martes, 15 de julio de 2014
CAPITULO 19
Golpe.
—Grrr.
Golpe. Amasar, amasar. Golpe.
—Basta.
Amasar, amasar, amasar. Golpe en el trasero.
—Me doy cuenta de que no sabes cómo leer un calendario, pero debes saber cuándo es domingo. En serio,Olaf.
Duro golpe de cabeza en el trasero.
Me di la vuelta, lejos de los golpes en el trasero de Olaf y su persistencia, y tiré las mantas sobre mi cabeza. Los destellos de la noche anterior seguían apareciendo. Pedro en la cocina de Josefina con la intro oyéndose por todo el mundo. Sus amigos llamándome Chica del Babydoll rosa. Benjamin poniendo dos y dos juntos cuando se enteró de que era la Chica del Babydoll rosa. Besar a Pedro. Mmm,besando Pedro.
¡No, no besar a Pedro!
Me acurruqué más en la cama.
Dulces sueños y paredes finas... pura mortificación se apoderó de mí al recordar sus palabras de despedida. Me hundí más en la cama. Mi corazón late más rápido, pensando en la vergüenza que había sido.
Corazón, no prestes atención a la chica debajo de las sábanas.
La noche anterior había sido decididamente soñar libremente, pero para asegurarme de que nadie (Pedro) pudiera oírme gritando de pasión, había dormido con la televisión encendida. La revelación de que Pedro me había oído soñando con él me había echado en un bucle sin fin al que le daba la vuelta a través de los canales, tratando de encontrar algo que no sonara como si hubiese tenido mi propia versión de sueño mojado con Pedro. Acabé en el canal de todos los infomerciales, que, por supuesto, me mantuvo despierta más tarde de lo que había planeado.
Todo lo que vendían era fascinante. Tuve que hacer palanca con mi teléfono fuera de mi propia mano a las tres y media de la mañana, cuando casi ordené el Chop-Slap –sin decir nada de la media hora que nunca volveré a tener después de ver a Bowser tratando de vender la colección Life Time de las canciones de los años cincuenta.
Todo esto además de escuchar los sonidos de Tommy Dorsey viniendo a través de la pared. Lo que me hizo sonreír. No puedo mentir.
Me estiré perezosamente debajo de la sábana, ahogando una risita mientras veía la sombra de Olaf acechándome, tratando de encontrar una manera de entrar. Trató todos los ángulos mientras yo desvié sus avances. Por último, volvió a su golpe-golpe-amasar, y lancé la cabeza hacia atrás hasta que me reí de él.
Podría manejar esto con Pedro. No tenía que estar totalmente avergonzada. Claro, mis O se habían ido, quizá para siempre. Claro, había estado teniendo sueños sexuales acerca de mi vecino demasiado atractivo y demasiado confiado. Y, por supuesto, dicho vecino había escuchado esos sueños y comentado sobre ellos, teniendo la última palabra en una noche ya muy extraña.
Pero podía manejar esto. Por supuesto que podría. Acababa de reconocerlo antes de que pudiera –tomar el viento de mis velas, por así decirlo. No siempre tendría que tener la última palabra. Podría recuperarme de esto y mantener nuestra tregua un poco ridícula.
Estoy totalmente jodida.
En ese momento oigo que la alarma se activa al lado, y me congelo.
Luego me recuperó y me deslizó de nuevo bajo las sábanas, dejando sólo los ojos asomando por encima.
Espera, ¿por qué me oculto? Él no puede verme.
Le oigo dar una palmada en el reloj de alarma, y sus pies tocan el suelo. ¿Por qué se había levantado tan temprano?
Cuando todo estaba en silencio, realmente podía oír a través de estas paredes.
¿Cómo diablos no me di cuenta antes de que si podía oírle,
obviamente él podría oírme?
Sentí que mi cara se coloreaba al pensar en mis sueños otra vez, pero luego recuperé el control. Esto se vio favorecido además por Olaf golpeando con su cabeza mi trasero en la parte baja de la espalda en un intento de empujarme físicamente de la cama para darle su desayuno.
—Bueno, bueno, vamos a levantarnos. Dios, eres un poco idiota a veces,Olaf.
Disparó una respuesta de regreso sobre el hombro de su gato mientras caminaba hacia la cocina.
Después de alimentar al Sr. Olaf y encaminarme a mí misma en la ducha, fui a encontrarme con las chicas para el brunch. Estaba saliendo del edificio, mientras que mirando mi teléfono, contestando un texto de Moni, cuando choque con una húmeda y caliente pared de Pedro.
