lunes, 14 de julio de 2014
CAPITULO 18
—Así que le dije al tipo, no hay manera que organice tu “sala de juegos”. ¡Puedes organizar tus propias fustas! —gritó Moni y todos nos reímos. Ella podía contar una historia como nadie. Tiene un don para atraer a un grupo, especialmente cuando son gente nueva que se acerca sólo para conocer a otros.
A medida que la fiesta comenzó a relajarse, mis chicas y los chicos de Pedro se reunieron alrededor de una fogata en una de las terrazas.
Era profundo y lleno de losa, tenía bancos a su alrededor.
Mientras el fuego crepitaba alegremente, nos reímos, bebimos y contamos historias. Y con esto me refiero a Moni, Sofia, Nicolas y Ryan mientras Pedro y yo nos mirábamos sobre las llamas. Con las chispas volando, cerré mis ojos un poco y me lo imaginaba asándose en el fuego del infierno.
—Entonces, ¿vamos a tener el elefante en la habitación? —preguntó German, subiendo sus rodillas y poniendo su cerveza en el banco junto a él.
—¿Cuál sería ese elefante? —pregunté dulcemente, bebiendo mi vino.
—Oh por favor, ¡el hecho de que el chico golpeando la cabecera de tu cama es el sexy de al lado, chica! —gritó Moni, casi tirando su bebida en la cara de Nicolas. Se rió con ella, pero arrancó el vaso de su mano antes de que pudiera hacerle algún daño real.
—Realmente no hay nada que hablar —dijo Pedro—. Tengo una nueva vecina. Su nombre es Paula. Eso es todo. —Asintió con la cabeza, mirándome a través del fuego.
Levanté una ceja y bebí mi vino.
—Sí, es bueno saber que la Chica Camisón Rosa tiene un nombre. La forma en que él te describe… ¡guau! No estaba seguro de que fuera real, ¡pero eres tan sexy como él dijo que eras! —me dijo Nicolas apreciativamente, tratando por un momento de golpear a Pedro a través de las llamas antes de darse cuenta de lo calientes que eran.
Mis ojos disparaban a Pedro. Hizo una mueca con la
descripción.Interesante.
—¿Así que ustedes eran los chicos golpeando ayer? ¿Escuchando los Guns N’ Roses? —preguntó Sofia, codeando a German.
—¿Supongo que ustedes eran las chicas cantando? —la codeó, sonriendo.
—¿El mundo es pequeño, no? —suspiró Moni, mirando a Nicolas. Él le guiñó un ojo, y vi rápidamente a donde iba esto. Ella tenía al gigante, Sofia tenía al chico bonito, y yo tenía mi vino. Lo que estaba desapareciendo en un segundo.
—Discúlpenme —murmuré y me paré para encontrar un camarero.
Me abrí paso entre la multitud cada vez menor, asintiendo a algunos rostros que reconocí. Acepté otra copa de vino y me dirigí al exterior.
Comencé ir hacia el fuego cuando oí a Moni decir—: Y deberías haber oído a Paula cuando nos contó sobre la noche que golpeó su puerta.
Sofia y Moni se inclinaron y dijeron sin aliento—: ¡Él…aún…estaba… duro!
Todos se ríen. Necesito recordar que tengo que matar a esas chicas mañana, con dolor.
Me quejé por mi humillación pública y me di la vuelta para irme a los jardines cuando vi a Pedro en las sombras. Traté de retroceder antes de que me viera, pero me saludó con la mano.
—Ven, ven, no muerdo —se burló.
—Sí, claro, supongo —respondí, caminando hacia él.
Nos quedamos en silencio en la noche. Miré hacia la bahía,
disfrutando el silencio. Luego finalmente habló.
—Así que estaba pensando, ya que somos vecinos y todo… — comenzó.
Me di vuelta para mirarlo. Me estaba dando una sonrisa un poco atractiva, y sabía que la usaba para botar calzones. Ja, poco sabía que no estaba usando.
—¿Qué estabas pensando? ¿Qué me gustaría unirme a ustedes alguna noche? ¿Ver de qué se trata todo el alboroto? ¿Subirme al carro de bienvenida? Cariño, no estoy interesada en convertirme en una de tus chicas —respondí, mirándolo.
