jueves, 17 de julio de 2014

CAPITULO 25



Me desperté de repente y escuché música procedente de al lado.Duke Ellington. Miré el reloj. Pasaba de las dos de la mañana. Olaf asomó su cabeza por debajo de las cobijas y siseó.


—Oh, cállate. No seas celoso—, le dije.


Él me miró, mostrándome trasero cuando se dio vuelta y regreso bajo las cobijas, de cabeza.


Me acurruque más, sonriendo mientras escuchaba la música.


Pedro estaba en casa.



*******************



A la mañana siguiente me desperté tan feliz como si fuera sábado.


Me había encargado de todo: sin ropa que labar, ni mandados que hacer. Sólo un día para disfrutar y relajarse. 


Fantástico.


Decidí empezar con un agradable y largo baño, y luego decidir qué hacer con mi día. Estaba pensando en ir a correr al Parque Golden Gate esa tarde. El otoño en San Francisco era tan hermoso cuando el tiempo era bueno. Podría tomar un libro y pasar la tarde entera allí.


Empecé el baño y Olaf entró para hacerme compañía. Él pasaba en medio de mis piernas mientras yo dejaba caer mi pijama al piso y maulló mientras exploraba la parte superior de la tina. Le encantaba balance en el borde mientras me daba un baño. Él nunca había caído dentro, aunque a veces sumergía su cola. Gato tonto — uno de estos días se va a mojar más de la cola.


Probé el agua. Estaba comenzando entrar en la bañera gigante cuando decidí que necesitaba un poco de café antes de meterme en ella. Salí a la cocina — desnuda como el día es largo — para hacerme una taza. Bostecé a medida que los granos se trituraban.


Lancé unas cucharadas en el filtro y me fui a buscar agua. 


En cuanto abrí el grifo, el chirrido comenzó.


Primero oí a Olaf maullar como nunca antes. Entonces escuché salpicaduras. Empecé a sonreír, pensando que finalmente se había caído dentro, cuando el agua del fregadero me salpico directo a la cara.


Parpadeé, confundida hasta que me di cuenta de que era el agua salía de la parte superior de la llave, rociando toda la cocina. —¡Mierda!— Grité, tratando de cerrarla. No hubo suerte.


Corrí al baño, todavía maldiciendo y encontré a Olaf escondiéndose detrás del inodoro, mojado y el grifo de la bañera rociando violentamente todo el baño. — ¿Qué dem…?— Chillé, intentando cerrar el agua otra vez. 


Entonces comencé a entrar en pánico. Era como si todo el piso hubiera enloquecido. Había agua por todas partes, y Olaf todavía maullando con todos sus pulmones.


Yo estaba desnuda, mojada y volviéndome loca..


—¡Putamadremierdajoderdemoniosmaldición!— Grité y agarré una toalla. Intentado pensar, intentando calmarme. Debía existir una válvula de cierre en algún lugar. Yo había rediseñado baños, por el amor de Dios. ¡Piensa, Paula!


En ese momento escuche que golpeteos en alguna parte del apartamento. Por supuesto, pensé que era la habitación primero, naturalmente. Pero no, era la puerta de entrada.


Envuelta en una toalla y todavía maldiciendo lo suficiente como parecer marinero, caminé por el suelo, afortunadamente no me resbalé en el agua y con enojo abrí la puerta.


Por supuesto era Pedro.


—¿Perdiste tu jodida cabeza? ¿Qué son todos esos gritos?
Prácticamente no noté los boxers de tela verde escoses, el cabello de recién levantado o su duro abdomen. Prácticamente.


Modo supervivencia encendido, y lo agarré por el codo, mientras frotaba su ojo y lo arrastré por la fuerza hacia dentro del apartamento. — ¿Dónde diablos está la válvula de cierre en estos apartamentos? — Grité.


Él miró el caos a su alrededor: agua saliendo de la cocina, el agua en el piso del baño y yo en mi toalla de Camp Snoopy, que fue la primera que cogí.


Incluso en una crisis Pedro se tomó 2,5 segundos para mirar mi cuerpo casi desnudo. Bueno, yo podría haber tomado 3.2 a mirar el suyo.


Entonces entramos en acción. Corrió hacia el baño como un hombre en una misión, y pude oírlo tocando la puerta. Olaf bufó y corrió hacia fuera, a la cocina. Al darse cuenta que también estaba muy húmedo allí, saltó a través del cuarto de una manera acrobática y aterrizado en lo alto de la nevera. Comencé a correr al baño para ayudar y choqué con Pedro mientras él corría hacia la cocina. Sin inmutarse, que él se deslizó a través del suelo y abrió las puertas de debajo del fregadero. Comenzó a lanzar mis productos de limpieza por todo el piso, y supuse que estaba tratando alcanzar la válvula de cierre. Intenté no notar que la forma en la parte posterior de sus boxers se aferraba a su trasero. Lo intenté con todas mis fuerzas. Él estaba cubierto de agua también, y sólo entonces sus pies se deslizaron fuera de debajo de él, lo que hizo que callera al suelo.


