lunes, 11 de agosto de 2014

CAPITULO 81




Me senté en mi oficina, reorganizando las pilas de papeles en mi escritorio una vez más. Alineando los bordes, posicionando las carpetas para que estuvieran en ángulos rectos perfectos con el lado del escritorio.


Inspeccioné y quité tres pétalos de las rosas en el florero, la flor amarilla atravesada por el más pálido rosa.


Josefina llegaría en cualquier momento.


Cuando Pedro y yo pasamos nuestro primer fin de semana en nuestra nueva casa, ella y Benjamin lo pasaron reajustando la suya después de su larga ausencia. Me envió un mensaje para dejarme saber que se hallaba en casa, y
acordamos reunirnos en el trabajo el lunes. Iba a devolverle las llaves del reino.


Me encantó jugar a ser Josefina durante unos meses. Había pasado más tiempo del que planeé, pero conseguí una muestra de lo que podría ser en un par de años a futuro. 


Siempre me imaginé como parte de un equipo más
grande, y mi función normal era exactamente lo que quería. 


También manejé la responsabilidad adicional, pero, ¿en el fondo era una gerente? No. ¿Quería dirigir un negocio, o simplemente crear hermosos y encantadores lugares que
una empresa o una familia podría querer habitar?


Era una diseñadora. Y quería seguir siéndolo. Así que entregaría las llaves, me diría que hice un trabajo estupendo, ella no sería capaz de resistir molestarme por la alfombra del tercer piso sin importar que supiera que no fue mi culpa, y entonces todo volvería a la normalidad.


¿Sí? Sí. 

La escuché antes de verla. Esa voz podía hacerte temblar o bailar.


Esperaba que esta vez me hiciera bailar.


- ¿Dónde está esa chica? ¿Dónde está Paula? - Escuché mientras se acercaba a la puerta de mi oficina. Sonreí, saliendo de detrás de mi escritorio y aproximándome a la puerta.


Entró campante, bronceada, saludable y radiante. Literalmente resplandecía.


- ¿Qué pasa, jefa? - pregunté, y me dio un apretado abrazo.

- Es bueno verte, niña. - Me movió a la longitud de su brazo y me miró .- Te ves cansada. Y tengo la cura. - Me entregó una bolsa enorme.


- ¿Qué es esto? - pregunté, poniéndola sobre el escritorio.


- Regalos, por supuesto. Francia, Suiza, nómbralo y consigues un regalito.


- ¿Esta es la parte donde digo: Oh, Josefina, no deberías haberte molestado? - dije, espiando una caja por la apertura. Decía… No, seguramente no. ¿Hermès?


- Oh, Josefina, realmente no debiste. - Exhalé, abriéndola con cuidado. Un pañuelo de seda. Color rosado y rojo sangre se arremolinaban a través de un amarillo oro . ¡Pero estoy tan jodidamente feliz de que lo hicieras! - grité,saltando de arriba abajo.


- Es lo menos que podía hacer - dijo . Ahora, muéstrame el tercer piso.Después de que terminemos de cubrir eso, podemos ir a almorzar y puedes ponerte al día conmigo.
 

***

 
Nos sentamos en nuestra mesa favorita de nuestro restaurante favorito en el Barrio Chino, comiendo sopa de arroz hirviendo. Me deleité con solo tenerla aquí de nuevo. Me contó historias de su viaje al extranjero, y me las tragué tan rápido como el té verde. Palacios, castillos, yates, grandes restaurantes y pequeños bares. El romance, la aventura todo sonaba simplemente mágico.


- Y Nerja… - Oh, Dios mío, ni siquiera puedo decirte! Ya sabes cuán encantador es; no quería irme nunca  dijo efusiva. 

- Lo sé, es como un pedacito de cielo - suspiré, recordando el viaje que hice con Pedro. Fui allí ya un poco enamorada de él, y ese viaje reforzó todo para mí. Viéndolo trabajar, descubriendo un nuevo escenario con él, experimentando todo lo que ese pequeño rincón del mundo tenía para ofrecer,sumergiéndonos por completo en el momento. Caí cien por ciento enamorada de él allí. Siempre tendría un lugar especial en mi corazón.


- ¡Y la comida! No puedo creer que no esté tan grande como una casa por la forma en que comimos - exclamó, y la repasé toda.


