí mientras los cuatro empezaron el pequeño baile de llegar-a-conocerte. Nicolas vio a alguien que conocía detrás de mí y gritó: —Oye, Alfonso, trae tu culo de niño bonito aquí y conoce a nuestras nuevas amigas.
—Ya voy, ya voy—oí decir a una voz detrás de mí, y me volví para ver quién se unía a nuestro grupo.
Lo primero que vi fue el azul. Suéter azul, ojos azules. Azul.
Bellamente azul. Entonces vi rojo mientras reconocía a quien pertenecía el azul.
—Jodido Wallbanger—susurré, congelada en el sitio.
Su sonrisa también se fue mientras intentaba reconocerme.
—Jodida Chica Camisón Rosa—finalmente concluyó. Hizo una mueca.
Nos miramos, hirviendo mientras el aire, literalmente, se volvía eléctrico entre nosotros, cortante y crepitante.
Los cuatro detrás de nosotros se habían quedado en silencio, escuchando este pequeño intercambio. Entonces nos alcanzaron.
—¿Ese es Wallbanger?—gritó Sofia.
—Espera un minuto, ¿esta es Chica Camisón Rosa?—se rio Nicolas, y Moni y German resoplaron.
Mi cara ardía de color rojo brillante mientras procesaba esta
información, y el desprecio de Pedro se convirtió en esa maldita sonrisa que había visto aquella noche en el pasillo—cuando había golpeado su puerta y le hice dejar de dárselo a Risita y le grité.
Cuando yo había estado usando…
—Chica Camisón Rosa. ¡Chica Camisón Rosa!—me atraganté, más allá de estar enfadada. Más allá del enojo. Bien en Ciudad Furiosa. Me quedé mirándolo, vertiendo toda mi tensión en esa mirada. Todas las noches de insomnio y pérdida de Os y duchas de agua fría y empujando plátanos y despiadados sueños húmedos entraron en esa única mirada.
Quería nivelarlo con mis ojos, hacerle rogar por misericordia.
Pero no… No Pedro, Director de la Casa Internacional de los Orgasmos.
Él
Todavía
Estaba
Sonriendo
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uyyy .. se juntaron los dos jajajajajaj
ResponderEliminarWowwwww, al fin se reencuentran!!!!!!!!!!!! Qué intriga con lo que va a pasar jajaja
ResponderEliminarbuenísimo!!! seguí subiendo!!!
ResponderEliminaraiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ya quiero el prox cap!!!!!al fin se volvieron a encontrar!!!!no aguanto más la ansiedad ajjajaj @GraciasxTodoPYP
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