No dijo nada.
—¿Bueno? —pregunté, golpeando mi pie furiosamente. El descaro de este tipo…
—En realidad, iba a decir, desde que somos vecinos y todo, ¿quizás podríamos hacer una tregua? —dijo tranquilamente, mirándome de una manera irritada.
—Oh —dije. Era todo lo que podía decir.
—O quizás no —terminó y comenzó a alejarse.
—Espera, espera, espera, Pedro —gemí agarrándolo por la muñeca mientras él empujaba. Se quedó allí, mirando.
—Sí. Bien. Podemos llamarlo una tregua. Pero habrá que tener algunas reglas básicas —contesté, mirándolo. Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Debo advertirte ahora, no me gusta que las mujeres me digan que hacer —respondió sombríamente.
—No por lo que he escuchado —dije en voz baja, pero lo escuchó de todos modos.
—Eso es diferente —dijo, siendo engreído otra vez.
—Bien, esta es la cosa. Disfruta, haz lo tuyo, cuélgate de los
ventiladores del techo, me da lo mismo. Sin embargo ¿a altas horas de la noche? ¿Puedes mantener un rugido sordo? ¿Por favor? Tengo que dormir un poco.
Lo consideró por un momento. —Sí, puedo ver que eso podría ser un problema. Pero tú sabes, realmente no sabes nada de mí, y desde luego no sabes nada de mí y mi “harén” como lo llamas. No tengo que justificar mi vida, o la mujer en ella, a ti. Aquí no hay juicios desagradables, ¿de acuerdo?
Lo consideré. —De acuerdo. Por cierto, me gustó la tranquilidad de esta semana. ¿Pasó algo?
.
—¿Algo? ¿A qué te refieres? —preguntó mientras caminábamos al grupo.
—Pensé que tal vez te lesionaste cumpliendo el deber, o que tu polla se rompió o algo —bromeé, orgullosa de usar mis ocurrencias de nuevo.
—Increíble. Eso es todo lo que crees que soy, ¿no? —replicó, su rostro enojado de nuevo.
—¿Una polla? Sí, de hecho —solté de nuevo.
—Mira… —comenzó y Nicolas apareció de la nada.
—Que lindo verlos a ustedes besándose y felices —reprendió, pretendiendo tomar a Pedro.
—Puedes, presentador —murmuró Pedro mientras el resto de recién emparejados aparecían.
—¿Siendo genial con el presentador, uh? —dijo Nicolas, y Sofia se giró hacia él.
—¡Presentador! Espera un minuto, eres el tipo de deportes locales de la NBC ¿cierto? ¿Estoy en lo cierto? —preguntó.
Vi como sus ojos se iluminaron. Sofia pudo ser la chica del gusto de música clásica, pero ella también era una gran fan de los 49ers.
Estaba bastante segura que los 49ers era un equipo de fútbol.
—Si, soy yo. ¿Ves muchos deportes? —preguntó, inclinándose hacia ella. Dejando a Moni cerca. La forma en que ella se aferraba a su brazo, era inevitable. Ella se tambaleó un poco y German se abalanzó para sostenerla. Se sonrieron el uno al otro mientras Sofia y Nicolas
terminaron su conversación de fútbol. Tosí, recordándoles que, de hecho, todavía estaba aquí.
—Paula, ¡nos retiramos! —rió Sofia, ahora apoyada en el brazo de German.
—Eso es bueno. He tenido suficiente diversión por esta noche.Llamaré por el auto, y podemos salir en unos minutos —contesté, metiendo la mano en mi bolso buscando mi teléfono.
—En realidad, Nicolas nos estaba diciendo acerca de un bar genial, y vamos a ir por allí. ¿Quieres venir? —interrumpió Moni, deteniendo mi mano. Ella la apretó y vi que negó con la cabeza casi imperceptiblemente.
—¿No? —pregunté, levantando las cejas.
—¡Genial! Wallbanger se asegurará que llegues bien a casa —dijo Nicolas, golpeando a Pedro en la parte posterior.
—Sí, claro —dijo con los dientes apretados.
Antes de que pudiera parpadear, los cuatro estaban de camino al funicular, diciéndole adiós a Benjamin y Josefina, que se reían y compartían un choque de manos. —¿Tregua? —le dije, cansada.
