lunes, 4 de agosto de 2014

CAPITULO 65



La antesala de la Iglesia Swedenborgian en Pacific Heights estaba llena a reventar con tonos de arce, cobre, oro champagne, y galletas de queso.


Crinolinas crepitaban y agitaban, risitas nerviosas se derramaban de labios delicadamente pintados, y un orgulloso padre parado alto y recto.


Una novia dio un paso adelante para tomar su brazo mientras sus damas se reunían delante de ella, sus manos llenas de dalias melocotones y crema. Era alta y regia, sonrojada y para nada tímida. Vestida en seda color marfil y encaje italiano centenario, la solitaria mancha de color era un diamante canario de cuatro quilates en el dedo anular de su mano izquierda.


Las puertas de roble se abrieron. 


Sus ojos saltaron.


Mientras un cuarteto de cuerdas tocaba, sus damas de honor se deslizaban por el pasillo, una tras otra. La iglesia estaba llena, pero no demasiado. La pequeña capilla, terrenal y encantadora, tenía un techo de casetones hecha de madera antigua acentuada por las centenares de velas de color crema suavemente iluminadas. En la chimenea, poco frecuentes en la mayoría de las iglesias, pero perfectamente adecuada para este entorno rústico, un fuego crepitaba alegremente, lanzando su propia luz de cuento de hadas.
Los invitados sonrieron, sus rostros radiantes de expectación tranquila, se volvieron hacia el pasillo central. Y mientras caminaba por ese pasillo antes de la novia, vi a Benjamin al final, radiante.


¿Y junto a él? Mi propio pedazo de cielo. Sonreí cuando lo vi, resplandeciente en un esmoquin que fue cortado para acentuar su alta figura y su fuerte cuerpo. Sus ojos brillaban azul en la luz del fuego, su rostro extraordinario. Su sonrisa estalló en su cara mientras me acercaba. Me guiñó un ojo, y me desmayé.


Al igual que la mayoría de las damas en la capilla.


Tomando mi lugar en la fila, vi como la dama de honor de Josefina se unía a nosotras, la música cambiaba a medida que la novia se encontraba a punto de aparecer. Me volví a ver, no a Josefina, pero sí a Benjamin.


¿Alguna vez has visto a un novio cuando aparece su novia por primera vez? Todos los ojos están puestos en ella, sí, pero la verdadera magia está donde quiera que el novio esté. Ser testigo de sus ojos iluminándose, para ver las
emociones caer por su rostro. Estar allí mientras él lucha para mantener el control de sus sentimientos, como todos los hombres se supone que deben hacer en esta situación. Pero esos primeros segundos, ves la verdad. Puedes ver todo lo que siente cuando la ve por primera vez.


No tenía necesidad de observar realmente a Josefina voltear en esa esquina para saber cuándo había entrado en la capilla. Porque lo vi todo en la cara de Benjamin, en el segundo que la vio. 

Sorpresa.


Anhelo. 

Alivio.


Necesidad. 

Puro, manifiesto de alegría. 

Las lágrimas brotaron de mis ojos, como sabía que lo harían. Podía sentir a mi sonrisa tomando el control de mi cara, amenazando con dividirla en dos.
Mientras mi mirada recorría donde Josefina caminaba hacia nosotros, capturé los ojos de Pedro.
Y que me condenen si no había una lágrima en sus ojos también.

 
 ***

La ceremonia fue corta y dulce. Se intercambiaron los votos, lágrimas fueron derramadas por la mayoría, y bajo una lluvia de pétalos, los recién casados salieron de la iglesia en una tarde perfecta de otoño.
¿Y a quién vi tirando esos pétalos? Moni y German, por supuesto, Sofia y Barry Derry (quien era sin duda caliente), y Nicolas y… nadie.


No trajo a una cita después de todo.


Algo que fue notado por Sofia, a pesar que fingió no mirarlo en absoluto. 

Aunque estaba obligada por la ley del banquete de boda a acompañar a Josefina dondequiera que iba (y sí, eso incluía el baño, donde ahora puedo decir que he ayudado a mi jefa a orinar), me las arreglé para estar un poco de tiempo con mis amigos antes de que llegara un muy nada elegante, pero muy necesario autobús de fiesta. 

Pedro y yo estábamos comportándonos bien por nuestra "posición de boda", ya que el padrino y la dama de honor siempre eran fotografiados oficialmente, pero una vez que el fotógrafo terminó, tuve la oportunidad para robarle un beso o dos.


-Sabía que te verías bonita en tu vestido de dama de honor.  -Me dio la vuelta para disfrutar de la falda, abriendo mucho los ojos cuando la vio abrirse y revelar un poco de pierna extra.


-Te arreglaste muy bien tú mismo - le contesté, tomando un momento para admirar el regalo que era Wallbanger en un esmoquin. 