—Whoa —grité mientras me tambaleaba hacia atrás. Su brazo salió disparado y me pilló justo antes de que pasara de nerviosa a espichada equivocadamente y en mi trasero.
—¿A dónde estás corriendo esta mañana? —preguntó, mientras observaba los sudorosos shorts, la camiseta blanca, y el negro, y húmedo pelo rizado, el iPod, y una sonrisa.
—Estas sudado —Vomite las palabras.
—Estoy sudado. Sucede —agregó, barriendo el dorso de la mano por la frente, por lo que sus cabellos se fueron hacia arriba. Tenía que bloquear físicamente las neuronas de mi cerebro tratando de llegar a los dedos con las instrucciones de levantar y aplanar. Levantar y aplanar.
Él bajó la mirada hacia mí, sus ojos azules brillando. Haría esto doloroso si no sacaba al elefante gigante del sexo en la habitación.
—Escucha, sobre lo de anoche —comencé.
—¿Qué pasó anoche? ¿La parte en la que me estabas regañando por mi vida sexual? ¿O la parte en la que estabas compartiendo mi vida sexual con tus amigas? —preguntó, levantando una ceja y su camiseta para secarse la cara. Tome aire lo que sonó como un túnel de viento mientras miraba los abdominales que casi podrían ser un
lavadero. ¿Por qué no podía ser un vecino suave y grasoso?
—No, me refiero a la grieta que hiciste sobre los dulces sueños. Y las... bueno... las paredes finas —tartamudeé, evitando todo contacto visual. Estaba fascinada de repente por mi nuevo tono de esmalte para uñas. Era una maravilla...
—Ah, sí, las paredes finas. Bueno, en ambos sentidos, ya sabes. Y si alguien, por ejemplo, tiene un sueño muy interesante alguna noche, bueno, vamos a decir que sería muy divertido —susurró. Mis rodillas se pusieron un poco tambaleantes. Maldito él y su vudú...
Tenía que recuperar el control. Retrocedí un paso.
—Sí, puedes haber oído algo que hubiera preferido no oyeras, pero esa no es la manera en que las cosas siempre suceden. Así que me atrapaste. Pero en realidad nunca me tendrás, así que vamos a seguir adelante. ¿Entiendes? Y es a un brunch, por cierto, —terminé, concluyendo mi diatriba.
Él parecía confundido y divertido al mismo tiempo. —¿A un Brunch,por cierto?
—Brunch. Preguntaste a dónde saldría esta mañana, y mi respuesta es a un brunch.
—Ah, lo tengo. ¿Y te vas a encontrar con las chicas que salieron con mis chicos anoche?
—Por supuesto, y con mucho gusto comparto contigo la gran noticia si es algo bueno —me reí, retorciéndome un mechón de pelo alrededor de mi dedo. Genial. Coqueteo 101. ¿Qué demonios?
—Oh, estoy seguro de que es una buena primicia. Las dos se veían como todas una devora hombres —dijo, meciéndose sobre los talones mientras comenzaba a estirar un poco.
—¿Estamos hablando de Hannibal?
—No, más como Hall & Oates. —Él se rió, mirándome mientras estiraba sus músculos isquiotibiales.
Cristo, esos músculos isquiotibiales.
—Sí, bueno, definitivamente pueden trabajarse una habitación cuando lo necesitan —le dije, pensativa, empezando a retroceder de nuevo.
—¿Y qué hay de ti? —Preguntó, de pie.
—¿Qué hay de mi?
—Oh, apuesto a que la Chica del Babydoll rosa puede trabajarse cualquier habitación que quiera. — se rió entre dientes, sus ojos brillaban.
—Eh, trabaja esto —disparé de vuelta y me alejé con un brillo por mi cuenta.
—Lindo —añadió cuando le lancé una mirada por encima del hombro.
—Oh, por favor, como si no estuvieras intrigado —llamé de vuelta a unos tres metros de distancia.
—Oh, estoy intrigado —gritó mientras caminaba hacia atrás,
moviendo mis caderas mientras aplaudía.
—¡Es una pena que no funcione bien con los demás! ¡No soy una chica de harén! —Le grité, casi en la esquina.
—¿La tregua sigue en pie? —Gritó.
—No sé, ¿qué dice Pedro?
—Oh, Pedro dice, demonios sí. ¡CONTINUA! —Gritó de nuevo mientras doblaba la esquina.
Di vueltas alrededor, en realidad haciendo una pequeña pirueta.
Sonreí ampliamente mientras rebotaba a lo largo, pensando en que una tregua era una cosa muy buena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario