Entramos en el salón de baile en medio de susurros y miradas asesinas.
El lugar se encontraba lleno con jóvenes profesionales engalanados con sus trajes más elegantes de socio minorista/tiburón de finanzas/magnate. Y los chicos también estaban impresionantes.
Las secundarias eran las mismas por todo el país. Esta pasó a estar establecida en una de las ciudades más ricas de América, pero todavía había verdades universales. Todos y cada uno de los arquetipos del “Club del los Cinco” la película, estaban representados aquí, y también un par de híbridos. Y todos ellos tenían sus ojos sobre Pedro.
Quien estaba extrañamente relajado. Una vez que llegamos a la habitación, sus hombros se echaron para atrás, sus zancadas se alargaron y se paseó. Junto a las paredes se encontraban amplias fotografías de anuarios: porristas, jugadores de futbol americano, alguien en una peluca de una obra, y alguien con una peluca corriendo desnudo por el campo de futbol. Y ahí estaba Pedro , en la pared con una corona sobre su cabeza y una chica sexi en su brazo. El rey del baile.
- Acabo de entenderlo - dije, mirándolo un poco soñadora.
- ¿Qué cosa?
- ¡Eras la mierda popular en la secundaria!
Sus ojos se arrugaron y se sonrojó un poco.
- Bueno, estaré maldito. Me preguntaba si aparecerías - escuché detrás de nosotros, y mientras nos girábamos, una extraña mirada apareció en el rostro de Pedro. Johnny Wall Street se encontraba ahí, respaldado por el Club de Chicos Millonarios. Todos ellos bien parecidos. Todos más grandes que la vida.
Pedro los observó, entrecerrando los ojos sobre el tipo en el medio.
Henderson.
Alfonso.
Observé la testosterona echar chispas. Si hubiera sido una película del Viejo Oeste, habrían pasado plantas rodando entre ellos. Pero ya que era Wall Street…
Una línea de cocaína.
La tension solo duro el coro de Usher “Yeah” antes de…
- ¡Qué mierda, hermano! ¡No puedo creer que estés aquí! Malditamente genial, hombre... ¡Alfonso está de regreso en la ciudad!
Wall Street le dio una palmada en la espalda a un ahora sonriente Pedro y lo empujó dentro de un gigante abrazo de hombre en medio de gritos de, “Eso es de lo que estoy hablando” y “Tan malditamente feliz de que estés aquí,
hombre” y “Hermano, Tamara Watkins tiene tetas nuevas y son jodidamente inmensas, tienes que verlas!”
Retrocedí y vi cómo fue tragado por este grupo de chicos. Nunca los había conocido, nunca antes lo escuché mencionar a ninguno de ellos, pero ellos conocían a Pedro de una manera en la que yo nunca podría.
Estos chicos estuvieron ahí cuando Pedro crecía, cuando todo su mundo era exámenes parciales y hacer tonterías y conseguir quitarle el suéter a alguna chica. Mi dinero estaba en Tamara Watkins.
Y en este enclave privilegiado de chicos de colegios privados vio la muerte de la familia de Pedro . Y Pedro se retrajo, tomando la primera oportunidad que tuvo para quitarse del camino por completo, mudándose tan lejos como se puede de la universidad, excepto Hawaii. Entró en una profesión que lo llevó por todo el mundo, y escogió vivir en su ciudad adoptiva, San Francisco. El único lazo que tenía con alguien en este mundo era con Benjamin, con quien estaba más agradecida que nunca.
Pero había venido a casa, y esta familia estaba lista para asegurarse que él supiera que lo habían extrañado.
Pedro sonrió ampliamente, estrechando la mano y chocando los cinco con su pandilla, luego me vio por el rabillo del ojo.
-Paula, ven aquí, tienes que conocer a los chicos.
El mar de penes se separó y caminé hasta el centro, donde él se encontraba. - Esta es Paula - comenzó, y oí al menos un silbido. Me alegré de ponerme las botas ,- y este es Jorge Henderson. - Wall Street me tendió la mano y la estreché, mirando su atractivo rostro. Cálidos ojos marrones brillaron en mi dirección, sin dejarme ir cuando también me presentaron a Mateo, Marcos, Lucas y Jose.
No bromeo. Los apóstoles estaban todos alrededor. ¿Era blasfemo que todos fueran calientes? No importaba,Jorge seguía sosteniendo mi mano.
- En serio, hermano, ella está ardiente - dijo.
Pedro apartó mi mano de la suya, riendo. - Ya basta, imbécil. - Este tipo era inofensivo. Y tenía buen gusto.
- Vamos, servirán la cena pronto. Pueden sentarse en nuestra mesa. ¿Recuerdas a Megan Littlefield? - preguntó Jorge mientras todos se movían juntos hacia el comedor.
- Mmm, tal vez. Littlefield me suena familiar - dijo Pedro, perplejo mientras caminábamos.
- Ahora es Henderson, ella es mi esposa.
- ¿Estás casado? Vaya - exclamó Pedro, sacudiendo la cabeza.
- Sip, el verano pasado - dijo con orgullo, agitando el dedo anular en el rostro de Pedro.
- Vaya - repitió, y me miró.
Solo me reí y entrelacé mi brazo con el suyo. Vamos, Rey del Baile.
Tomamos un trago en el bar, saludamos a un par de personas más, y nos sentamos con sus amigos. Y dije eso en general, porque todos aquí parecían haber sido sus amigos en un tiempo u otro. Mientras bebía mi coctel, observé a algunas chicas comenzar a dar vueltas alrededor. Pedro obviamente era conocido por aquí, y me pregunté cuántas de ellas habían llegado a conocerlo
mucho mejor.