-¿Y ahora qué sigue?


-Ahora iremos en el autobús y beberemos champagne con el resto de la fiesta nupcial, nos tomaremos fotos en Baker Beach con el puente en el fondo, y luego iremos a la recepción. Donde puedes emborracharme, si quieres.

-Quiero. También me gustó la ceremonia allí. Parecían muy felices, ¿verdad?

-Lo estaban.-  Le sonreí, mirando a esos ojos zafiro, que miraban por encima de mi hombro y se oscurecieron.

-¿Qué? ¿Qué pasa? 

-Nada. Quizá nada. - Hizo una mueca, y me volví. Sofia y Barry Derry hablaban con Moni y German, con Nicolas caminando hacia ellos.


-Oh, no - murmuré, y nos dirigimos ahí.


-Entonces dije, de ninguna manera, Barry, no aquí; ¡alguien podría vernos! - gritó Sofia agarrando al tipo que no tenía idea de lo que le esperaba. 

Miré a Moni, que luchaba para mantener una cara seria, mientras que German solo frunció el ceño. 

-Hola a todos, ¿no es una ceremonia hermosa? - pregunté, tirando de Pedro dentro del ring justo cuando Nicolas se acercó al grupo.

Moni tomó la señal, respondiendo en voz alta :- ¡Realmente lo fue! 

-¿Sofia, le echaste un vistazo a las rosas del altar? 


-Deberíamos sacar algunas fotos antes de que…

-Hola, Sofia - dijo Nicolas desde detrás de ella, y sus ojos flamearon.


Miré a PedroPedro miró a German, German miró Nicolas. Nicolas miró la parte de atrás del cabello de Sofia, mientras que Barry Derry se miró las uñas.


Finalmente Pedro se acercó a Nicolas y le dio una palmada en la espalda, de esa manera de palmada de hombres.
-Oye, hombre, ¿no has visto a Benjamin todavía? Creo que aún está haciendo esa línea de recepción o como se llame. Te llevaré allí. - Pedro asintió a German, quien se unió también. Eso nos dejó a Moni, Sofia, y yo en un lado del círculo, y los chicos en el otro. Sr. Derry estaba todavía en el medio, sin tener idea. Pero todavía muy caliente.

-Sofia, vamos, nena, ¿vas a ignorarme toda la noche-preguntó Nicolas, y su columna vertebral se puso recta.

-¿Nena? ¿Me vuelves a llamarme nena? - dijo entre dientes, girando sobre sus talones. Un giro de Ven y Jódeme, por cierto; la chica estaba feroz. 

Llevaba el pelo ondeado en rizos perfectos, su maquillaje era impecable, su cuerpo con sus kilos de ruptura ganadas recientemente se vertían en un vestido negro ceñido. ¿Y sus tetas? Mierda. Yo incluso tenía un poco de curiosidad.
¿Pero Nicolas? Se quedó atónito. Estupefacto. Noqueado. Él la miró fijamente con los ojos desorbitados. Ojos hambrientos… este chico aún seguía estúpidamente enamorado. 

Pero ella estaba tan enojada. Y no podía culparla. Porque nadie puede hacerte más daño como alguien que dice que te ama.


-Tú no tienes que llamarme nena - le espetó, con las manos en las caderas, sacando pecho; sabía cómo usar lo que tenía. Agarrando a Barry por la corbata, lo condujo hacia el aparcamiento.


Nuestro círculo se cerró, mi mano fue hacia Pedro y el brazo de Moni fue alrededor de la cintura de German. 

-No va a hablar conmigo, ¿verdad? - preguntó, con la cara triste.


Rodé los ojos. - Lo dudo. - Nuestro autobús se detuvo y tiré de Pedro .- Vamos, tenemos que ir. Nos vemos en la recepción.  Asentí hacia Moni, y disparé una mirada a Nicolas por encima del hombro cuando nos fuimos.


-Tómalo con tranquilidad, ¿de acuerdo? - dijo Pedro mientras caminábamos por el estacionamiento.
-Estas bromeando, ¿verdad?


-No estoy bromeando. Ella es tu amiga, y lo entiendo, pero ese es mi amigo.  Sus ojos eran cálidos, pero advertían.


Vi a Sofia caminando con Caliente Barry, su risa deliberadamente en voz alta. - ¿Solo disfrutemos la noche? - susurré a Pedro mientras me guiaba hacia el autobús.


Nos acomodamos en nuestros asientos con el resto de la fiesta nupcial, celebrando con la feliz pareja. Y mientras nos abríamos paso a través de las calles de San Francisco hacia la bahía, observando a Josefina y Benjamin besarse cada minuto o así, me sentí muy feliz de tener a mi Pedro a lado. Y muy triste porque Sofia no tenía a su Nicolas.
Pero este era un día feliz, y después de unas cuantas copas de champán estaba lista para una noche de fantasía en la ciudad.