—Tregua —dijo, asintiendo con la cabeza.
Dejamos la fiesta juntos. Regresamos por el puente, con la niebla de la madrugada y el silencio envolviéndonos. Abrió la puerta para mí cuando me acerqué al Rover. Su mano descansaba en la parte baja de mi espalda mientras subía, y luego se había ido y él ya estaba cerca de su lado antes de que pudiera hacer algún comentario sarcástico. Quizás era lo mejor: lo habíamos llamado una tregua. La segunda tregua en un lapso de pocos minutos. Esto iba a terminar mal, lo podía decir. Aún así, me gustaría probar. Podría ser una buena vecina, ¿cierto?
Buena vecina. Ja. Ese beso era todo lo de una buena vecina. Estaba tratando tan fuerte como podía de no pensar en eso, pero seguía burbujeando. Apreté mis dedos en mis labios sin darme cuenta, al recordar la sensación de su boca sobre la mía. Su beso era casi un atrevimiento, llamando a mi farol—una promesa de lo que vendría después si lo permitía.
¿Mi beso? Con la fuerza de mi instinto, hasta me sorprendió.
¿Por qué lo besé? No tengo idea, pero lo hice. Debe haber sido ridículo. Lo abofeteé, luego lo besé como una escena de una vieja película de Cary Grant. Tiré todo mi cuerpo en ese beso, dejando mis curvas suaves y blandas contra su dureza. Mi boca buscó la suya, y su beso se había vuelto tan ansioso como el mío. No había música de cuentos
de hadas, pero había algo allí. Y se había endurecido rápidamente en mi muslo…
Él perdiendo el tiempo con la radio me hizo volver al presente.
Parecía muy concentrado en la música mientras conducía a través del puente, lo que me hizo ponerme nerviosa.
—¿Te ayudo con eso? ¿Por favor? —pregunté, mirando nerviosamente el agua debajo.
—No gracias, lo tengo —dijo, mirándome. Debe haber notado la forma en que miraba el puente, y se rió entre dientes—. Bueno, claro, adelante. Quiero decir, sabes cada palabra de “Welcome to the Jungle”, por lo que puedes elegir algo bueno —desafió.
Volvió a mirar el camino, pero incluso del lado, pude ver una sonrisa de aprobación. Lo cual, y odiaba admitirlo, hacía que su mandíbula se viera cincelada por las más populares piezas de granito jamás descubiertas.
—Estoy segura de que puedo encontrar algo —dije, sacando su mano e inclinándola a él. Su mano rozó contra el costado de mi pecho, y ambos nos estremecimos. —¿Qué? ¿Estás intentando sentir algo ahí? —espeté, seleccionando una canción.
—¿Pusiste o no tus pechos en el camino de mi mano? —espetó de vuelta.
—Diría que tu mano se movió frente a la trayectoria de estas chicas, pero no te preocupes. Es apenas la primera vez que estos seres celestiales se han puesto en órbita —suspiré dramáticamente, mirando de reojo para ver si él podía decir que estaba bromeando. La esquina de su boca se elevó con una sonrisa y me permití una sonrisa pequeña.
—Si, celestial. Esa es la palabra que iba a usar, no son de esta tierra. Están como, suspendidas en el cielo. Al igual que por cortesía de Victoria’s Secret —sonrió, y pretendí estar sorprendida.
—Oh mi, ¿sabes sobre Secret? Y yo pensaba que todas esas chicas tontas los tenían engañados —me reí y me acomodé en el asiento.
Habíamos cruzado el puente y ahora volvíamos a la ciudad.
—Se necesita mucho para engañarme, sobre todo cuando se trata del sexo opuesto —contestó mientras la música se encendía. Asintió con la cabeza ante mi elección. —¿Too Short? Interesante elección. No muchas mujeres optarían por esa —reflexionó.
—¿Qué puedo decir? Me siento muy Bay Area ésta noche. Y te digo ahora, no soy como la mayoría de las mujeres —añadí, sintiendo otra sonrisa en mi cara.
—Estoy empezando a darme cuenta de eso —dijo.
Estuvimos en silencio por unos minutos, y de repente, empezamos a hablar al mismo tiempo.
