viernes, 25 de julio de 2014

CAPITULO 44




Una hora más tarde, nos encontrábamos sentados en al mesa de la cocina, con un pequeño pedazo de pan frente a nosotros. En medio de su frenético manoseo hacia el pan, había logrado comer un mordisco o dos. El resto, ahora vivía en la barriguita de Pedro, la cual acariciaba con orgullo como a un melón. Habíamos hablado y comido, nos pusimos al día, miramos como Olaf terminaba su cacería, y ahora nos relajábamos mientras el café se hacía. El morral de Pedro aún se encontraba junto a la puerta—ni siquiera había ido a su apartamento todavía. Yo aún me encontraba en mi camisón de botones, con los pies acurrucados debajo de mí mientras lo veía fijamente. Estábamos tan cómodos, y aún así, ese zumbido, esa electricidad que siempre vibraba y se encendía entre nosotros, continuaba.


—Por cierto, te quedó fantástico ese toque, ¿con las pasas? Me encantaron. —sonrió, lanzando una a su boca.


—Eres terrible. —Sacudí la cabeza, estirándome en mi silla para alcanzar los platos y las pocas migas que no habían sido inhaladas.


Podía sentirlo mirándome al moverme alrededor de la cocina. Tomé el tazón del café y levanté mis cejas en su dirección. Asintió. Me detuve junto a su silla para llenar su taza, y lo atrapé miradome las piernas debajo de mi camisa.


—¿Ves algo que te guste? —Me inclino frente a él para alcanzar el tazón del azúcar.


—Sip —respondió, inclinándose contra mí para tomarlo.


—¿Azúcar?


—Sip.


—¿Crema?


—Sip.


—¿Eso es lo único que puedes decir?


—Nop.


—Dime algo, entonces. Cualquier cosa. —me río, dirigiéndome de nuevo hacia mi lado de la mesa. Una vez más, me mira mientras me acomodo en la silla.


—¿Qué te parece esto? —dijo finalmente, descansando sobre sus codos, con una expresión intensa—. Como mencioné antes, terminé las cosas con Lizzie.


Lo miré fijamente, apenas respirando. Intenté actuar como si nada, pero no pude detener la sonrisa que se expandió sobre mi rostro.


—Veo que no estás demasiado devastada por esto —se burla, recostándose sobre el espaldar de la silla.


—No mucho, no. ¿Quieres la verdad? —pregunté, la sonrisa se volvió muy segura.


—Sería bueno.


—Me refiero a la verdad verdad, de esas verdades crudas. Sin comentarios sarcásticos, ni burlas endurecedoras, aunque somos muy buenos con las burlas.


—Lo somos, pero podría tolerar algo de la cruda verdad —dijo en voz baja, con sus ojos zafiros brillando en mi dirección.


—De acuerdo, la verdad. Me alegra que hayas roto con Lizzie.


—Estas alegre, ¿cierto?


—Sí. ¿Por qué lo hiciste? Ahora quiero la verdad —le recordé. Me miró por un momento, tomó un sorbo de su café, pasó sus manos por su cabello en forma maniática, y tomó una gran bocanada de aire.


—Está bien, la verdad. Rompí con Lizzie porque ya no quería estar con ella. Con ninguna otra mujer, en realidad. —Terminó, soltando la taza de café—. Estoy seguro que siempre seremos amigos, pero al verdad es que, últimamente me he dado cuenta que tres mujeres, son demasiado trabajo para mí. He estado pensando en bajar un
poco el tono, quizá intentarlo con una sola por un tiempo. —sonrió, el azul comenzaba a ponerse peligroso.


Sabiendo que me encontraba a sólo una sonrisa y una contracción de la vergüenza total, me levanté súbitamente y fui a tirar mi café en el lavado. Me detuve allí por un segundo, sólo un segundo, con mi mente llena de pensamientos. Estaba soltero. Estaba… soltero. Dulce madre de las perlas, Wallbanger estaba soltero.


Lo sentí moverse alrededor de la cocina hasta posarse detrás de mí.


Me congelé al sentir como sus manos tan delicadas movían el cabello que se encontraba sobre mis hombros hasta deslizarse contra mi cintura. Su boca—su tan amada boca—apenas tocó el borde de mi oreja, y susurró:
—¿La verdad? No puedo dejar de pensar en ti.


Aún mirando hacia otro lado, mi boca se abrió y mis ojos saltaron sorprendidos, indecisos entre bailar o practicar sexo en al cocina.


Antes de poder decidirme, su boca se movió con más ímpetu, presionándose contra la piel justo debajo de mi oreja y provocando que mi cerebro ardiera y que todo debajo de él, se tambaleara.


Sus manos sostuvieron mis caderas, y me giró hacia él—para que mirara ese cuerpo y esa sonrisa. Rápidamente compuse mi rostro, intentando desesperadamente mantener la compostura


—¿La verdad? He estado pensando en ti desde la noche en que tocaste a mi puerta —murmuró, inclinándose para besar la base de mi cuello con una precisión maravillosa. Su cabello cosquilleaba mi nariz, y luché para mantener mis manos quietas. Me empujó un poco hacia un lado y me sorprendió al levantarme sobre el mesón.


Mis piernas se abrieron automáticamente para permitirle acceso, con la Ley Universal de Wallbanger remplazando por completo cualquier pensamiento que tuviera en mi cabeza. No había de qué preocuparse, mis rodillas sabía qué hacer.


Una de sus manos se posó sobre mi espalda, mientras la otra tomaba la parte posterior de mi cuello. —¿La verdad? —preguntó una vez más, halando mis caderas hasta el borde de la mesa, lo cual me forzó a inclinarme hacia atrás, y mis piernas, una vez más actuando en autopiloto, se envolvieron alrededor de su cintura—. Te quiero en
España —respiró, luego llevó su boca hasta la mía.


El algún lugar, un gatito comenzó a maullar… y un O finalmente emprendió su viaje a casa.

5 comentarios:

  1. wow me encanto!!! seguí subiendo!!!

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  2. Quiero maas!!! Me gusta muchooo!!
    @pepepauoli

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  3. Wowwwwwwwwwwwww, espectaculares los 2 caps!!!!!!!!!!!!!!!! Quiero más caps mañana, más de 2 x favor!!!!!!!!!!!!

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  4. Ay! Por fin!!! Hace poco empecé a leer la nove y estoy re enganchada! Me la pasas a @LauyValenPyP???? Gracias!

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  5. ME ENCANTARON LOS CAPS!!!!x fin se dio!!espero los proximos caps! @GraciasxTodoPYP

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