¿Y con la recepción en el Fairmont Hotel? Era garantizada.
 
 ***
 
Si la ceremonia fue sencilla, la recepción fue todo lo
contrario. Elegante era la mejor palabra para describir el Fairmont’s Venetian Room, y la recepción en general.
Si pensaba que cada vela en San Francisco se encontraba en la capilla, entonces, todas las velas restantes del área de la bahía estaban encendidas dentro de este salón de baile. Añadiendo los candelabros de oro, los cristales que goteaban de cada candelabro, los espejos que reflejaban y bailaban con cada parpadeo y balanceo, el efecto no era de este mundo.
Eso era el dinero del planeta. Que estaba entre la galaxia ridículo.
Pero aun así eran Josefina y Benjamín. ¿Había arreglos florales más altos que yo? Sí, pero también fotografías de cuando iban al instituto bien colocadas en puntos estratégicos. ¿Había una orquesta? Sí, pero tocaba versiones instrumentales de Def Leppard, Journed,y U2. Y una banda llamada Rush, de esas donde los integrantes usaban pañuelos en la cabeza. 

Cuando llegamos con la novia y el novio a cuestas, hicimos nuestra entrada triunfal a una multitud aplaudiendo. Una vez sentados en la mesa principal, vi que Josefina diseñó los asientos de modo que a pesar de que Pedro era el mejor hombre, todavía estaba sentado junto a mí. Mientras miraba alrededor en toda la pompa y el brillo, vi que Josefina sentó a Sofia y Nicolas en mesas separadas (a toda prisa modificada cuando se dio la ruptura), pero sus mesas se encontraban una al lado de la otra. Y había un asiento vacío junto a Nicolas.


-No lo entiendo, ¿pensé que dijiste que traía a alguien? - le susurré a Pedro.

-Lo iba hacer, pero cambió de opinión. Quería hablar con ella esta noche, y decidió que tendría una mejor oportunidad si se encontraba solo susurró de vuelta, un te-lo-dije lucía en su rostro. 

-Mmm - dije. 

Y mientras veía su historia desarrollarse desde el estrado, sus comunicaciones eran muy claras.


Primero Sofia se dio cuenta de que, mientras estaban técnicamente en diferentes mesas, su tarjeta del lugar se encontraba puesta directamente detrás de la silla de Nicolas. Y cuando ella se acercó a la mesa redonda y atrajo la silla por sí misma (bien hecho, Barry Derry), se aseguró de que accidentalmente-a-propósito chocara su silla.


Luego, cuando Nicolas se levantó para estrechar la mano de alguien y por accidente (pero tal vez no en propósito) golpeó la silla de ella, vi a Sofia levantar el tenedor de la ensalada y comenzarlo a girar, antes de que Moni se lo quitara de la mano.
Durante el tiempo en que se sirvieron las entradas, los dos se encontraban empujándose tanto que parecía que tenían hormigas en sus pantalones. Excepto que el vestido de Sofia era tan apretado que estaba bastante segura que no llevaba ninguna. Bragas, eso es.


-¿Estás viendo eso? - le pregunté a Pedro, señalando a los parachoques de silla.

-¿Cómo podría perdérmelo?

Justo en ese momento, Nicolas se dio la vuelta y golpeó a Sofia en el hombro. Su respuesta fue empujar su silla hacia atrás lo más que pudo, de pie, y convenientemente, pisar fuerte en el pie de él con su tacón de aguja mientras
arrastraba a una Moni reacia al baño de mujeres, dejando a Nicolas maldiciendo en silencio en su servilleta. Cuando llegó al borde de la sala de baile, se dio la vuelta, me vio espiándola, y curvó su dedo hacia mí. 

 
Maldita sea. Reunión en el baño. 

-Regresaré, no dejes que corten el pastel sin mí. 

-Sí, me asegurare de explicárselo a los novios, así como a todas estas buenas personas aquí, que tienen que esperar el pastel debido a una charla en el gallinero - respondió Pedro secamente. 

Le di un beso en la frente y me dirigí allí.


Mientras me acercaba al baño, me di cuenta de que las mujeres que salían lucían un poco conmocionadas. Apuré mi paso.
Una vez dentro, lo entendí. La extremadamente imaginativa rapidez de maldecir que salía de la boca de Sofia era suficiente para hacer que mi pelo se encrespara. Moni se sentó en el sofá, indefensa.
Entré en la cola de: ¡Maldito-hijodeputa-caradepene-idiota-hijodeperra-puto cabrón de mierda!


-¿De quién estamos hablando? - pregunté alegremente. Moni reprimió un bufido

-¿En cuántos problemas me metería por robar el cuchillo para el pastel y castrarlo? - preguntó, dos mujeres más apresurándose para escapar.


