domingo, 27 de julio de 2014

CAPITULO 48




Cincuenta y siete minutos más tarde estábamos en la cama, sus manos cálidas y seguras deslizándose a través de cada botón, revelando mi piel. Fue despacio a propósito, dejando caer mi camisa abierta mientras yacía debajo de él. Bajó la mirada hacia mí, sus dedos trazando ligeramente una línea desde mi clavícula hasta mi ombligo, recta y exacta. Ambos suspiramos al mismo tiempo.


No podía explicarlo, pero saber que habíamos puesto ciertos límites para la noche, aunque fuera una tontería, lo hacía mucho más sensual, algo de lo que disfrutar verdaderamente. Sus labios revoloteaban alrededor de mi cuello, repartiendo pequeños besos contra mi piel, debajo de mi oreja, bajo mi barbilla, en el hueco entre mi hombro y mi cuello, y trabajando su camino descendente hasta abultamiento de mis pechos. Sus dedos barriendo con ligereza, reverentemente, una sensación fantasma a través de mi sensible piel que me hizo inhalar y luego contener las respiración.


Cuando sus dedos rozaron suavemente mi pezón, cada terminación nerviosa de todo mi cuerpo dieron marcha atrás y empezaron a pulsar en esa dirección. Exhalé, la sensación de meses de tensión comenzando a fluir fuera de mí y acumularse incluso más. Con besos dulces y toques suaves, comenzó el proceso de llegar a conocer mi cuerpo, y era exactamente lo que yo necesitaba. Labios, boca, lengua; todo sobre mí, probando, acariciando, sintiendo y amando.


Cuando sus labios se cerraron alrededor de mi pecho, su pelo me hizo cosquillas en la barbilla de la forma más adorable y envolví mis brazos alrededor de él, sosteniéndole cerca. La sensación de su piel contra la mía era la perfección y algo que nunca había experimentado antes. Me sentía… adorada.


A medida que nos explorábamos esa noche, lo que empezó como una parte divertida y bonita de nuestras clásicas bromas se convirtió en algo más. Lo que había llamado groseramente “acción debajo de la camisa” se convirtió en parte de un romance, y algo que podía haber sido simplemente físico se convirtió en algo emocional y puro. Y
cuando me acunó contra él, pegándome a él con tiernos besos y risas entrecortadas, caímos en un sueño satisfecho.


Sacundante y Sr. Pantalones Roncantes.


Durante los siguientes dos días me deleité. En verdad, no hay otra palabra en el idioma inglés para articular la experiencia a la que me entregué. Ahora, para algunos, la definición de unas vacaciones de lujo puede ser una infinidad de tiendas, mimarse en un spa, comidas caras, complicados espectáculos. Pero para mí, lujoso significaba
pasar dos horas echando la siesta al sol en la terraza de la cocina.


Lujoso significaba comer higos con miel salpicados con migas de queso local, mientras que Pedro me servía otra copa de cava, todo antes de las diez de la mañana. Lujoso significaba tiempo a solas para pasear por las tiendas de Nerja, hurgando en los contenedores de hermosos encajes. 


Lujoso significaba explorar las cuevas cercanas con Pedro mientras él hacía fotografías, perdiéndonos en los colores bajo la tierra. Lujoso significaba mirar a Pedro sin camiseta balanceándose en una roca mientras buscaba otro punto de apoyo.


¿He mencionado sin camiseta?


Y lujoso sin duda quería decir que pasaba cada noche en la cama con Pedro. Eso si que era un tipo de lujo impagable, que no se ofrece en todos los grandes viajes. Rodeamos otra base o dos, burlándonos el uno del otro con un pequeño encuentro “por encima de las bragas”.


¿Estábamos siendo ridículo esperando hasta la última noche en España para consumar la “cosa”? probablemente, ¿pero a quién demonios le importaba? Él pasó casi una hora besando cada centímetro de mis piernas una noche y yo pasé la misma cantidad de tiempo teniendo una conversación con su ombligo. Nosotros solo...disfrutamos.


Pero con todo este disfrute se produjo cierta cantidad de, bueno, ¿cómo decirlo? ¿Energía nerviosa?


En San Francisco habíamos pasado meses con juegos sexuales verbales. ¿Pero ahora, aquí? ¿El juego previo real? Era para no creerlo. Mi cuerpo estaba tan en sintonía con el suyo que sabía cuándo entraba en una habitación, sabía cuándo estaba a punto de tocarme segundos antes de que lo hiciera. El aire entre nosotros estaba cargado con vibraciones sexuales que zumbaban hacia adelante y hacia atrás con la energía suficiente para iluminar toda la ciudad. 


¿Química sexual? La tenía. ¿Frustración sexual? Aumentando y acercándose al punto crítico.