Conocí a la esposa de Jorge antes de que comenzaran a servir la cena, y mientras Pedro me dejaba para ir a saludar a un antiguo maestro, platiqué con ella. Megan había ido a la escuela con ellos, dos años más joven.
- Sin embargo, no importaba; todos conocían a Pedro. Era el chico que toda chica quería. - Suspiró, una mirada soñadora en su rostro. Luego, se sorprendió a sí misma, y me miró con culpabilidad . Lo siento, ¿eso es raro?
- Nop, lo entiendo totalmente. - Sonreí, tal vez sonriendo con un poco de satisfacción. Él estrechaba la mano con un señor mayor, el maestro, asumí .
-Así que se acaban de casar, ¿eh? Felicidades.
- ¡Gracias! Fue genial. La tuvimos aquí, a pesar de que ahora vivimos en Nueva York. Simplemente fue más fácil con los familiares aquí.
- ¿Nueva York? ¿Estado o ciudad?
- La ciudad. Así que ambos, ¿verdad? - Se rio.
- ¿Y qué haces ahí? - pregunté.
- Ya no trabajo. Trabajé hasta que nos comprometimos, ¿para el canal Food Network? Era una estilista culinaria. De todos modos, una vez que comenzamos a planear la boda, simplemente fue muy difícil, viajando mucho para acá y organizar todo, así que renuncié. Nos casamos el...
Estaba viendo estrellas.
- Lo siento, ni siquiera puedo fingir haber escuchado algo que dijiste después de Food Network. ¡Trabajaste ahí! ¡Y renunciaste! ¿Por qué, mujer? ¿Por qué en el nombre de Dios? - exclamé, mi mandíbula tan desencajada que era
bueno que estuviéramos sentadas. De otra manera, me caería al suelo.
Se echó a reír y alzó sus cejas.- Déjame adivinar. ¿Cocinando con la Condesa de los Pies Descalzos?
- ¡Sí! - grité. Todo el mundo se detuvo para mirarnos, y me sonrojé.
Pedro miró por encima del bar, y le hice saber que todo estaba bien.
Me reorganicé. - Quiero decir, sí. Soy una fan - dije tranquilamente.
- También yo. Ella es genial.
- ¿La has conocido?
Para este momento, Pedro se había excusado con quien hablaba y comenzó a dirigirse hacia mí, con Jorge y los apóstoles a cuestas.
Sé que no es lógico; sé que no es ni siquiera físicamente posible, pero juro por todo lo sagrado, que caminaron en cámara lenta. Como en alguna película de acción.Pedro iba al frente, Jorge justo a su izquierda, y el resto un poco
más atrás, como gansos formando una V. Todo el mundo se detuvo para mirar.
Era como el más sexi choque de trenes de la historia; nadie podía apartar la mirada.
Diría que todo estaba lo suficientemente callado como para escuchar un alfiler caer, pero la música de la década del 2000 se escuchaba, y “In Da Club” de 50 Cent les dio a los chicos su propia banda sonora. Todo lo que veía eran los
zafiros, que parecían hablarme. Estaba familiarizada con este Pedro.
El Pedro Fuerte. El Pedro Autoritario. El Famoso Pedro. Y con esto, podía confirmar.
El Pedro Wallbanger.
Se acercó a nuestra mesa, se sentó junto a mí con una mirada divertida en su rostro, y deslizó su brazo alrededor de mi hombro.
Oh. Mi. Dios. ¡Pedro Alfonso puso su brazo a mí alrededor! ¡En frente de todo el mundo!
Espera, esto no era la secundaria. Esto ni siquiera era mi secundaria. Pero eso no detuvo a las chicas de tirarme miradas asesinas desde todas las esquinas del salón.
Sonreí con suficiencia un poco, pavoneándome con mi dulce hombro.
- ¿Quieres decirme por qué estás aquí gritando? - susurró en mi oído, y me derretí. Pero antes de que me derritiera por completo, conseguí controlarme.
- Esta chica, Megan, conoció a Ina Garten, ¡en persona! - anuncié, mirándola con cariño .- ¡Eres mi nueva mejor amiga!
- Apuesto a que puedo conseguirte un libro de cocina firmado - ofreció.
- Jorge, tu esposa es la persona más genial del mundo - dije efusivamente .- Te compraré un trago, ¿qué estás bebiendo?
- Solo agua mineral - dijo, lanzándole una sonrisa tímida a Jorge, quien rebosaba alegría.
Los miré, luego le arqueé una ceja a Megan, quien asintió.
- ¡Felicidades!
-¡Guau, eso es genial! No debes estar tan avanzada, ¡eres tan pequeña! - exclamé.
- Espera, ¿qué me perdí? - preguntó Pedro.
- Está solo de ocho semanas; nos acabamos de enterar.-Jorge sonrió, tomando su mano a través de la mesa.
- Espera, ¿qué me perdí?
- Es estupendo - dije . Y tan pronto después de la boda. Pero qué año para ustedes... ¿Qué, Pedro ? - Me estaba dando golpecitos en el hombro.
- No lo entiendo. ¿Qué son ocho semanas? - preguntó, desconcertado.
- Está embarazada - dije, rodando los ojos, Megan respondiendo igual.
Pedro miró a Jorge en shock. - ¿Amigo?
Jorge asintió. - Amigo.
Pedro lo digirió, luego sonrió ampliamente. - ¡Amigo!
Aprendan, chicas: Así es como te comunicas con alguien que no has visto en diez años.
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