- Te ves fantástica, como siempre. ¿A quién quieres engañar?


- Hablando de fantástico, ¿cuándo puedo ver esta nueva casa? ¡No puedo creer que seamos vecinas! - chilló. 

- Oh, es un desastre en este momento. Pero ya sabes cómo es, pasaste por ello.


- Asqueroso, la peor cosa es atravesar una renovación. Pero vale la pena al final.


- Estoy tratando de tener eso en mente.


- Me sorprendió cuando me lo contaste. Pensé que Pedro amaba la ciudad - dijo, mirándome con atención.

- Créeme, nadie se sorprendió más que yo cuando vino con esta loca idea. Pero entendió Sausalito más rápido de lo que pensé que lo haría; realmente le encanta - contesté .- A mí también.


- Benjamin me dijo que se está tomando un tiempo libre.


- Un poco, canceló un par de trabajos. Realmente quiere estar aquí cuando la renovación empiece. Pero cuando vea lo aburrido que puede ser, se escapará a Bali o Madagascar. - Me reí, prestando especial atención a la parte inferior de mi plato de sopa. Y nada a la mirada llena de conocimiento de Josefina .- Así que, después del almuerzo, ¿quieres pasar por Claremont y ver cómo está yendo todo?
 

***

 
- Santo Cristo, este lugar está enfermo. 

- Sí que lo está. ¿Cuánto pagó ella por la cocina de color verde vómito?


-Obviamente se está deshaciendo de eso, y además, no pagó por ello. Pedro lo hizo.


- No jodas, debe ser bueno tener al Sr. Bolsas de Dinero. Sin embargo,¿por qué una casa tan grande?


- ¡Oh, usa tu imaginacion! Son dos ahora, pero en el futuro…


- Solo porque planees estar embarazada dentro del año no significa que alguien más quiera estarlo.


- No seas tan deprimente, cascarrabias. ¡Solo mira esa vista!

- Todo lo que veo son malezas.


- En serio, ni siquiera puedo creer que tu…


- Ahora mira, Pollyanna, solo lo llamo como lo veo, y creo que eso…


Me quedé en la puerta, observando a mis dos mejores amigas con diversión. Me aclaré la garganta, y ambas se callaron a media conversación.


- Lo siento, Paula, solo decíamos que… - comenzó Moni, y la saludé con la mano.


- Escuché lo que decías; continúen ustedes dos. Avísenme cuando quieran que les dé el recorrido completo, o mejor, puedo irme y dejar que se las arreglen. Estoy familiarizada con su juego previo.


Sofia bufó y dejó la bolsa en el suelo, en uno de los soportes.  Está bien, Chaves, muéstranos tus nuevas instalaciones.


En honor a la verdad les di el recorrido completo por la nueva casa. Mi nueva casa. Nuestra nueva casa. La cual era, en este punto, una zona de guerra.


Además de los soportes antes mencionados, también teníamos escaleras,placas de yeso, máquinas pulidoras, latas de pintura, varias cubiertas, y sí, electrodomésticos de color verde vómito. Para ser justos, cuando fueron fabricados inicialmente, se les llamaba aguacate. Lo cual era un insulto para los aguacates.


La experiencia me enseñó que no importaba la cantidad de dinero que tuviera un cliente, no importaba cuántos trabajadores tuviera en el trabajo, no importaba cuán creativo fuera el arquitecto o cuán experto fuera el diseñador (mucho), había contratiempos. Los contratiempos simplemente los dejaba para el final del día.


Ahora vivía con ellos. Todos los días. Junto con Pedro, que lo tomaba con mucha más calma. Él nunca había hecho nada como esto antes, pero estaba decidido a ayudar en todo lo que pudiera. Incluso se compró un cinturón de
herramientas, con el que se veía completamente fantástico. 


¿Si lo hice modelar para mí una noche usando nada más que eso? Tal vez. Un poco.


La inspección del edificio presentó más problemas de los que pensé posible. Bajo la superficie, había madera podrida. Y tuberías con fugas. Y conductos reventados. Las vigas del piso necesitaban ser reemplazadas, una nueva placa de hormigón posiblemente vertida en el suelo.los golpes seguían llegando. Todo era totalmente factible, sólo requería mucho tiempo. Y era costoso.


