miércoles, 16 de julio de 2014
CAPITULO 23
Me gustaría un Martini vodka, con tres aceitunas, por favor.
—El bartender se puso a trabajar mientras yo observaba alrededor del restaurante lleno de gente, tomando un descanso de los Cuatro Fantásticos. Después de dos semanas de escuchar sobre estas fabulosas citas dobles, había accedido a salir con ellos y convertirlos en los Cinco Fantásticos. Era divertido, y yo estaba teniendo un gran
momento, pero después de estar con las dos nuevas parejas toda la noche necesitaba un descanso. Observar a la gente desde el bar esa una gran forma de tomar un poco de tiempo libre. A mi izquierda estaba una pareja interesante: caballero con cabello canoso con una mujer más joven que yo quien recientemente había comprado tetas.
¡Buena chica! Conseguiste las tuyas. Quiero decir, si tuviera que mirar culos flácidos de hombres viejos también querría tetas más grandes.
Nunca pensé que disfrutaría de estar sola, pero últimamente estaba dándome cuenta de que lo hago muy bien sin un hombre en mi vida.
Estaba sola, pero no estaba sola. Apartando a los orgasmos, ocasionalmente extrañaba la compañía de un novio, pero me gustaba ir a lugares sola. Podía viajar sola, así que, ¿por qué no? Sin embargo, la primera vez que fui a ver una película sola creí que iba a ser raro —la posibilidad de encontrarse con alguien que conocía mientras estaba en las junglas de Costa Rica eran prácticamente nulas, pero encontrarse a alguien en el cine en las junglas de San
Francisco? Las probabilidades eran mayores —¡pero fue genial! Y estar en un restaurante solo también estaba bien.
Resulta que soy genial saliendo sólo conmigo.
Aún así, la cena esta noche con mis amigas había sido bastante entretenida. La forma en la que estas dos nuevas parejas se rodeaban unas a otras era divertida de ver. Moni y Sofia se habían enganchado con los hombres que habían cultivado como la pareja perfecta. Justo en ese momento vi a Sofia en la multitud, su altura y hermoso cabello rojo la apartaban incluso entre cientos.
Restaurante sexy, y un bar incluso más sexy, este lugar estaba lleno de gente y pretensión.
Pude verla charlando con alguien, y hacia un lado vi a Moni y German.
¿Era eso extraño? Nicolas, no German, parecía ser el compañero de conversación de Sofia. German parecía completamente cautivado por Moni, las manos de ella moviéndose a través del aire y puntuando declaraciones con su oliva en un palillo de dientes mientras él la escuchaba, fascinado. Desde donde yo estaba, la distancia me ofrecía
una claridad perfecta. No pude evitar sonreír. Ellas habían encontrado a los chicos que siempre pensaron que eran los que querían, pero ahora las dos parecían fascinadas con el otro… ah bueno, nadie está contento con su suerte, ¿no?
Sofía levantó la mirada y me miró en el bar, y poco después, se disculpó y se dirigió hacia mí.
—¿Divirtiéndote? —le pregunté mientras ella se sentaba en el taburete a mi lado.
—Me lo estoy pasando muy bien, —reflexionó. Luego le dijo al bartender exactamente cómo hacer su cóctel.
—¿Cómo está Nicolas esta noche?
Sus ojos se iluminaron brevemente, y luego pareció sorprenderse a sí misma.
—¿Nicolas? Bien, supongo. German luce genial, ¿cierto? —Cubrió ella, haciendo un gesto hacia donde habíamos dejado a nuestro grupo, y donde Moni y German aún estaban enfrascados en una conversación.
German efectivamente se veía bien en sus vaqueros y una camisa que hacía juego con sus ojos azules —los ojos fijados con deleite en la Srta. Moni.¿Cómo no pueden verlo?
—Nicolas también se ve muy bien esta noche, —lancé, centrándome de nuevo en el musculoso reportero de deportes. Suéter de carbón, chinos —él era cada centímetro el hombre de ciudad.
—Sip, —dijo con frialdad, lamiendo un poco de sal del borde del vaso.
Yo me reí y coloqué una mano en su brazo.
—Vamos, chica bonita, vamos a llevarte con tu hombre perfecto, —le dije, y nos unimos al grupo.
Me fui un poco antes que mis amigos, cansada pero feliz.