-Muchos. ¿Podemos hablar de esto sin mencionar la castración?


-Lo dudo, ahora quiero su polla en un pan de perro caliente.
-Oh, no.


-Si se me permite intervenir solo un poco más de lo normal aquí, necesitas calmarte, señorita  comencé, levantando mi dedo cuando estuvo a punto de interrumpirme . Porque amas a Josefina. Y nadie quiere que su boda sea conocida como la boda polla-en-un-pan-de-perro-caliente, ¿verdad?
-Estaría en el periódico. 

Suspiré. - No más golpes con la silla, no más intentos con el tenedor. Solo sé una invitada educada en una boda, ¿de acuerdo?


-Te odio - resopló, alisando su vestido y comprobando su brillo de labios en el espejo. 

-No, no lo haces - resoplé de regreso, luego me volví hacia Moni .- Y tú, pensé que ibas a vigilarla - murmuré mientras Sofia ajustaba sus tetas. 

-Lo hacía, pero luego German tenía su mano en mi pierna debajo de la mesa, y…

-Guárdalo, no queremos perdernos su primer baile  contesté, mirándome en el espejo. Maldita sea, me veo bien en dorado. 

-Está bien, señoritas, preparémonos: Vamos a entrar. No más drama. 

 
Di instrucciones, y nos dirigimos de nuevo al salón de baile.

Pero noté que la silla a la izquierda de Nicolas ya no se encontraba desocupada.
Una silla ocupada por una rubia caliente había tomado lugar, y sobre sus risitas y chillidos, Nicolas se aseguró de captar la mirada de Sofia. Y guiñar.


Mensaje de entrega: Dos pueden jugar este juego.
Mierda.
 
***
El resto de la boda pasó por en una ráfaga de imágenes. Josefina y Benjamin compartieron un brillante primer baile. Un pastel de bodas de cinco niveles siendo cortado y sin contemplaciones empujado en el hermoso rostro del novio. Pedro brindó por Benjamin con copas elevadas y risas, y más de un carraspeo.


Nicolas se pavoneó por allí, acicalándose con Rubiecita delante de Sofia y Caliente Barry. Sofia golpeó a Caliente Barry cuando tuvo el descaro de mirar a Rubiecita. Nicolas ponía una cara de piedra mientras veía a Sofia y a Caliente Barry bailar de una manera muy, muy cerca. Y un Benjamin desconcertado mientras Caliente Barry intentó venderle un seguro de vida adicional.

Y compartir mi propio baile con Pedro, balanceándome debajo de la bola de discoteca. Que siempre parece una idea terrible, pero en realidad bañaba todo con los destellos más guay que yo haya visto. Él me sostenía cerca, su mano encajada en la parte baja de mi espalda, la otra sosteniendo mi mano. Las bodas son románticas por naturaleza, y yo no era la única que tenía destellos en los ojos esta noche. Los zafiros estaban fuera del cuadro. 

-¿En qué estás pensando? - pregunté, con mi voz soñadora. Pedro me miró soñadoramente también. ¿Qué había en su mente? ¿Yo en este vestido? 
¿Yo fuera de este vestido?


- Cañas de pescar.


-¿Qué? - No fue lo que esperaba. 

- Cañas de pescar. Tú preguntaste. - Se rio entre dientes, girándome.


-Ya veo. Y ¿qué pasa con las cañas de pescar? - pregunté, con mi nariz arrugada.

-Donde crecí había un parque estatal a no diez minutos de la casa. Río, rocas, antiguo vertedero de molino y senderos para caminar por todas partes.Su rostro se volvió apacible, describiéndolo. Rara vez hablaba de su pasado,me pregunté qué pasaba esta noche que le hizo pensar en ello 


-De todos modos, la última vez que mi papá, Benjamin y yo estuvimos todos juntos fue una tarde de domingo, pesca. Y Benjamin se sentó en la caña de pescar favorita de mi padre, ¡casi rompió la maldita cosa! - Se rio, su mano sosteniendo la mía un poco más fuerte.
-Es divertido como recuerdas ciertas cosas. Alguien estaba quemando hojas ese día, así que todo olía a humo, ya sabes ¿ese olor a humo que solo consigues en el otoño? recuerdo eso, y cómo de fría era el agua. Nadie atrapó nada ese día, ni siquiera un mordisco  terminó, con sus ojos lejanos.


Dejé que mi mano se enredara en la parte trasera de su pelo, deslizándose hacia abajo para suavizar su ceño, manteniendo mis dedos allí. 

 
-Suena como un buen día.


-Fue un buen día. - Me sonrió, tirando de mí más cerca todavía. La banda comenzó a tocar a Duke Ellington, y yo estaba mareada, girando y sumergida por mi Wallbanger.
Este fue un buen día también.


Mejor, ya que ninguna polla terminó en un pan de perro caliente.

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