Contraté a un arquitecto con el que trabajé antes, trabajamos en los planes, trajimos a un contratista, y las paredes comenzaron a caer. Íbamos a reconfigurar todo el diseño de la planta baja, dejando entrar más luz, abriendo
los pasillos, y creando un concepto más abierto sin sacrificar la integridad original de la casa. No había nada peor en mi libro que el estilo victoriano en el exterior y vanguardista en el interior.


Todo era una locura, pero podía ver que sería hermoso. Y nos movíamos a un ritmo vertiginoso, con más trabajadores de lo normal para tener todo listo más rápidamente.


Era increíble lo que podías hacer cuando tenías bolsillos profundos y un sentido de urgencia. Lo que Pedro realmente parecía tener últimamente,
cuando se trataba de la casa. ¿Volver a la fotografía? No tanto. Pero no íbamos a detenernos en esa dificultad en particular, y nos concentraríamos en esta preciosa casa antigua.


Aunque “nosotros” la compramos, el uso de la palabra nosotros aquí se estiraba considerablemente. No había manera de que pudiera permitirme una casa como esta, deteriorada o no. Estaba en una zona privilegiada con vistas asesinas y una enorme presencia de barrio consolidado. No me sentía cómoda con Pedro pagando por todo, sin importar la cantidad de dinero que tuviera guardado. Así que insistí en que la casa estaría solamente a su nombre, y yo contribuiría con los gastos mensuales del hogar. Me dio un enorme presupuesto
para trabajar en el diseño, y aunque aún me sentía un poco culpable cuando vi las facturas, tenía que admitir que me gustaba tener un novio rico.


Ya está. Lo dije. Revoquen mi tarjeta feminista. Quítenme mi… bueno, lo que sea que quitas cuando una mujer admite que le gustan las cosas bonitas.


Estaba consiguiendo la casa de mis sueños, con el hombre de mis sueños. Y me recordaba esto cada vez que me tropezaba con una cubeta o sacudía aserrín de mi sándwich o me tensaba cuando escuchaba a Pedro rechazar algún trabajo… ahí va la dificultad de nuevo.


Además de mis propias renovaciones para la casa, me encontraba en la recta final de Claremont, lo cual llenaba mis días. Josefina recorrió cada lugar del trabajo en el que trabajé en su ausencia, estudió minuciosamente los libros con cepillos de celdas finas, interrogó a Marisa tan a fondo que tuve miedo por ella, y luego dijo que había hecho un trabajo increíble. Le dije que me lo podría mostrar en ese bono a fin de mes, lo que pretendió no escuchar. Pero sabía que lo haría.


Ahora iba a pasar algo de tiempo reuniéndose con sus abogados y contadores, lo que me liberaba de poner los toques finales al hotel. La fiesta de inauguración se acercaba cada vez más, y estaríamos listos para mostrar todo de Sausalito.


Me concentré en todas las cosas que tenía que hacer en ese momento, y no en la dificultad que me miraba por un costado. Porque era una dificultad tonta incluso para entretener. ¿A quién le importaba que él no estuviera
trabajando? Tenía un montón de dinero, no necesitaba trabajar. Así que, ¿por qué me molestaba?


Puff. Olvídenlo, tenía un recorrido de cincuenta centavos que dar en estos momentos.


Dirigí a mis dos mejores amigas por la casa, explicando con gran detalle cada acabado y aparato que había sido seleccionado, diciéndoles cómo sería todo cuando estuviera terminado. No hicieron ningún comentario sobre el hecho de que había un inodoro en mi comedor, lo que aprecié enormemente.


Me guardé lo mejor para el final, y cuando abrí las puertas francesas a la habitación principal, yo vi relucientes muebles y pisos de roble pulido.


Montones de almohadas y la bahía azul asomándose a través de las cortinas adornadas. Lo que ellas realmente vieron eran pernos de pino y cableado eléctrico amarillo colgando del techo, y esa maldita cama inflable. Pero cuando vieron la bañera con patas, incluso Sofia parecía un poco melancólica.


- Esto está de puta madre, Paula - dijo, encaramándose a un lado.


Esa era su versión de nostalgia. 

- Tienes que entrar en esta bañera, ver qué tan profunda es realmente  animé, sentándome en un extremo, y sus ojos se abrieron cuando notó lo lujosa que era. Se abrieron aún más cuando colgué mis piernas a un lado, dando un vistazo de mi ropa interior en el proceso.