Una vez más había pasado la noche sola y viví para contarlo. Me preguntaba si otra mujer soltera entendía el placer que viene de ser la quinta rueda. El no tener que hacer una pequeña charla con algún chico con el que has sido empatada, no tener que preocuparte sobre algún idiota con aliento a filete incrustado con pimienta tratando de forzar su lengua ondulada en la parte posterior de tu garganta, y no tener que explicarle al mismo idiota por qué insistes en tomar un taxi a casa cuando su Camaro súper veloz está estacionado justo allí.
Había disfrutado —o debería decir disfruté en su mayoría— un surtido de relaciones desde la secundaria, pero no había estado realmente enamorada en un largo tiempo. No desde mi último año de universidad. Y desde que me vine abajo, sólo he tenido aventuras casuales, nunca realmente confiando en alguien. De ahí mi hiato actual a las citas.
Tener todas las partes alineadas parece más y más difícil para mí mientras envejezco, y el proceso puede ser agotador.
La Paula de abajo podría estar abordo, pero mi Cerebro y Corazón siempre parecían tener sus reservas. Además, ahora que mi O estaba también ausente, por quien sabe cuánto tiempo, yo estaba encontrando mi estilo de vida solitario más y más atractivo.
Mientras reflexionaba sobre estos pensamientos, dirigiéndome a casa en un taxi, mi teléfono sonó. Tenía un mensaje de texto de un número que no reconocía.
¿Tuviste una buena noche?
¿Quién diablos me está escribiendo?
¿Quién diablos me está escribiendo?
Mientras esperaba por la respuesta, me incliné para quitarme los zapatos. Tacones fantásticos, pero maldita sea, lastimaban mis pies.
Mi teléfono sonó de nuevo, y lo leí.
Algunas personas me llaman Wallbanger.
Me odio un poco por la forma en la que mis ahora desnudos pies se curvaron. Estúpidos pies.
Wallbanger, ¿huh?
Espera un minuto - ¿cómo conseguiste mi número?
Yo sabía que fue Moni o Sofia. Malditas chicas. Ellas de verdad estaban presionando últimamente.
No puedo revelar mis fuentes.
Así que, ¿tuviste una buena noche?
Está bien, puedo jugar este juego.
De hecho sí. Estoy en camino a casa ahora.
¿Cómo está la Isla Esmeralda? ¿Solo aún?
Es hermosa de hecho, estoy desayunando.
Y nunca estoy solo.
Te lo creo. ¿Compraste mi suéter?
Estoy trabajando en eso, quiero conseguir el correcto.
Sí, por favor dame uno bueno.
No voy a responder a eso… ¿cómo está ese gato tuyo?
De verdad no voy a responder a eso.
¿Quieres alguna cosa?
Esto de no responder cosas se está poniendo difícil.
Se lo que quiere decir. Es difícil no tocar eso.
Está bien, voy a finalizar esto oficialmente.
Las insinuaciones son muy gruesas para ver bien.
Oh, no lo se, es mejor cuando está gruesa…
Guau. Estoy disfrutando de esta tregua más de lo que esperaba.
Tengo que admitir que está bien para mí también.
¿Ya estás en casa?
Sip, acabo de estacionarme frente a nuestro edificio.
Bueno, esperaré hasta que estés adentro.
Apuesto a que no puedes esperar a estar adentro.
Eres un demonio, ¿lo sabías?
Me lo han dicho. Bueno, adentro. Acabo de patear tu puerta, por cierto.
Gracias.
Sólo estoy siendo una buena vecina.
Buenas noches, Paula.
Buenos días, Pedro.
Me reí mientras le daba vuelta a la llave en la cerradura y entré. Me hundí en mi sofá, aún riéndome. Olaf rápidamente saltó en mi regazo, y yo palmeé su piel sedosa mientras ronroneaba su bienvenida. Mi teléfono sonó de nuevo.
¿En serio pateaste mi puerta?
Cállate. Ve comer tu desayuno.
Me reí de nuevo mientras silenciaba mi teléfono por la noche y me acostaba en el sofá. Olaf se posaba en mi pecho mientras me relajaba un poco, ideas de ese maldito Wallbanger en mi cabeza. Era sorprendente cómo podía imaginarlo claramente: vaqueros suaves y gastados, botas de escalar a la Jake Ryan de Sixteen Candles, suéter blanco de cuello de tortuga de punto irlandés, cabello todo desordenado. De pie en una costa rocosa en alguna parte, con el océano de fondo. Un poco bronceado, ligeramente descuidado, con las manos en los bolsillos. Y esa sonrisa…
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