—Así que piensas sobre… —comencé.
—Puedes creer que todos ellos… —dijo.
—Adelante —me reí.
—No, ¿qué ibas a decir?
—Iba a decir, ¿qué piensas sobre nuestros amigos esta noche?
—Eso es lo que iba a decir. ¡No puedo creer que solo se levantaran y se fueran! —se rió, y no pude dejar de reír con él. Él tiene una gran carcajada.
—Lo sé, pero mis chicas saben lo que quieren. No podría haber pintado dos chicos mejores para ellas. Ellas saben exactamente lo que buscan —le confié, apoyada en la ventana así podía verlo mientras conducíamos por las empinadas calles.
—Sí, Nicolas tiene una debilidad por las chicas asiáticas, y te juro que suena pervertido en mi mente. Y German le encanta las pelirrojas con piernas largas. —Se rió otra vez, mirándome para ver si estaba correcto el comentario de la pelirroja con piernas largas.
Lo estaba. Ella lo era.
—Bueno, estoy segura de que escucharé todo mañana, que tipo de impresión ellos hicieron en mis damas. Voy por el informe completo, no te preocupes —suspiré.
El silencio se arrastró de nuevo, y me pregunté que decir a
continuación.
—Así que, ¿cómo conoces a Benjamin y Josefina? —preguntó, salvándome de la fiebre de la pequeña conversación.
—Trabajo para Josefina en la empresa. Soy diseñadora de interiores.
—Espera. Espera, ¿eres esa Paula? —preguntó.
—No tengo idea de que significa eso —contesté, preguntándome por qué me estaba mirando.
—Maldición, si que es un mundo pequeño —exclamó, sacudiendo su cabeza de lado a lado como si quisiera borrarlo.
Él estaba en silencio mientras yo estaba sentada en el limbo.
—Oye, ¿quieres aclarar esto un poco? ¿Qué quieres decir
con esa Paula? —pregunté finalmente, dándole una palmada en el hombro.
—Es sólo que… bueno… huh. Josefina te mencionó antes. Vamos a dejar las cosas así —dijo.
—Demonios no, ¡no vamos a dejar las cosas así! ¿Qué dijo? —presioné, dándole otra palmada en el hombro.
—¿Quieres parar eso? Eres bastante bruta, ¿lo sabías? —dijo.
Había muchas formas simples que podría seguir ese comentario, así que sabiamente guardé silencio.
—¿Qué dijo de mí? —pregunté en voz baja, ahora preocupada de que quizás dijo algo sobre mi trabajo. Mis nervios ya estaban destrozados, y ahora estaban haciendo ping-pong.
Me miró. —No, no, no es así —dijo en voz baja—. No es nada malo.Es sólo que, bueno, Josefina te adora. Y ella me adora, por supuesto, ¿cierto?
Rodé los ojos, pero siguió hablando.
—Y bueno, ella te ha… mencionado un par de veces… ella pensó que debería conocerte —arrastró, sólo para guiñarme un ojo cuando me miró a los ojos.
—Oh. Ohhh —suspiré mientras me di cuenta lo que quería decir. Me sonrojé. Josefina, esa pequeña mierda juntando parejas—. ¿Ella sabe del harén? —pregunté.
—¿Quieres dejar de decir eso? No lo llames harén. Hace que suene sombrío. ¿Qué pasa si te digo que esas tres mujeres son increíblemente importantes para mí? Que me preocupo mucho por ellas. Que las relaciones que tengo funcionan entre nosotros, y nadie necesita entenderlo, ¿lo tienes? —dijo, estacionando el Rover de una manera enojada fuera de nuestro edificio.
Estaba tranquila mientras estudiaba mis manos y lo miré mientras arreglaba su ya desordenado cabello.
—Oye, ¿sabes qué? Tienes razón. Quien soy para decir que está bien o mal para alguien más. Si funciona para ti, genial. Golpéalo. Mazel tov. Sólo estoy sorprendida de que Josefina te quisiera conmigo. Ella sabe que soy una chica tradicional, eso es todo —expliqué.
Sonrió y me miró con sus ojos azules.