- Esto va a ser tan fantástico cuando esté terminado. 


-¿Cuánto tiempo faltar para que todo esté listo? - preguntó Moni.


- Estamos en camino de terminar antes de lo previsto, pero ni siquiera me gusta decirlo en voz alta. ¿Quién sabe qué más podríamos encontrar?  


Como el cableado original que tuvo que ser arrancado, y el subsuelo podrido en la planta baja, y el fantasma viviendo en el sótano. Técnicamente, el fantasma era una familia de mapaches que habían sido trasladados a una naturaleza
cercana, pero no era ni aquí ni allá.


- Lo admito, nunca pensé que ustedes serían los primeros en conseguir la casa de los suburbios. ¿Cómo lo está haciendo Pedro con todos estos cambios? - preguntó Sofia, ahora en la bañera conmigo.


-Oh, está pasándola bien. Ayer estuvo una hora examinando la diferencia entre usar papel de lija con arenilla de cuarenta y la arenilla de ochenta que pondría en la banqueta de la cocina. Y ni siquiera me refiero a la cantidad de diversión que tuvo con las líneas de tiza del equipo que usó para
asegurar que las líneas de visión estuvieran parejas en la nueva cocina. Había tiza azul en todas partes; finalmente lo encontré siguiendo sus pasos azules-dije rotundamente.


Sin embargo, no podía quejarme, ¿verdad? ¿Quién no querría un novio que estuviera decidido a crear la casa más perfecta imaginable? Y además, una vez que lo encontré, rápidamente me hizo olvidar las huellas. Me mostró su
cinturón de herramientas, verán.


Sin embargo, incluso el cinturón de herramientas no fue suficiente para sacar a O de su escondite temporal. Era temporal, ¿no? Hay que admitirlo, era difícil tener tiempos sexys cuando había un fino velo de polvo de yeso cubriendo todo lo que no se movía, pero aun así. Incluso el cinturón de herramientas no hacía abolladuras.


Si alguna vez veía a Carlos Weinstein otra vez, lo castraría.
Pero en serio, era sólo temporal. ¿Cierto? Había evitado el sexo con Pedro desde hace días, algo que nunca hice. Ya empezaba a sospechar. Me sentía frustrada. Incluso en este momento, podía sentir la tensión acumulándose en mi cuerpo.


¿Por qué no aceptaba trabajos?


Vaya, tensión equivocada.


Ese era el por qué tenía que detener esa dificultad en particular.


- Estoy feliz de que decidiéramos esperar hasta después de casarnos para buscar una casa. Demasiado estrés mientras se planea la boda. Además, no quiero vivir en pecado. Sabes que eres la mensajera del infierno,Paula - dijo Moni con un brillo malicioso en los ojos.


- ¿Dónde crees que buscarás una casa? - le pregunté, hundiéndome más en la bañera mientras Moni se sentaba con las piernas cruzadas sobre el asiento en la ventana (¿Un asiento en la ventana de un cuarto de baño? Sí) y
miraba la vista. 

- Creo que nos quedaremos en la ciudad por ahora, a pesar de que puedo ver el atractivo de mudarse aquí - dijo. El terreno tenía arboles a ambos lados de la casa, y algunos de los árboles en la parte trasera fueron talados para ver el agua. Se sentía aislado, a pesar de que no estábamos lejos de nuestros vecinos. Luz dorada entraba a raudales, y era bastante tranquilo .- Apuesto a que Sofia nunca querría dejar la ciudad, ¿no? - preguntó, girándose hacia nosotras.


Sofia no respondió de inmediato, y fue la primera vez que nos dimos cuenta de las lágrimas.


- Oye, ¿qué pasa?


-No es nada - susurró, rodando los ojos mientras Moni caminaba inmediatamente hacia la bañera.


- No nos digas eso. ¿Qué sucede? - pregunté, tratando de sentarme y verla más a fondo esta vez. Esta bañera realmente era muy profunda.


Sofia se echó a reír, y luego dos lágrimas más cayeron. 


- ¡Quiero una bañera con patas, maldición! - exclamó.


Moni la empujó hacia adelante y se deslizó detrás de ella, envolviendo sus pequeños brazos a su alrededor. - ¿Estás segura de que es sólo la bañera lo que quieres?