Oh, infiernos, iba a decirlo. Yo estaba C-A-C-H-O-N-D-A.


Razón por la cual, después de haber pasado la tarde en las cuevas, nos encontramos en la cocina, besándonos locamente. Ambos estábamos un poco cansados por el día y yo había estado queriendo probar la hermosa cocina Viking. Estaba preparando verduras para la parrilla y mezclando un poco de arroz con azafrán cuando llegó
después darse una ducha. Es casi imposible para mí explicar la imagen que presentaba: llevaba una camiseta blanca, vaqueros desteñidos e iba descalzo, frotándose el pelo húmedo con una toalla.


Sonrió y empecé a ver doble. Literalmente, no podía ver más allá de la neblina de lujuria y necesidad que sentir surgir de repente a través de mí. Necesitaba que mis manos estuvieran sobre su cuerpo y necesitaba que sucediera inmediatamente.


—Mmm, algo huele bien. ¿Quieres que empiece con la parrila? — preguntó caminando hacia donde estaba yo cortando verduras en el mostrador. Se colocó detrás de mí, su cuerpo a solo unos centímetros de mí, y algo se rompió. 


Y no fue solo la vaina de guisantes que tenía en mi mano…


Me di la vuelta y mi estómago en verdad revoloteó ante la vista de él.


Revoloteó, el muy maldito. Presioné mi mano contra su pecho, sintiendo la fuerza que había allí y el calor de su piel a través del algodón. La Razón dijo adiós y ahora esto era puramente físico. Un picor que necesitaba ser rascado, rascado y luego rascado otra vez.


Deslicé mi mano hasta su nuca y tiré de él hacia mí. Mis labios se estrellaron contra los suyos, mi intensa necesidad por él vertiéndose en su boca y descendiendo hasta la punta de mis dedos de los pies.


Los dedos de los pies que se quitaron sus flip-flops de una patada y empezaron a frotarse descaradamente a través de las partes superiores de sus pies. Mi cuerpo necesitaba sentir piel, cualquier piel, y lo necesitaba ahora.


Él respondió, igualando mis brutales besos con los suyos propios, su boca cubriendo la mía mientras yo gemía al sentir sus manos sobre la parte baja de mi espalda. 


Rápidamente le hice girar y le presioné contra el mostrador.


—¡Fuero! Necesito esto fuera ahora —murmuré entre besos, tirando de su camiseta.


Con un gran zumbido de tela, su camiseta fue lanzada a través de la habitación mientras yo maniobraba con mi cuerpo contra el suyo, suspirando al sentir contacto. Estaba tratando de abrazarle y subirme sobre él, la lujuria ahora corriendo libremente a través de mi cuerpo como un tren de carga. Extendí la mano y le pasé la mano a través de sus pantalones vaqueros. Sus ojos atraparon a los míos y se
desenfocaron un poco. Estaba en el camino correcto. 


Sintiéndole endurecerse por segundos bajo las puntas de mis dedos, de repente todo lo que yo quería, todo lo que necesitaba, todo lo que tenía que tener para funcionar en la vida, era a él. En mi boca.


—Hey, Chica Camisón, ¿qué estás… Oh Dios…?


Moviéndome instintivamente abrí sus vaqueros, me dejé caer sobre mis rodillas ante él y le llevé hacia adelante. Mi pulso se aceleró y creo que mi sangre en realidad estaba hirviendo dentro de mí mientras le miraba. Mi respiración se contuvo con un siseo mientras le observaba, bajando sus desgastados vaqueros solo lo suficiente para enmarcar este espectáculo luminoso.


Pedro estaba firme. Dios bendiga América.


Quería ser amable, tierna y dulce, pero simplemente le necesitaba tan mal. Levanté la vista hacia él, sus ojos nublados pero frenéticos, mientras sus manos me apartaban el pelo de la cara. Tomé sus manos en las mías y las coloqué a sus espaldas, sobre el mostrador.


—Vas a querer agarrarte a algo para esto —prometí. Él dejó escapar un delicioso gemido, haciendo lo que le dije, inclinándose un poco hacia atrás. Empujó sus caderas hacia adelante, pero mantuvo sus ojos en los míos. Siempre en los míos.


Mis labios ronronearon mientras deslizaba su longitud dentro de mi boca. Su cabeza cayó hacia atrás mientras mi lengua lo acariciaba, tomándolo más profundamente. El puro placer de esto, el absoluto placer de sentir su reacción por mí, fue suficiente para hacer que mi cabeza se dividiera en dos. Le eché hacia atrás, dejando que mis dientes apenas rozaran su sensible piel mientras le veía agarrar el borde del mostrador aún con más fuerza. Pasé mis uñas hacia arriba por el interior de sus piernas, bajando más sus pantalones para tener una mayor acceso a su piel caliente. 