—Lo que sucede, es que ella no conoce todo sobre mí. Mantengo privada mi vida privada con la excepción de mi vecina con las paredes delgadas y la ropa interior devastadora —dijo en una voz baja que podría derretir, bueno, cualquier cosa.
Mi cerebro estaba sin duda entre esas cosas, ya que de repente me pareció que mis orejas y de mi cuello para abajo se desvanecían.
—Excepto por ella —murmuré, completamente revuelta.
Dejó escapar una risa oscura y abrió la puerta. Mantuvo sus ojos en los míos mientras caminaba alrededor del auto y abría la puerta.
Bajé, tomando la mano que me ofrecía, y casi sin darme cuenta que trazó un pequeño círculo en la parte interior de mi mano izquierda con su pulgar derecho. Casi no lo noté, mi trasero. Hizo que mi piel se erizara y que Baja Paula estuviera derecha ¿Nerviosa? Como fuegos artificiales por todo el lugar.
Caminamos en el interior del edificio, y otra vez abrió la puerta para mí. Realmente era encantador, tenía que darle eso.
—¿Así que cómo conoces a Benjamin y Josefina? —pregunté, caminando por las escaleras delante de él. Sabía con certeza de que estaba mirando mis piernas, y ¿por qué no iba a hacerlo? Tenía grandes piernas, actualmente halagadas por mi pequeño vestido por volantes.
—Benjamin ha sido un amigo de la familia por años. Lo conozco prácticamente durante toda mi vida. También maneja mis inversiones —respondió Pedro mientras rodeábamos la primera planta y comenzábamos en la segunda.
Miré por encima del hombro y confirmé que miraba a escondidas mis piernas. ¡Ja! Lo atrapé. —Oooh, tus inversiones. ¿Tienes algunos bonos de cumpleaños allí, ricachón? —bromeé.
Se rió entre dientes. —Sí, algo así.
Continuamos subiendo las escaleras.
—Es curioso, ¿no crees? —ofrecí.
—¿Curioso? —preguntó, su voz deslizándose en mí como miel caliente.
—Bueno, quiero decir, ambos conocemos a Benjamin y Josefina, vamos a una fiesta como esa, y eres el que me ha mantenido divertida estas semanas. Mundo pequeño, ¿no? —Rodeamos el escalón superior y saqué mis llaves.
—San Francisco es una gran ciudad, pero se puede sentir como un pueblo pequeño de alguna manera—ofreció—. Pero sí, estoy curioso. Intrigado incluso. ¿Quién sabía que la linda diseñadora Josefina quería tenderme una trampa con la chica que es realmente Chica Camisón Rosa? Si lo hubiera sabido, quizás me habría llevado eso —respondió,
esa sonrisa maldita volvió en su bello rostro.
Maldición, ¿por qué no podía seguir siendo un idiota?
—Sí, pero Chica Camisón Rosa podría decir que no. Después de todo, las paredes delgadas… —Guiñé un ojo, haciendo un puño y golpeando la pared al lado de mi puerta. Oí a Olaf parloteando detrás de la puerta, y necesitaba entrar antes de que él empezara a protestar.
—Ah sí, paredes delgadas. Hmmm… Bueno, buenas noches, Paula.La tregua sigue en pie, ¿no? —preguntó, girando a su puerta.
—La tregua sigue, a menos que me hagas algo para enojarme otra vez —reí, apoyada en mi puerta.
—Oh, cuenta con eso. ¿Y Paula? ¿Hablando de paredes delgadas? —dijo mientras abría la puerta y me miraba. Se apoyó en su puerta, y golpeó el puño contra la pared.
—¿Si? —pregunté, un poco demasiado soñadora para mi propio bien.
La sonrisa reapareció cuando dijo—: Dulces sueños.
Golpeó la pared otra vez, guiñó un ojo y entró.
Huh. Dulces sueños y paredes delgadas. Dulces sueños y paredes delgadas…
Madre perla. Me escuchó.
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buenísimo,me encanto!!!
ResponderEliminarWowwwwwwwwwww, qué geniales los 2 caps!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarME FASCINA LA NOVE!!!!!!!!!!!!!!!!es lo más!!!..espero los prox! @GraciasxTodoPYP
ResponderEliminarMe encantan estos dos ! Jajajajjaajj
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