- Sí. No. Mierda. ¿Tengo que decirlo?


- ¿Quieres a Nicolas en la bañera con patas contigo? - pregunté, sacando un pañuelo de mi bolso


Se sonó la nariz ruidosamente. - Sí. Me odio por decirlo, pero sí, lo quiero. - Ella miró alrededor de la bañera, luego se rió .- Lo divertido es que ni siquiera cabría aquí, la estúpida jirafa. Es tan alto. - Se sonó la nariz otra vez .
Lo extraño tanto, joder. ¿Te dije que ya ni siquiera me llama? Dejó de hacerlo.


Esnifó, luego levantó la mirada con determinación. - Creo… creo que tengo que llamarlo. Voy a llamarlo - dijo, agarrando su bolso mientras yo encontraba los ojos de Moni.


- Cariño, ¿estás segura que quieres hacerlo? - pregunté, agarrando su bolso y manteniéndolo fuera de su alcance. Impulso + Ex = Nada bueno.


- ¿Por qué demonios no? Tú eres la que ha estado diciendo que debería hablar con él todo este tiempo - sollozó.


- ¡Sí, Sofia! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! - cantó Moni, siempre la princesa Disney.


Le entregué el bolso y crucé los dedos. Sofia rara vez tomaba decisiones como esta. ¿Y si no funcionaba, incluso después de correr tal riesgo? No sólo crucé los dedos de mis manos, también los de mis pies.


Sacó su teléfono, luego se detuvo. Comenzó a marcar, luego se detuvo.


- Tal vez deberías pensar en esto antes…  empecé.


- ¡Oh, basta, Paula, deja que lo llame! - gritó Moni .- Hazlo-   susurró al oído de Sofia, como un ángel posado en su hombro. ¿O era el diablo?


Sofia tomó una respiración profunda, tomando su teléfono, y marcó. La imagen en la pantalla la hizo sonreír. Nicolas, cubierto de Gatorade en el partido 49, cuando había estado un poco demasiado atrapado en un gran partido y la victoria posterior. Esa era la cosa sobre Nicolas. La gente lo amaba. Es por eso que era el comentarista deportivo más popular en la Zona de la Bahía, tal vez incluso en la Costa Oeste.


Tal vez esto era una buena idea. Él, obviamente, todavía llevaba una antorcha por ella, y basada en las historias que Sofia nos contó sobre él en el dormitorio, llevaba más de una antorcha.


Mientras el teléfono sonaba, amplificado por la acústica de porcelana de mi bañera, las tres nos acurrucamos muy juntas.


Sonó tres veces, y luego alguien contestó. Una mujer, jadeando; luego escuchamos a Nicolas decir : -Oye, ahora, vamos, dame el teléfono. - Y risas. Sofia colgó.


Nadie habló.


- Guau - murmuró Sofia, luego se apoyó contra Moni .-Esperé mucho tiempo, ¿no?


- ¿Tal vez? - admití.

Soltó un gran suspiro, luego se sonó la nariz. Sin maldiciones. Sin gritos. Sin rabietas. Eso habría sido preferible a este terrible silencio.


El teléfono sonó y el rostro de Nicolas apareció. Lo arrojó al otro lado del cuarto de baño, y se rompió con el impacto.


Moni apretó sus pequeños brazos a su alrededor, abrazándola con fuerza.


- ¿Paula? - preguntó, su voz ahogada en el pañuelo.


- ¿Sí?


- Odio tu bañera.


- Lo sé, cariño - dije, girándome y apoyando mi espalda en ella. La presionamos como un bocadillo. Le pasé la caja de pañuelos mientras Moni trenzaba su pelo, en mi bañera con patas de cien años de antigüedad, con la puesta de sol a lo lejos.


Cuando Pedro llegó a casa y nos encontró, no dijo ni una palabra. Ni siquiera cuando Sofia le pegó, culpándolo por la polla de alguien más.


Antes de ir a la cama esa noche, escuché a Pedro al teléfono con una revista de viajes con la que trabajó durante años. Le ofrecieron un trabajo en Groenlandia, destacando las piscinas minerales y aguas termales que atraía a miles de turistas cada año. Él amaba Groenlandia; era uno de sus lugares favoritos por lo hermoso que era.


Rechazó el trabajo.


Les daré un centavo por hacer algo al respecto sobre esa dificultad.

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