Presionando besos a través de la punta, dejé que mis manos ascendieran hasta empuñarle, acariciando
y masajeando. Era perfecto, todo terso y suave cuando lo tomé de nuevo, y otra vez, y otra vez. Me sentí enloquecer, embriagada por su aroma y la sensación de tenerlo dentro de mí.


Él gimió mi nombre una y otra vez, sus palabras derramándose como chocolate fundido mezclado con sexo, vertiéndose en mi cerebro y haciendo que le dedicara cada sentido a él, solo a él. Una y otra vez fui, volviéndolo loco, volviéndome loca, lamiendo, chupando, probando, burlándome, disfrutando de la locura de este acto exquisito. 


Tenerle aquí, de esta forma, era la definición de lujo.


Él se tensó aún más y sus manos finalmente volvieron a mí,
intentando hacer que me apartara.


—Paula, oh, Paula, yo estoy… tú… primero… tú… oh, Dios… tú — tartamudeó.


Por suerte, fui capaz de interpretar. Quería que yo también tuviera algo. De lo que no se había dado cuenta era de que este total abandono que me estaba dando era todo lo que yo necesitaba. Le liberé solo durante un momento para colocar sus manos una vez más sobre el mostrador.


—No,Pedro. Tú —respondí, tomándole profundamente una vez más, sintiéndolo golpear la parte de atrás de mi garganta mientras mis manos atendían lo que no podía mi boca no podía. Sus caderas se movieron una vez, luego otra, y con un estremecimiento y el gemido más maravilloso que había escuchado jamás, Pedro se vino. Echó la
cabeza hacia atrás, cerró los ojos y se dejó llevar.


Fue maravilloso.



Momentos más tarde, derrumbado junto a mí sobre el suelo de la cocina, suspiró con satisfacción. —Dios mío, Paula. Eso fue…inesperado.


Me reí, inclinándome para besar su frente. —No pude controlarme.Simplemente te veías tan bien, y yo… bueno… me dejé llevar.


—Voy a decir que no creo que sea justo que yo esté aquí algo expuesto y tú estés aun completamente vestida. Podemos remediar eso bastante rápido, sin embargo. —Tiró del cordón de mis pantalones.


Le detuve. —Primero de todo, no estás algo expuesto, estás tendido disponible en el suelo de la cocina, y me gusta bastante. Y esto no se trataba de mí, aunque admito que lo disfruté inmensamente.


—Chica tonta, ahora quiero disfrutar de ti inmensamente —insistió, pasando los dedos por el borde de mis pantalones, bailando a través de la piel allí.


Nervios se pusieron a bailar el flamenco, exigiendo más tiempo —¡más tiempo! ¡Todavía no listos! LP pateó algunas cosas. —No, no, no esta noche. Quiero hacerte una buena cena. Déjame cuidarte un poco. ¿No puedo hacer eso? —Aparté sus malvadas manos y las besé.


Él me sonrió, con el pelo desordenado y una sonrisa tonta adornando su rostro. Suspiró derrotado y asintió. Empecé a levantarme del suelo cuando él me agarró por la cintura y tiró de mí hacia abajo.


—Una palabras, por favor, antes de que me dejes —¿qué dijiste? ¿Tendido disponible en el suelo de la cocina?


—¿Sí, querido? —pregunté, ganándome una ceja levantada.


—Así que, usando la base de rodear el punto de referencia que hemos aplicado esta semana, diría que acabamos de saltarnos unas cuantas citas, ¿verdad?


—Yo diría que sí. —Me reí, dándole palmaditas suavemente en la cabeza.



—Entonces creo que es justo advertirte… ¿Mañana por la noche? ¿Tú última noche es España? —dijo, sus ojos resplandeciendo a través del crepúsculo.


—¿Sí? —susurré.


—Voy a intentar robar la casa.


Sonreí. —Pedro Tonto, no es robar si lo revelas —ronroneé,
besándolo sólidamente en los labios.


Más tarde esa noche, mientras yacía estrechamente envuelta contra Pedro, LP empezó a prepararse. Y Cerebro y Columna vertebral comenzaron a cantar… ¿O… O… O. Wang? Bueno, sabíamos dónde estaba, presionado estrechamente contra Columna Vertebral.


Corazón siguió flotando, pero estaba dando vueltas cada vez más cerca de casa. Sin embargo, una nueva entidad comenzó a imponerse una vez más, intentando influenciar en las otras. Teñía mis sueños con susurros silenciosos.


Hola, Nervios.


Mi sueño decididamente fue más… Sacundante.

3 comentarios:

  1. Espectaculares los 2 caps!!!! Cada vez más linda esta historia.

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  2. Wow me encanto,buenisimos los capitulos!!!

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  3. buenisimooos caps!!!espero los prox ansiosaaa!ajjaaj @GraciasxTodoPYP

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