—Ow—, dijo debajo del fregadero, sus piernas ahora estaba estiradas en mi húmedo piso de la cocina. Entonces se giró. 


Él estaba completamente húmedo y un poco glorioso.


—Ven aquí y ayúdame. No puedo lograr cerrarlo—, pidió sobre el ruido del agua salpicando y el gato maullando.


Recordando que yo sólo llevaba una toalla, cautelosamente me arrodillé a su lado y traté de evitar mirar su cuerpo — su mojado, largo cuerpo, inclinado hacia mi y que estaba peligrosamente cerca del mío. Un inesperado chorro de agua que calló directamente en mi globo ocular fue suficiente para sacarme de mi estupor, y redirección mi atención.


—¿Qué quieres hacer? — Le grité.


—¿Tienes una llave?


—¡Sí!


—Puedes ir a buscarla?


—¡Seguro!


—¿Por qué estás gritando?


—¡No sé!— Me senté allí, tratando de ver debajo del fregadero.


—¡Bien, ve a buscarla, por Dios!


—¡Cierto. Cierto! — Grité y corrí al armario de la sala.


Cuando volví, me resbalé un poco en el húmedo azulejo y me deslicé hasta su lado.


—¡Ten! — Grité y empujando la llave debajo del fregadero.
Lo vi trabajar, su cara estaba ocultada. Sus brazos se tensaron, y vi cómo lo fuerte que realmente era. Observé con asombro como su estómago endurecido y revelaba seis cuadros pequeños. Ups, quise decir ocho. Y luego la V apareció. Hola, V …


Él gruñó y gimió mientras apretaba la válvula, todo su cuerpo atrapado en la lucha. Observé como luchaba en la batalla contra la válvula y como finalmente triunfaba. 


También mantenía una estrecha vigilancia sobre los boxers tela verde escoceses, que cuando se mojaron, se aferraron a él como una segunda piel. Piel húmeda, y probablemente caliente,y…


—¡Lo logré!


—¡Bravo! — Aplaudí cuando el agua finalmente se detuvo. 


Él dejó escapar un gemido pasado, que sonó extrañamente familiar y relajado. Vi como se deslizaba fuera de debajo del fregadero.


Yacía junto a mí en el suelo, empapado y en sus boxers.


Me senté junto a él, empapada y en una toalla.


Olaf se sentó en la parte superior del refrigerador, empapado y enojado.


Olaf continuó chillando/maullando y nosotros seguimos mirándonos fijamente el uno al otro, respirando pesadamente — Pedro debido a su batalla y yo … debido a su batalla. Olaf finalmente saltó de la nevera al mostrador y patinó en el charco. Se golpeó en mi radio, rebotado y cayó al suelo. El ruidoso Marvin Gaye comenzó a extenderse en la húmeda cocina a la vez que Olaf se sacudía y luego
corrió a la sala de estar.


—‘Let's get it on...’ — Marvin cantó como si se refiriera a Pedro y a mi mirándonos, nuestras caras se mancharon de rojo carmesí.


—¿Está bromeando? — Dije.


—¿Esto es de verdad? —, dijo, y empezamos a reír, del caos, del ridículo, de la pura locura de lo que acababa suceder y el hecho de que nos encontramos ahora yaciendo semidesnudos en mi cocina, cubiertos de agua, escuchando una canción que nos animaba a, de hecho, "hacerlo" y riéndonos como locos.


Finalmente recobré la compostura, limpiando las lágrimas de mis ojos. Él se sentó junto a mí todavía sosteniendo su estómago.


—Esto es como un mal episodio de Three’s Company—. Él se rió.


—En serio. Espero que alguien llamara a Sr. Furley—. Reí, apretando más mi toalla a mi alrededor.


—¿Limpiamos todo esto? — preguntó, poniéndose de pie.


Me di cuenta de que sus boxers y cualquier cosa que pudiera contener en su interior, estaban ahora al nivel de mis ojos.


Tranquilízate,Paula.


—Sí, supongo que deberíamos hacerlo. Me reí otra vez cuando me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Yo no pude levantarme ni un poco, así que me aferre a sus manos, mis pies se resbalan en el piso.


—Esto nunca va a funcionar—, murmuró él y me cargaba. 


Él me llevó a la sala y me bajo. Verlo allí. —Cuidado. Snoopy se esta cayendo—, señaló, gesticulando a la parte que cubría a las chicas.


—Te encantaría eso, ¿No es así?— Le dije, sujetándola con más fuerza.


—Voy a cambiarme, y te traeré algunas toallas secas. Intentar mantenerte fuera de problemas—. Guiñó un ojo y regresó a su casa.


Me eché a reír otra vez y me fui a la habitación donde Olaf ahora era sólo un bulto bajo las sábanas.


Me miré en el espejo sobre la cómoda mientras buscaba algo que ponerme. Yo brillaba de verdad.


¿EH?. Debe haber sido toda el agua fría.

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